Ucrania

¿Qué ha sido de los refugiados ucranianos que llegaron a Europa?

La invasión rusa de Ucrania ha provocado el mayor movimiento de refugiados en Europa desde la II Guerra Mundial: ya se superan los más de seis millones de personas desplazadas. Gestionar la solidaridad ante este tsunami poblacional de tal envergadura ha supuesto afrontar verdaderos retos, pero también ha creado oportunidades de aprendizaje para las sociedades receptoras.

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02
junio
2022

Tres meses después del inicio de la guerra en Ucrania, el conflicto ha batido ya varios hitos históricos. Uno de los más graves es el que ha supuesto en movimiento de personas. La invasión rusa ha creado una crisis de refugiados histórica: las cuentas más recientes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados hablan de exactamente 6.737.208 personas que han salido del país desde el pasado 24 de febrero.

Este es el mayor movimiento de refugiados dentro de Europa desde la II Guerra Mundial y también una de las razones por las que se ha batido el récord de los 100 millones de personas desplazadas en todo el mundo, algo más del 1% de la población global. «Es una cifra brutal, tan trascendente como alarmante», asegura Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

Pero ¿qué ha pasado con todos esos millones que han dejado Ucrania? Los países fronterizos, concretamente, han asumido el mayor número de personas desde que empezó el conflicto. En Polonia hay más de 3,5 millones de refugiados, y cerca de un millón en Rumanía. Moldavia, que tiene una población de 2,5 millones de personas, ha acogido a casi medio millón. Por su parte, los datos acumulados en España, según las estadísticas del Ministerio de Interior, muestran que se han aprobado, a finales de mayo, 114.235 resoluciones de protección temporal para los refugiados ucranianos. El 66% son mujeres y el 61% tiene menos de 35 años.

Aunque el inicio de la contienda es reciente, ya es posible hacer balance de la situación. De entrada, la crisis de refugiados ucraniana se ha gestionado de una manera diferente. «La clave está en que a los refugiados ucranianos se los percibe como aliados», apunta Carmen González Enríquez, investigadora principal del Real Instituto Elcano. «Los europeos sienten que estas personas son víctimas de un enemigo común», lo que lleva a implicarse más en el conflicto. Para nosotros, este «no es un conflicto externo que no nos afecta».

María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España, añade que a la proximidad geográfica y cultural y al interés político por lo que está pasando se ha sumado un interés mediático. La guerra en Ucrania sigue siendo una noticia cubierta 24 horas en redes sociales y medios. «Todo esto ha hecho que haya un sentimiento de cercanía, de ‘me podría pasar a mí’», indica.

Los grandes retos de la crisis

Aun así, y aunque los ciudadanos europeos sientan que comprenden qué está pasando –a diferencia de lo que ha ocurrido con otros conflictos más lejanos geográficamente–, la crisis de refugiados ha implicado también asumir la gestión de ciertos retos y comprender ciertos patrones. «El principal es la incertidumbre», apunta Carmen González Enríquez. «No podemos saber cuánto va a durar esta guerra», lo que hace también que para las propias personas refugiadas sea difícil tomar decisiones. Entre los retos, «son los mismos en todas partes», señala la experta, recordando que el idioma es una barrera «muy importante». «La integración a través del empleo en España tiene esta dificultad», insiste.

El hecho de que la mayoría de estas personas refugiadas sean mujeres acompañadas de niños pequeños también obliga a tener en cuenta ciertas realidades. Si la integración en los países de acogida se hace a través del empleo, se debe ser consciente de que esas mujeres no tienen una red de apoyo que las ayude con los cuidados.

Hung: «La acogida de estudiantes refugiados debe ir acompañada de una estrategia de integración en el aula»

Esto también implica de forma importante a la escuela en el proceso de acogida. Elías Said Hung, director del Máster en Educación Inclusiva e Intercultural de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), explica que acoger a estudiantes refugiados en las clases debe ir acompañado de una estrategia de integración para que «dejen de ser los otros» –esta realidad es una oportunidad para hacer que los estudiantes del país de acogida reflexionen sobre el contexto– y no olvidar que llegan desde zonas de alto conflicto, lo que supone que tienen necesidades específicas.

«No creo que ahora estén dadas las condiciones suficientes», señala Hung al preguntarle si las escuelas españolas están listas para algo semejante, teniendo en cuenta que la escuela necesita más recursos y sus profesores más formación en estos temas. Añade que un 40% de los profesores reconoce no contar con recursos para afrontar procesos en multiculturalidad.

Vega (ACNUR): «Esta es una oportunidad para romper con la narrativa xenófoba de los últimos tiempos»

«Lo fundamental es que la solidaridad esté bien coordinada, se mantenga en el tiempo, sea sostenible y esté acompañada por las autoridades», recuerda María Jesús Vega. La portavoz de ACNUR alerta sobre los movimientos espontáneos de ayuda, que pueden acabar causando más problemas que beneficios. Por ejemplo, las recogidas de personas en las fronteras en coches privados pueden facilitar inadvertidamente las cosas a las redes de tráfico de personas, poniendo a los refugiados en una situación de mayor peligro.

En la actualidad, las voces expertas aún no han visto un fin de la solidaridad europea, aunque es cierto que no está tan candente como en abril y que en algún momento llegue la fatiga por compasión. El invierno también puede hacer de las suyas cuando llegue el frío y se sientan los efectos directos del conflicto: si a algunos europeos les toca pasar frío por la parada en la llegada del gas ruso, quizás su solidaridad se resienta.

Las lecciones que aprendemos

Aunque todavía es imposible teorizar cuándo finalizará esta crisis de refugiados o qué ocurrirá el día después, la experiencia ucraniana permite ya aprender alguna que otra lección sobre cómo podrían ser las cosas.

En la educación, ha visibilizado la necesidad de ayudar al profesorado a gestionar una realidad diversa y a dotar a los colegios españoles de herramientas. «El colegio en España es diverso», deja claro Elías Said Hung, «ya lo era antes de Ucrania». Como recuerda, en los colegios españoles hay niños de todas partes, lo que crea entornos multiculturales que la educación debe abordar. Por otro lado, en la gestión de refugiados, la crisis ha demostrado que Europa puede responder de una manera muy solidaria y evidenciado qué ocurre cuando toda la sociedad se implica.

«Si se tiene a la sociedad civil implicada, el resultado es muchísimo mejor», apunta Vega. «Esta es una oportunidad excelente para romper con esa narrativa xenófoba sobre cómo son los refugiados que ha ido creciendo en los últimos años». «Esto nos está sirviendo para rebajar ese mensaje poco tolerante y darnos cuenta de que son los ucranianos, los sirios o los de República del Congo, pero también podemos ser nosotros». «Nadie quiere convertirse en refugiado», recuerda.

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