Cultura
¿Por qué es importante la huelga de actores y guionistas?
Aunque el parón en Hollywood pueda parecer sectorial y local, lo cierto es que no es así: los elementos de choque que han llevado a la huelga constituyen, en esencia, dos de los grandes debates de nuestro tiempo.
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Hollywood está cerrado. Primero, en mayo, la Writers Guild of America (WGA) –el sindicato que representa a los guionistas– se declaró en huelga. Esto implicaba que ni escribirían, ni revisarían ningún guión. En un mundo obsesionado con las series (porque la huelga puede estar sucediendo en Estados Unidos, pero el consumo de los productos culturales que genera es global), esto ha implicado cerrar las temporadas en marcha y, sobre todo, una buena dosis de incertidumbre sobre cuándo volverán las series favoritas que habían cerrado temporada en primavera.
Pero en este mismo mes de julio, el sindicato de actores, la Screen Actors Guild and American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), también anunció su propia huelga tras caducar el convenio colectivo que mantienen con las grandes majors. Ni participarán en nuevos proyectos, ni seguirán grabando, ni harán promoción de las películas y series que están llegando al mercado en estos tiempos de paro.
Los guionistas ya se habían declarado en huelga en el invierno de 2007 a 2008, lo que llevó a un parón en series y programas. No obstante, esta es la primera vez en 63 años que tanto los actores como los guionistas lo hacen a la vez. Los efectos para los grandes estudios de Hollywood y los grandes nombres de los contenidos –como, por ejemplo, las plataformas de streaming– serán, por tanto, incluso más elevados.
Es la primera vez en 63 años que tanto actores como guionistas se ponen a la vez en huelga
Las primeras consecuencias ya se habían empezado a notar antes incluso de que el sindicato de actores se uniese al paro. Las televisiones estadounidenses, que presentan a los anunciantes lo que servirán en la temporada otoño-invierno, ya han tenido que adelantar una programación llena de shows de telerrealidad en lugar de las series que habitualmente funcionan como gran gancho. Sin embargo, ahora que se están desarrollando dos huelgas paralelas, se espera que se vean afectadas más áreas, como por ejemplo la temporada de premios. El gran ejemplo llegó en el primer día de paro: las estrellas de Oppenheimer abandonaron el estreno de la película en Londres cuando se aprobó la convocatoria de huelga.
Las reclamaciones de los huelguistas, tanto unos como otros, son monetarias. Piden una compensación más justa por parte de los estudios. En la línea están no tanto los salarios de las grandes estrellas como los del grueso de sus asociados, que tienen salarios mucho más bajos y que se encuentran en una situación cada vez más precaria.
Pero, a nivel global, lo más interesante es, posiblemente, la esencia del conflicto que está detrás de ambos parones: ambos sindicatos están apelando y posicionándose frente a grandes cambios estructurales. Lo que puedan conseguir se verá como un referente que irá mucho más allá de lo que pasa en ese mercado.
Los grandes puntos de lucha
Uno de los puntos calientes es el que ha supuesto el cambio de paradigma de consumo de contenidos; es decir, ese paso desde las televisiones o el cine al streaming. Con ello, también lo ha hecho el modo en el que se produce. Si la economía digital ha creado precariedad en otras áreas, también lo ha hecho en el universo audiovisual. «El modelo de negocio al completo ha cambiado», ha asegurado la presidenta del Sindicato de Actores, Fran Drescher. «Este es un momento histórico, un momento para la verdad. En algún momento, tienes que decir: no, no vamos a aceptar más todo esto», sumaba durante el anuncio del paro.
Drescher: «El modelo de negocio ha cambiado, y en algún momento tienes que decir: no, no vamos a aceptar más todo esto»
Tanto actores como guionistas están protestando por los pagos de los derechos que se conocen como «residuales», los que ganan cuando se repiten las series, y que son los que generan las reproducciones de sus contenidos en las plataformas de streaming. El modo en el que las plataformas de vídeo bajo demanda han cambiado la industria –con temporadas con menos capítulos, más parones entre proyectos y cuerpos de guión más pequeños– son una parte muy importante de la esencia de la huelga.
Además, estos profesionales han ido perdiendo capacidad adquisitiva. Sus salarios no han crecido al ritmo que lo ha hecho la inflación, como les ocurre también a los actores. Tal como señalan los sindicatos, cada vez es más complicado para sus afiliados llegar a un sueldo medio anual que les permita sobrevivir.
El otro gran punto en lucha es el que implica un elemento emergente, la inteligencia artificial. Ambos sindicatos están en pie de guerra con que se use a sus asociados para entrenar y mantener a la IA y que después se elimine a sus trabajadores de la ecuación. Para quienes ocupan posiciones escasamente glamurosas, como los extras, esto podría ser el beso de la muerte: los estudios podrían prescindir por completo de ellos para pasarse por completo a lo generado por la inteligencia artificial.
Aun así, para dejar de usar a actores y guionistas gracias a la tecnología los necesitan en una primera ocasión. Eso es lo que la industria critica, y es que no se trata tanto de que la IA sustituya a esos seres humanos como, más bien, que vampirice su trabajo por un pago miserable. Así, denuncian que la propuesta de los estudios obligaba a ceder a perpetuidad los derechos de un escaneado corporal. Es decir: el estudio se queda con tu cara para que la IA pueda usarla –previo pago escaso– a su antojo posteriormente.
La justicia salarial, de este modo, actúa como eje de las reclamaciones, y así lo señala Drescher al insistir en la abismal diferencia entre lo que ganan los actores y lo que lo hacen los directivos de la industria. Ambas huelgas están conectadas a los grandes puntos de debate de estos tiempos, por lo que su resolución no tendrá un eco aislado; al contrario: dirá mucho sobre hacia dónde camina el futuro.
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