Sociedad
La calidad del semen, a la baja
El conteo de espermatozoides no ha parado de bajar en medio siglo, acercándose peligrosamente al umbral de la infertilidad. Entre las principales causas, los hábitos nocivos como el consumo de drogas, alcohol y cigarrillos, la exposición a contaminantes y la cronificación del estrés.
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Cuando las parejas acuden a una clínica de reproducción asistida porque no consiguen tener hijos, en aproximadamente la mitad de los casos, el problema de infertilidad proviene del semen, según un estudio de Sanitas. En su mayoría, además, se debe a una calidad seminal deficiente. Pero ¿qué significa exactamente esto?
La salud espermática depende de varios factores, que incluyen la cantidad de espermatozoides, su movimiento y su morfología. Así, la calidad del semen se considera normal cuando el volumen total en la eyaculación está entre 1,5 y 5 mililitros, cuando al menos el 75% de los espermatozoides están vivos, el 30% están bien formados, el 25% se mueven hacia adelante con rapidez y el 50% se mueven hacia adelante, así sea lentamente, para nadar a través del cuello uterino, el útero y las trompas de Falopio. Pero, sobre todo, interesa la cantidad de espermatozoides. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como valores de referencia para que una persona sea fértil al menos 15 millones de espermatozoides por mililitro. En 1999, la cifra se ubicaba en mínimo 20 millones.
Esta diferencia responde al rápido descenso que ha tenido la calidad seminal en los últimos años. Una investigación reciente, publicada por la revista Human Reproduction Update, descubrió que, en menos de medio siglo, la calidad del esperma ha bajado a la mitad. El macroanálisis, que recopila estudios de 53 países en los cinco continentes, demuestra que el declive no solo se ha dado en las naciones occidentales, como se había planteado hace unos años, sino que la tendencia se sostiene alrededor del mundo. Desde 1973, cuando comenzaron los primeros estudios, el número de espermatozoides ha pasado de 101 millones a 49 millones por mililitro; de 335,7 millones de espermatozoides por eyaculación a 126,6 millones en 2018.
Y el ritmo de la caída se ha ido acelerando a medida que ha pasado el tiempo. Los investigadores han señalado que, si la tendencia a la baja se mantiene, en tan solo una década, la concentración de espermatozoides podría pasar del umbral mínimo. En otras palabras, el presagio es sombrío: en apenas diez años, a las personas les costará más tener hijos.
¿A qué se debe este declive?
Mientras algunas hipótesis apuntan a los malos hábitos de vida actuales, otras se remontan a las primeras semanas de vida. «Sospechamos que la exposición temprana del embrión/feto y el niño a contaminantes con actividad hormonal y disruptores endocrinos tiene mucho que ver», explicó recientemente en una entrevista Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada e investigador de la calidad del esperma en España. Pero también hay algunas causas médicas: las enfermedades en los testículos, los problemas hormonales y las afecciones del hipotálamo y la glándula pituitaria, zonas del cerebro que envían la señal a los testículos de que produzcan testosterona y espermatozoides.
Por otro lado, la edad juega un rol importante. Si bien es cierto que, a diferencia de las mujeres, los hombres pueden procrear a lo largo de su vida, su fertilidad se reduce con la edad. No solo puede decrecer la concentración de espermatozoides, su movilidad y su morfología (especialmente después de los 50 años), sino que además pueden disminuir los niveles de testosterona.
Contaminantes como los pesticidas, el mercurio, el plomo o los componentes de algunos plásticos influyen sobre la fertilidad masculina
Y también influyen ciertos medicamentos. Los antidepresivos tricíclicos, los bloqueadores de canales de calcio y los opioides pueden contribuir a los problemas de fertilidad. Los esteroides anabólicos, por ejemplo, aunque aumentan la masa muscular, pueden reducir la calidad espermática. Asimismo, la quimioterapia y la radioterapia podrían afectar la fabricación de esperma y producir infertilidad.
Sin embargo, los factores ambientales podrían estar contribuyendo a la baja calidad espermática de la humanidad. Las altas temperaturas, ya sea por la exposición al calor que desprenden los dispositivos electrónicos o debido a fiebres, dificultan la producción de esperma, pues los espermatozoides se forman en los testículos a dos grados por debajo de la temperatura corporal. Asimismo, la creciente exposición a sustancias tóxicas y a la radiación ionizante en los últimos años puede estar repercutiendo sobre la calidad del semen. Contaminantes como los pesticidas, el mercurio, el plomo o los componentes de algunos plásticos influyen sobre la fertilidad masculina.
Hay alguos hábitos que podemos cambiar para reducir el riesgo, pues el alcohol, el tabaco y otras drogas pueden influir sobre los niveles hormonales y, de esta manera, provocar un bajo conteo de espermatozoides. Además, los altos niveles de estrés que vivimos actualmente no se quedan atrás: el estrés crónico aumenta los niveles de glucocorticoides en la sangre, que afectan las hormonas sexuales masculinas y, por ende, la creación de espermatozoides.
¿Es posible mejorar la calidad del esperma? La respuesta es afirmativa. Algunas recomendaciones incluyen seguir una dieta rica en antioxidantes, con alto contenido de frutas y verduras; mantener un peso saludable; controlar el estrés y realizar actividad física moderada.
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