Blancas manos en barros menorquines

Cuando conocimos a la ceramista Blanca Madruga, no teníamos claro si nos fascinaba más su arte o su camino hasta él: antes, estudió Derecho y Humanidades. Incluso ejerció como abogada durante 14 años, hasta llegar a ese punto de inflexión en el que se cuestiona la huella dejada en el mundo.

El derecho que tanto le gustaba se había vuelto poco amable. Durante uno de esos pleitos, se sintió realmente incomodada y salió a descolegiarse como quien se despoja de la ropa usada. El sistema la había decepcionado y Madruga se apuntó a estudiar Humanidades. De eso hará 20 años.

Madruga: «Soy mucho de hacer y romper… Habría que romper más, de hecho»

Durante y después de los estudios, esta artesana vivió en Etiopía, India y Madagascar. Cuando vuelve finalmente a España, Madruga se instala en Menorca –donde gestiona un hotel que hace suyo en cuanto puede– e instala ahí su primer horno para probar suerte con la cerámica. Empezaron a entrar pedidos y el resto es ya historia. «Soy mucho de hacer y romper… Habría que romper más, de hecho», asegura, explicando que «la cerámica es el arte de la frustración».

Su casa-taller de Mahón está abierta para visitas bajo cita concertada. Además de descubrir la delicada producción de esta artista, también es un espacio para el aprendizaje. En cualquier momento del año se pueden probar clases con esta maestra alfarera para adentrarse en la artesanía.

Además de Blanca Madruga, se pueden descubrir algunos de los mejores artesanos de Baleares gracias a la guía online How They Work o al libro España a mano (La Fábrica).

Para saber más: @blancamadrugaceramica