Sociedad

Cuando la política genera ansiedad

Varios estudios afirman que la política genera sensaciones e incluso episodios de ansiedad en gran parte de la población. Pero ¿realmente afecta la polarización a nuestro estado de ánimo?

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19
julio
2023

La relación entre la política y la ansiedad puede resultar altamente positiva en algunas ocasiones. En la televisión, en las redes sociales, en la calle e incluso en las conversaciones entre amigos, la política ocupa un rol fundamental. Hay quien afirma, de hecho, que todo es político, por lo que huir de la política como tal sería extremadamente complicado (cuando no, estrictamente hablando, absurdo). No obstante, el deseo de huida es real, y lo crea, en parte, el agotamiento o el estrés que suponen para ciertas personas algunos de sus temas más delicados.

Basta observar casos pasados: tras la victoria electoral de Donald Trump en 2016 y su intento de ser reelegido en 2020, la Asociación Estadounidense de Psicología mostró un aumento relativo a la cantidad de pacientes que afirmaban que la política afectaba a su salud mental de forma negativa; de hecho, se localizaron aumentos en las tasas medias de depresión, ansiedad o reactividad emocional entre aquellos votantes de opciones políticas contrarias al presidente elegido. Según el Dr. Robert Waldinger, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard y autor del estudio Amigos, parientes, saneamiento y salud: los costes de la política, «las campañas se alimentan del miedo y es a partir de este que se consigue el posicionamiento de los votantes». 

Algunos de los eventos políticos que tienen mayor incidencia en la salud mental de las personas son los eventos políticos de gran intensidad, como los conflictos, las revueltas populares o los cambios de régimen, si bien también tienen una considerable capacidad de afectar a los demás aquellos considerados menos intensos, como las elecciones. También las crisis humanitarias y la reacción de los gobiernos pueden ser factores de gran ansiedad social. Sin embargo, no son solamente los hecho excepcionales los que afectan al estado anímico de las personas; problemas como la inclusión o el reconocimiento de minorías y opciones de vida no-normativas también pueden ser origen de preocupación. La identidad política, así, está altamente relacionada con el bienestar emocional de las personas, lo que hace que sea importante que un gobierno priorice la sensación de seguridad y aceptación de todos los colectivos sociales.

Un 87% de los terapeutas en Estados Unidos discuten sobre asuntos políticos en sus sesiones

También se han encontrado muchas correlaciones entre la ansiedad y la participación activa en roles como representantes políticos, activistas y militantes. Sin embargo, en este sentido también se han estudiado casos donde la participación política causaba precisamente una reducción del estrés y de la sensación de desesperación. Así lo expone la profesora de la Universidad de Michigan, Melissa DeJonckheere, que señala que empiezan a verse evidencias entre la sensación de alivio y la participación de jóvenes en actividades cívicas. Además, la política es un tema que llega frecuentemente a las consultas terapéuticas: según un estudio de los profesores Solomonov y Barber, un 87% de los terapeutas en Estados Unidos –un dato del que se carece en nuestro país– discuten sobre asuntos políticos en sus sesiones.

Pero el factor político que más ansiedad genera es, a todas luces, la polarización. Y ante ella hacen falta respuestas articuladas que permitan calmar la ansiedad política y ofrezcan herramientas para que las personas puedan informarse sin agobiarse, se sientan arropadas por su comunidad y puedan buscar estrategias para evitar sus detonantes. Un buen ejemplo de ello es la compilación de recursos que la Universidad de California preparó para que los diferentes grupos sociales –especialmente las minorías étnicas– afrontaran el estrés político derivado del trumpismo.

La ansiedad política, además, puede generar consecuencias de todo tipo, situándose en un espectro que va desde la participación excesiva hasta la desafección. Mientras tanto, el futuro es incierto, y si bien la inestabilidad será un elemento inevitable de los próximos ciclos electorales, es imperativo buscar nuevas herramientas con las que controlar sus efectos sobre la población.

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