Cultura

«El exceso de libertad, por compensación, lleva a la dictadura»

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
16
marzo
2023

Artículo

El filósofo Ernesto Castro (Madrid, 1990) escoge el género narrativo para explicar qué es la libertad, cómo se modula, qué la condiciona y si es pertinente que carezca por completo de ataduras (llámense necesidades). El resultado, ‘Perictione o De la libertad’ (Temas de Hoy), una novela epistolar en la que una joven universitaria investiga sobre una espléndida poeta y bon vivant, Renée Vivien. La acción transcurre en París, 1968, año de la revolución contracultural.


¿Cómo podríamos definir un concepto tan escurridizo como la libertad?

Bueno, si pudiera resumirlo en una frase, no hubiera tenido que escribir una novela de 160 páginas… Tampoco cabría una definición concluyente en un ensayo ni en un tratado. Esta trilogía aborda tres conceptos para mí importantes: muerte, saber y libertad, tres realidades no materiales existenciales a las que nos enfrentamos, que nos preocupan y a las que tenemos que dar respuesta, pero que no podemos aprehender del todo.

Jugamos a saber qué significan conceptos como «dignidad», «amor», «libertad», pero a la hora de ponerles palabras, la cuestión se complica hasta casi la imposibilidad…

Exacto, es aquello que dijo San Agustín respecto al tiempo: Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.

¿Cuánto margen de libertad tenemos?

En el libro exploro la libertad literaria de una estudiante de doctorado, en París, que investiga sobre la poeta sáfica, Renée Vivien, y la propuesta es ver cómo se comporta la libertad enmarcada o circunscrita en función de a quién escribamos, pues nos tomaremos ciertas libertades o no, de cómo la confianza y la responsabilidad modifican nuestra conducta, y de que no dejamos de ser menos libres cuando estamos encadenados respecto de cuando estamos desencadenados o desvinculados. A veces, la libertad sin cadenas es una fragilidad absoluta flotando en el aire.

Perictione (con acento en la «o», como recalca la protagonista), modula su identidad dependiendo del interlocutor. ¿La ductilidad tiene que ver con la libertad?

La definición de la libertad que a mí más me interesa es aquella de que «la libertad es la conciencia de necesidad», una definición clásica que encontramos en Spizona o Hegel, una definición paradójica, ya que entendemos de manera intuitiva que la libertad es lo que uno quiera, pero que conforme se analiza adquiere más y más sentido. Pensaremos en Dios, que es como la libertad suprema, pero incluso él está sujeto o constreñido por su bondad, por su voluntad de hacer el bien y no el mal.

Como ha mencionado, en la historia cobra relevancia la poeta amazónica Renée Vivien, quien decide suicidarse, y pienso en Madame Bovary, como si ejercer la libertad tuviera, irremediablemente, un castigo.

No se castiga siempre; de hecho, la protagonista encubierta del libro es también un personaje real, Natalie Clifford Barney, amazona amante de Renée Vivien, quien como dices, se suicida por mal de amorres, se deja morir de inanición y finalmente se toma el contenido de un frasco de perfume entero. Ejerce en la novela un papel similar al Sócrates frente a Alcibíades, y se sustenta en una reflexión del libro Sobre la libertad, de Maggie Nelson, en el que, citando a Foucault, se lee que «todo acto de liberación crea nuevas relaciones de poder que deben ser gestionadas por prácticas de libertad». Es decir, la liberación como acto destituyente, revolucionario o destructor de instituciones opresoras crea relaciones de fuerza y poder que deben estar gestionadas por la libertad. La figura de Clifford Barney, que vivió hasta los setenta, refleja bien la libertad responsable que no trata imponerse a los demás y que es longeva y vitalicia.

«Los maestros siguen siéndolo porque resisten a la crítica y se mejoran con ella»

Hay varias sendas que transitan los distintos personajes para ejercer su libertad, como drogas (LSD), música (que suena desde un tocadiscos)… ¿Cómo saber que el camino escogido es bueno para lo libre?

Hay que recorrerlo hasta el final. Me interesa la premisa, proveniente de la teología cristiana, de que el mal en el mundo es causa del ejercicio de la libertad. Dios podría haber elegido que fuéramos autómatas del bien y que automáticamente hiciéramos lo correcto, pero nos concedió la posibilidad de cometer el mal. Y aquí estamos, en este valle de lágrimas, expulsados del paraíso, felices por la culpa de la libertad ejercida contra la norma. Hay una conexión muy clara entre la libertad mundo del mundo, el saber, y la finitud de uno.

La acción transcurre en París, en Mayo del 68. ¿Qué peso tiene el contexto para que pueda hacerse pleno ese deseo de que nuestra necesidad sea cubierta?

