Ucrania
«La mayor herida del pueblo ucraniano es mental»
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COLABORA2023
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Tiene la mirada acerada y la cara surcada por valles y cordilleras que recuerdan a los Cárpatos del suroeste ucraniano, no tanto por rozar ya los 80 años como por haber presenciado los horrores de una abominable guerra durante los dos últimos. Mykola Polishchuk (Lypiatyn, 1944) nació en una familia de campesinos, enseñó matemáticas en la escuela de su pueblo y luego se movió a Kiev a estudiar medicina y a especializarse en neurocirugía. Fue ministro de Salud en el Gobierno de Víktor Yúshchenko, y desde 2018 es presidente de Cruz Roja de Ucrania.
Si uno busca información en internet sobre lo que hace Cruz Roja de Ucrania, apenas hay menciones. Resulta extraño, teniendo en cuenta que una organización humanitaria de tal envergadura está, ahora mismo, en el centro del conflicto bélico más grave del mundo occidental.
No se corresponde con la realidad. Soy el presidente de la Cruz Roja de Ucrania desde 2018, y desde entonces estamos hemos hecho un trabajo enorme en el país. Al principio fue muy complicado montar un equipo, ya que teníamos poca ayuda financiera del Gobierno, pero logramos sacar adelante muchos programas sociales en las diferentes regiones, asistencia de primera emergencia y apoyo a las personas que se trasladaban desde Crimea, donde ya existía un conflicto por la anexión rusa. Así, finalmente logramos crear una estructura sólida de Cruz Roja en Ucrania que, por ejemplo, funcionó con mucha eficacia durante la pandemia de la covid-19, con un gran apoyo de la Federación Internacional de Cruz Roja. Por eso ya estábamos muy bien preparados cuando empezó la guerra.
«Cuando empezó la guerra, todo el mundo se unió en bloque para ayudar»
¿Cómo se puede planificar la ayuda humanitaria en un país en el que todos los días se dan situaciones impredecibles?
Ahora mismo están en funcionamiento unas 200 organizaciones de Cruz Roja, y en cada región tenemos una gran presencia con importantes sedes que se dedican a labores de evacuación y de ayuda humanitaria, así como a acciones de primera emergencia sanitaria en lugares donde no hay acceso a medicamentos ni hospitales. Hemos desarrollado la capacidad de trabajar de manera autónoma para atender los problemas específicos de cada región y, por suerte, cada vez tenemos más apoyo internacional.
Durante aquellos días anteriores al inicio de la guerra, ¿intuían la posibilidad de una invasión? ¿Comenzaron a prepararse para ese escenario?
Claro que hablábamos de la posibilidad de que estallara una guerra, pero a nivel personal te diré que no podía imaginar que algo tan terrible pudiera llegar a pasar. Con todo, de manera preventiva, días antes reforzamos nuestros activos en todas las regiones, especialmente las del este y en Sumy, muy cerca de la frontera con Rusia, que de hecho fue la primera ciudad ocupada el primer día de la invasión. Esto nos permitió reaccionar rápidamente y atender enseguida las zonas invadidas. Lo mismo que hacíamos antes frente a desastres naturales o pandemias. Estamos organizados para actuar siempre justo en el momento en el que se requiere ayuda humanitaria.
¿Cómo fue la reacción de la población? ¿Tuvo una actitud solidaria o fue más bien de «sálvese quien pueda»?
Fue increíble: cuando empezó la guerra, todo el mundo se unió en bloque para ayudar. Todos hacían lo que podían: colaboraban en labores de evacuación, de emergencia sanitaria, de entrega de comida y de agua, de acogida, de apoyo psicológico… La estructura humanitaria, en Ucrania, está funcionando realmente bien.
«Cooperamos con el Gobierno para responder a las crisis humanitarias, para dar alimento y lugares para vivir a tanta gente desplazada»
Tengo entendido que hay una proyecto de escultura en Kiev en honor a los voluntarios. ¿Qué papel juegan en esta crisis humanitaria?
