Innovación

La algor-ética (o los principios éticos de la inteligencia artificial)

Introducir y promover principios éticos significa construir una inteligencia artificial al servicio de la humanidad. Al fin y al cabo, esta no es más que una herramienta: depende de cómo la concibamos.

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30
noviembre
2022

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Desde que nos levantamos hasta que cerramos los ojos de nuevo, e incluso mientras dormimos, la inteligencia artificial (IA) funciona para mejorar nuestra calidad de vida. La seguridad, el transporte, las transacciones comerciales: la IA impregna todos los aspectos de nuestra vida, sea cual sea nuestra edad, profesión y ubicación geográfica. Y lo más apasionante es que estamos al principio de una verdadera revolución tecnológica que ni siquiera podemos llegar a imaginar.

La inteligencia artificial nos permite dedicar tiempo a lo intrínsecamente humano, liberándonos de las tareas repetitivas, las tareas peligrosas o esas tan complejas de abordar que son resueltas de manera más eficaz por un algoritmo. Pero con su desarrollo también han surgido voces que alertan del peligro que supone dejar en manos de las máquinas decisiones fundamentales y para las que, hasta ahora, contábamos con la capacidad reflexiva del ser humano, aunque la historia haya demostrado una y otra vez que esto no es garantía de un proceso de decisión adecuado.

Por ello, abordar la ética de la inteligencia artificial es una cuestión urgente. Introducir principios éticos en el desarrollo de la IA significa construir una inteligencia artificial al servicio de la humanidad (y no solo con el objetivo de obtener beneficios económicos). 

La inteligencia artificial es una herramienta: su impacto, ya sea bueno o malo, depende de la configuración que le otorguemos

The Global American University, Schiller, se ha unido a IBM, Microsoft, la Academia Pontificia por la Vida, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Ministerio de Innovación italiano y otras universidades de todo el mundo para firmar en Estados Unidos el Llamamiento de Roma por la Ética de la IA (en inglés, Rome Call for AI Ethics) durante el pasado 26 de octubre. Desde su creación el 28 de febrero de 2020, la Rome Call ha estado concienciando activamente al público, las instituciones, las empresas y a todas las partes interesadas sobre la necesidad de la algor-ética; es decir, sobre la necesidad de una ética que pueda ser entendida por las máquinas. El objetivo es conseguir unir al mayor número de voces posible que exijan que el ser humano se sitúe en el centro.

En sus tres apartados (ética, educación y derecho) destacan seis principios éticos subyacentes a la algor-ética. Son la transparencia (los sistemas de inteligencia artificial deben ser comprensibles para todos); la inclusión (estos sistemas no deben discriminar a nadie, ya que todo ser humano tiene la misma dignidad); la responsabilidad (siempre debe haber alguien que se responsabilice de lo que hace una máquina); la imparcialidad (los sistemas de IA no deben seguir ni crear prejuicios); la fiabilidad (la inteligencia artificial debe ser fiable) y la seguridad y la privacidad (estos sistemas deben ser seguros y respetar la privacidad de los usuarios).

La inteligencia artificial es una herramienta: su impacto en el mundo, ya sea bueno o malo, depende de su configuración. La IA no puede comprender elementos típicamente humanos como la ética, la moral, la cultura, las emociones, el arte o la historia porque estos no pueden expresarse mediante fórmulas matemáticas. Nos corresponde a nosotros, por tanto, establecer las instrucciones necesarias –al diseñar los algoritmos que rigen la IA– para que las máquinas respeten siempre los derechos fundamentales de todo ser humano mientras realizan sus tareas.

Nos comprometemos a trabajar desde la educación en hacer posible el sueño de una inteligencia artificial que propicie el desarrollo de la inteligencia natural de los seres humanos. Y esto incluye reflejar estos principios en nuestros programas formativos para que todos nuestros estudiantes en Madrid, París, Heidelberg o Tampa se conviertan a su vez en adeptos a la algor-ética (y para que en sus futuras profesiones nunca olviden la importancia del factor humano).


Marta Muñiz es CEO y presidenta de The Global American University, Schiller.

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