Educación
¿Es realmente posible transformar la educación?
Solo será posible alcanzar la enseñanza del futuro a través de una disciplina más personalizada en el alumno (y sus peculiaridades), más social y más accesible a todos.
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La transformación de la educación emerge como una cuestión universal cada vez más con la esperanza de que se pueda convertir en un movimiento intergeneracional que cruce a sociedades en diferentes contextos. Este fue el espíritu de la Transformación de la Educación, el encuentro del año pasado en Nueva York convocado por el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, en el que se compartió con los Estados miembros y los socios unos llamamientos a la acción entre los que destacan el reto global de afrontar la crisis del aprendizaje; la garantía de un aprendizaje digital público de calidad para todos y mejorarlo; la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las niñas y las mujeres o una mayor inversión, de forma más equitativa y eficiente en educación.
Pero ¿qué elementos son realmente necesarios para transformar la educación? Para intentar responder esta pregunta, nos permitimos sugerir seis visiones sobre la educación, el currículo y la pedagogía que son esencialmente complementarias y fundamentales para una transformación efectiva de la educación en que alumnas y alumnos tengan las mismas oportunidades de desarrollarse cualquiera sean sus contextos y circunstancias.
En primer lugar, se necesita una educación sustentada en visiones de sociedad; es decir, que garantice que los particularismos puedan desarrollarse y coexistir. Una educación sin un soporte claro y potente en los valores sociales no es en modo alguno transformacional.
En segundo lugar, una educación sustentada en visiones holísticas, que priorice como punto de partida y de llegada la formación integral de la persona con foco en el bienestar socioemocional de cada alumno como soporte fundamental de todo tipo de aprendizaje.
Una educación sin un soporte claro y potente en los valores sociales no es en modo alguno transformacional
En tercer lugar, una educación sustentada en visiones sistémicas que visualice el currículo como condición esencial, aunque no excluyente de otras condiciones igualmente relevantes, como por ejemplo la formación y el desarrollo profesional docente o de la calidad de la educación, entre otros. En efecto, el currículo, a través de las interrelaciones entre conceptos claves y contenidos esenciales, contribuye a sostener el diseño, el desarrollo y la concreción de las políticas educativas en la región.
En cuarto lugar, una educación sustentada en las visiones del alumno donde la prioridad resida en que cada uno de ellos preocupe (y preocupe por igual). Más allá de los objetivos, contenidos y estrategias, que en general pueden englobarse en lo que se entiende por ingeniería curricular, la primera de las consideraciones fundamentales consiste en entender al alumno en su singularidad como persona, integrando cerebro, mente y cuerpo y, como contrapartida, tener la generosidad, la voluntad y las herramientas necesarias para desarrollar el vestido o traje a medida personalizado a sus expectativas y necesidades.
En quinto lugar, una educación sustentada en visiones comprehensivas del currículo que abarque sus diversos procesos y recorridos. Esto implica que el desarrollo curricular surge de la interacción dinámica y delicada entre varias dimensiones interconectadas, como los educadores y sus sentimientos y opiniones, las vivencias de alumnos, las dinámicas dentro del aula, la mediación de los directivos y otros actores de la comunidad educativa o las competencias que se quieren alcanzar, entre muchos otros.
En sexto lugar, una educación sustentada en visiones sobre los educadores que suponga repensar en profundidad sus perfiles, roles, formación y desarrollo profesional docente, así como visualizarlos en su condición de coagentes de las propuestas educativas y curriculares. En efecto, los educadores son los principales tomadores de decisión de los sistemas educativos en el aula, y en tal sentido tienen que ser apreciados, empoderados, estimulados y apoyados para orientar y facilitar a cada alumno una oportunidad real y personalizada de aprender.
Estas seis visiones darían una idea de conjunto que podría servir a concretar procesos de transformación educativa sustentados en visiones más amplias, holísticas y sistémicas, con el foco en alumnos y educadores, y asumiendo las interconexiones entre las diferentes caras del currículo y de la pedagogía. Su consideración y calibre implicaría repensar la educación y los sistemas educativos en su totalidad, lo que evitaría enfoques e intervenciones fragmentadas y cortoplacistas.
En ese sentido, los seis ejes misionales incluidos en el Programa-Presupuesto 2023-2024 de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) constituyen, en su conjunto, una agenda programática potente e intersectorial en las temáticas sobre educación, ciencia y cultura, que tiene puntos fuertes de conexión con la mencionada cumbre de Nueva York.
Este plan de acción, aprobado por unanimidad por los gobiernos de los 23 países que conforman Iberoamérica durante el más reciente Consejo Directivo de este organismo internacional, es una muestra fehaciente del compromiso regional por transformar la educación, ya que dentro de él se consagran algunas estrategias ambiciosas y fundamentales que apuntan hacia esa transformación educativa en todas las etapas formativas y con el foco puesto en el papel de los derechos humanos, la democracia y la igualdad, así como en el desarrollo de la primera infancia, la inclusión y la atención a la diversidad, el liderazgo o la gobernanza de los sistemas educativos iberoamericanos.
Renato Opertti es presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
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