El papel de los voluntarios es imprescindible. En el comité nacional solo somos 43 personas, unas dos por cada una de nuestras organizaciones regionales. Pues bien, ahora mismo, oficialmente registrados, contamos con unos 8.000 voluntarios. Y te hablo del registro oficial, de modo que en realidad son muchos más. Cada voluntario individual, con su ayuda, tiene un gran impacto sobre muchísimas personas. Y esos voluntarios suponen que Cruz Roja de Ucrania seamos la mayor organización humanitaria del país.
¿Cómo es su relación con el Gobierno de Volodímir Zelenski?
Es muy estrecha. Cooperamos mano a mano para responder a las crisis humanitarias, para dar alimento y lugares para vivir a tanta gente desplazada o que ha visto cómo destruían sus hogares. Por supuesto, el Gobierno aporta cheques de alimentación y de elementos de primera necesidad para quienes lo necesitan. También apoya las acciones de primera emergencia y a los hospitales, así como la creación de centros de rehabilitación, de apoyo psicológico y de adaptación social en cada una de las regiones. Y a los equipos de emergencia en las regiones donde no hay acceso a medicinas. En resumen, el apoyo del Gobierno es realmente amplio y nos permite dar ayuda a cada persona que la necesita.
Ha mencionado el apoyo psicológico, sin duda fundamental en una situación así. ¿Cómo ve al pueblo ucraniano en ese sentido? ¿Cómo está afrontando esta guerra?
No es fácil responder a eso. El mayor daño del pueblo ucraniano es mental, pero en el estado psicológico de una persona influyen muchos factores. Imagínate vivir aquí en un edificio de apartamentos en invierno, sin calefacción, donde las tuberías de los váteres no funcionan, muchas veces no hay luz… Eso mina mucho la entereza de la gente ante una guerra como esta. Por eso nos enfocamos mucho en resolver circunstancias así, en mejorar sus condiciones de vida. Luego está la larga duración de la guerra, que tiene un grave impacto en el estado mental de las personas. Y hay situaciones como, por ejemplo, la que se dio en Kiev poco después de la invasión: es una ciudad de casi tres millones de habitantes, y en solo un mes se convirtió en una ciudad desierta: quedaban poco más de 200.000. Es algo tan abrupto que es difícil de digerir a nivel psicológico. Pero te doy un ejemplo de entereza: hoy, la gente ha vuelto a Kiev, que casi ha vuelto a su censo original, aun cuando el pasado mes de mayo fue bombardeada varias veces por el ejército ruso. Muchísima gente que huyó del país está volviendo ahora, y eso dice mucho de la fortaleza mental de los ucranianos. Quieren volver a vivir en su país, quieren volver a construir una vida.
«Rusia desprecia la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional humanitario»
El símbolo de Cruz Roja siempre ha sido una garantía de ayuda humanitaria, porque históricamente ha sido respetado en las diferentes guerras por ambos bandos. En el caso de Ucrania, ¿el ejército ruso respeta que desarrollen su labor?
En absoluto. Rusia desprecia la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional humanitario. Tampoco respeta las leyes internacionales respecto a prisioneros, por ejemplo. Es algo que vemos y sufrimos todos los días, por desgracia. No debemos olvidar que Rusia, hoy, es un Estado terrorista. No se puede esperar que un país así respete las leyes.
A nivel personal, como alguien que está tan implicado en el día a día del lado más humano de esta guerra, ¿cómo ve el futuro de su país?
Tal vez te extrañe lo que te voy a decir: veo un futuro muy bonito para Ucrania. Veo a mi país integrado en la Unión Europea, en un mundo progresista que secunda la lucha contra el terrorismo en la que estamos ahora. La paz llegará, pero debe hacerlo con nuestras condiciones de país libre. Y Rusia deberá responsabilizarse de sus actos en los tribunales internacionales. Y deberá compensar a Ucrania por todo el daño que ha causado. Ese es, para mí, el único futuro posible.
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