Ciudades

Patinetes, ¿terror o revolución urbana?

El referéndum celebrado recientemente en París arrojó como resultado la prohibición de estos vehículos en la vía pública. No sin motivo: aunque reducen la contaminación y son un elemento ágil y cómodo, su uso menos responsable ha provocado desde su implantación un aumento de los atropellos en el entorno urbano.

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18
abril
2023

Un sector de la población lo califica de transporte «revolucionario»: sortean el tráfico, no requieren de una gran inversión –se pueden conseguir desde los 100 euros–, son ligeros y no contaminan. Son parte de las razones por las que en los últimos años, los Vehículos de Movilidad Personal (VMP), entre los que se encuentran los patinetes eléctricos, se han convertido en un elemento omnipresente, fundamentalmente en las grandes ciudades. Las estrictas normativas de circulación del tráfico en las zonas céntricas por motivos medioambientales han convertido estos aparatos en una forma eficaz para salvar las distancias en los entornos urbanos. No obstante, no parece que todo sean beneficios. 

En 2018, París se convirtió en una ciudad pionera por introducir este medio de transporte para reducir las tasas de contaminación, pero a medida que más personas lo utilizaban, también aumentaba el número de problemas y accidentes. Paradójicamente, también ha sido pionera en sentido contrario. La reciente convocatoria de un referéndum en la capital francesa llamaba a votar entre dos opciones: que esta clase de vehículos continúen en el espacio público o que se eliminen debido a su peligro y la fuente de conflictos que suponen. Ganó la última propuesta con un abrumador respaldo por parte de los votantes, con casi un 90% de votos a favor (aunque con una participación bajísima: menos de un 7,5% de las personas convocadas acudieron a las urnas).

¿Punto de inflexión?

Cada ayuntamiento puede regular la circulación de los VMP, si bien existen unas condiciones comunes de cara a su uso: está prohibido que estos aparatos circulen por aceras, zonas peatonales, pasos de travesía, autopistas, autovías, vías interurbanas o túneles en ámbito urbano. Además, la velocidad máxima permitida es de 25 kilómetros por hora, y quienes los utilizan no pueden estar bajo los efectos del alcohol, llevar auriculares puestos ni hacer uso del móvil o cualquier otro dispositivo mientras van conduciendo. Asimismo, durante la noche es obligatorio el uso de elementos reflectantes y de un sistema de alumbrado. 

La generación Z, de entre 18 y 24 años, y la ‘millennial’, de entre 25 y 34 años, confían plenamente en esta modalidad de transporte

Una de las señas de identidad de los patinetes es que se pueden ver esparcidos por los lugares más insospechados. Resulta habitual verlos arrojados en medio de las aceras, metidos en los portales o volcados junto a cubos de basura. También es frecuente en la práctica, aunque esté prohibido, que su circulación se extienda a las aceras y otros espacios públicos, ya que son muy utilizados por turistas que no conocen las normas de tráfico de la ciudad en cuestión. El principal problema no es otro que las altas velocidades que pueden alcanzar, con el riesgo de atropello para un buen número de viandantes. Para muchas personas, fundamentalmente mayores o con alguna discapacidad, estos aparatos se han convertido en un elemento a esquivar. Pero este no es el único peligro para la salud. Este tipo de aparatos fomenta el sedentarismo y reducen los beneficios del ejercicio físico: no es una buena decisión sustituir una caminata por un trayecto en patín eléctrico. Esta opción, en muchos casos, se justifica con el ahorro de tiempo, pero lo cierto es que también se sitúa como trasfondo una peligrosa necesidad de explotar al máximo cada segundo del día y de utilizar todo aquello que nos haga la vida más cómoda. Poder hacer más recados en menos tiempo, es una de las ventajas con las que la publicidad invita a hacerse con uno de estos pequeños vehículos.

Y si hacemos referencia a las ventajas, no cabe duda de que la rapidez es una de ellas, así como su ligereza y portabilidad: se pueden llevar en el transporte público y se pueden guardar en casa. Son ecológicos, divertidos y al público más joven le encanta. Se calcula que en España, en la actualidad, hay al menos un millón de patinetes eléctricos en funcionamiento, y casi el 97% de ellos son de alquiler compartido. La generación Z, de entre 18 y 24 años, y la millennial, de entre 25 y 34 años, confían plenamente en esta modalidad de transporte.

Hoy, su uso está cada vez más entredicho, tal como muestra el ejemplo parisino. Para fomentar un uso adecuado de estos vehículos, quizás sería recomendable, tal como ya han reclamado algunas autoescuelas, que se regule una formación mínima para quienes los conduzcan, ya que se trata de un agente más del tráfico urbano. De este modo se instaría a promover una conducción más segura y responsable.

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