Robots para la guerra
Esta clase de armas autónomas son cada vez más populares en los ejércitos. Las estimaciones calculan que este año habrá diez armas autómatas por cada humano en el ejército norteamericano. No es el único: China, Rusia y otros cuerpos militares también se han apuntado a esta futurista carrera armamentística.
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En 2003, el ejército estadounidense disponía de 500 vehículos aéreos no tripulados en su arsenal militar, si bien el número se percibiría ridículo una década años después: el número de robots para la batalla llegaría entonces a 11.000 drones y 12.000 máquinas terrestres. De hecho, las cifras son aún más espectaculares cuanto más se acercan al presente: si en 2011 uno de cada cincuenta soldados era un robot, para 2023 se estima que habrá diez armas autómatas por cada humano en el ejército norteamericano.
No es el único caso. En la agresión rusa a Ucrania, por ejemplo, los robots también están jugando un papel importante. Más allá de pequeños drones empleados para lanzar artefactos explosivos y vigilar, los ejércitos de Moscú, Kiev y los países aliados están empleando decenas de tipos de máquinas autónomas de combate. Es el caso de los GNOM, un pequeño robot terrestre –similar a Wall-E, la animación de Disney– armado con una metralleta de 7,62 mm y desplegado por Ucrania que se controla por control remoto. Esta máquina de metal, con tan solo medio metro de largo y un peso de 50 kilogramos, resiste temperaturas entre -25ºC y 60ºC, pudiendo ser operado por control remoto a una distancia de hasta cinco kilómetros. El Kremlin tampoco se queda atrás: según el Boletín de los Científicos Atómicos, Rusia estaría utilizando robots asesinos –en este caso, aeronaves no tripuladas completamente autónomas– guiados por inteligencia artificial. También la OTAN ha desplegado robots armados: en la frontera entre Rusia y Lituania, el ejército de Países Bajos ha posicionado máquinas que pueden estar armadas con ametralladoras pesadas, lanzagranadas de 40 mm, cañones automáticos de 30 mm y misiles antitanques.
No obstante, los robots implicados en esta guerra no solo valen para atacar o defenderse, sino también para ayudar a los enfermos. Gracias a una oenegé española, Ucrania ha recibido 20 robots médicos para el examen remoto de pacientes, siendo esenciales para salvar vidas: cada unidad es un cofre que reúne diferentes dispositivos médicos capaces de monitorear desde nuestro país las constantes vitales.
La llegada de los perros robot
La automatización de las armas cuenta con una sombra especialmente alargada a causa de la carrera armamentística entre China y Estados Unidos, una peligrosa competición que obliga a mirar a los llamados perros robot, máquinas que pueden llegar a convertirse en las primeras armas autónomas con capacidad de matar personas sin control humano.
Los perros robot pueden llegar a ser las primeras armas capaces de matar personas sin control humano
El Grupo de Trabajo de Letalidad en Combate Cercano del Departamento de Defensa de los Estados Unidos está trabajando en ello a través del vehículo terrestre no tripulado V60: un perro robot todoterreno fabricado por Ghost Robotics al que se le puede acoplar un rifle no tripulado de propósito especial (SPUR, por sus siglas en inglés). China comparte la misma senda, desarrollando perros robot que llevan acoplados en su parte superior una metralleta (según medios especializados, una ametralladora ligera china QBB-97).
¿Cuáles son sus peligros?
Las armas autónomas conllevan riesgos de todo tipo, tal como advierten numerosas organizaciones internacionales. Stop Killer Robots, por ejemplo, busca garantizar el control humano en el uso de la fuerza ante «la creciente deshumanización digital», ya que considera que gobiernos y empresas «están desarrollando rápidamente sistemas de armas con una autonomía cada vez mayor, utilizando nuevas tecnologías e inteligencia artificial». Estos «robots asesinos», señalan, podrían ser utilizados en zonas de conflicto por las fuerzas policiales y en el control de fronteras, «pero no se debe permitir que una máquina tome una decisión sobre la vida o la muerte». Una situación, afirman, que deshumaniza a las personas, convirtiéndolas en simples datos.
Tal como señalan, nuestra relación con los robots armados plantea nueve problemas: deshumanización digital, sesgos algorítmicos, pérdida de control, falta de juicio y entendimiento humano, falta de rendición de cuentas, incapacidad para explicar lo sucedido (y sus razones), un umbral de la guerra más bajo, una carrera armamentista desestabilizadora y una problemática relación con la tecnología. Solución, en cambio, habría una sola: elaborar una nueva ley internacional con la que prohibir y regular esta clase de armas tanto a gobiernos como empresas.
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