Me interesaba sobre todo el momento prerrevolucionario, porque pone encima de la mesa una serie de fenómenos que ya habían sucedido pero que no eran de exposición pública, ese momento en el que aparentemente todo está adormecido pero en el que ya está la semilla de lo que pasará a continuación, esa revolución de las palabras y formas de expresión, como los grafitis («mis deseos son la realidad»), porque no por menos delirantes que fueran terminaron troquelando o modelando nuestro sentido común de hoy en día. En los primeros meses del 68, se mezclaban noticias como la victoria de España en Eurovisión, la muerte de Luther King, el estreno de 2001, odisea en el espacio…  Los hechos históricos vistos desde su presente gozan de libertad, en el sentido de que disfrutan de la indeterminación, de no saber cómo serán fijados en un futuro. Pienso en que un pangolín, en 2019, cobró mayor protagonismo que cualquier acto o decisión de rey, gobernante o mandatario, lo que nos remite a la libertad objetiva del mundo, con independencia de que seamos libres o esclavos, el mundo hace lo que quiere con nosotros.

¿Somos hoy más dóciles que los noventayochistas?

Esa conclusión se la dejo al lector; quería que la novela siguiera el modo de operar de Platón, que colocaban idea sobre idea, y quise que fuera un libro con final abierto, que estableciera paralelismos sobre la universidad de entonces y la de ahora, la lucha por la diversidad LGTB, que hiciera al lector cuestionarse los relatos hegemónicos y los contrahegemónicos que hay acerca de este asunto, porque hay mucha mitología y mucha demonización acerca del Mayor del 68. No sé si somos más esclavos o más libres, estoy con Hegel cuando dice que cuando avanzamos en la historia no tenemos mayor libertad, pero sí mayor conciencia de la misma.

«La libertad sin cadenas es una fragilidad absoluta flotando en el aire»

¿Por qué una novela epistolar?

Todo el que tenga un sistema de comunicación instantáneo como Telegram o WhatApp vive en una novela epistolar continua, muy parecida a las del siglo XVIII, pensemos que Rousseau, con sus señoras parisinas, se intercambiaba hasta tres o cuatro papelitos durante el día; la novela epistolar está más presente hoy que nunca, y es la base de la novela en primera persona, dominante en el mercado literario. Quise homenajear a este género, el primer género novelesco estrictamente popular. Hay que recordar la novela previa al ciclo del XVIII era una novela que no se leía sino que se recitaba.

Hay, en el libro, numerosas alusiones a maestros, como Camus o Diderot. ¿Qué importancia tienen los mentores a la hora de configurarnos?

Muchísima, para bien o para mal. Pienso el libro Los antiguos maestros, de Thomas Bernhard, que cuenta la historia de un tipo sentado ante un cuadro de Tiepolo que ha terminado ahí porque se ha propuesto destruir el canon de la pintura, pero el único cuadro de todo el museo que ha resistido a su crítica es esta obra. Los maestros siguen siéndolo porque, por mucho que su enseñanza estuviera asociada a cierto nepotismo, resisten a la crítica y se mejoran con ella. Esta trilogía es un homenaje a Platón, el más santificado y demonizado de los filósofos, a quien se acusó de ser el padre del totalitarismo moderno, el responsable de la eugenesia, de construir un proyecto político, su República, racista. Kafka, ¿es el gran crítico del estado burocrático o lo interpreta en clave religiosa? Pocos filósofos son tan duramente criticados por un sector del feminismo como Aristóteles, y sin embargo, nada los destruye sino que esa crítica los enriquece.

Como le sucede a Castor, ¿uno puede ser tiranizado por la libertad?

Esta es la tesis de Platón, que los regímenes políticos están en un continuo ciclo que lleva desde los más tiránicos a los autárquicos o anárquicos y de la anarquía surge el nepotismo, no hay normas comunes. Los caudillos carismáticos que se imponen a la ley por la fuerza, por la belleza o por la oratoria, provienen de la anarquía. El exceso de libertad, por compensación, lleva a la dictadura, históricamente lo hemos comprobado.

¿Qué justificaría ­–de haber algo que lo haga– renunciar a la libertad?

La felicidad, o lo que es lo mismo, un cachopo eterno, que pudieras comerte sin que se agotase, como el bocata de Homer Simpson.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

El exilio de María Zambrano

Olga Amarís Duarte

Hace treinta años que fallecía María Zambrano, imprescindible para entender la España del siglo XX y la que somos hoy.

La nueva sinceridad

José A. Cano

El abandono de «la cultura del cinismo» conecta a artistas como el rapero Residente o el cineasta Pedro Almodóvar.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME