10 trucos para que los niños lean
Leer solo tiene beneficios: es entretenido, permite descubrir el mundo y mejora la salud mental. Convencer a los niños para que lo hagan, sin embargo, requiere más que una simple exposición de sus ventajas.
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Para quienes leen de forma entusiasta, la vida sin una pila de libros esperando a ser leídos parece imposible. Son quienes, a veces, se reconocen cuando se habla de tsundoku, la palabra japonesa que captura el dejarse llevar en las librerías y hacerse con más libros de los que se está siendo capaz de leer. Son también quienes, casi siempre, tienen serios problemas para responder cuando les piden que escojan un libro favorito: tienen demasiados. La pandemia ha ayudado a que leer se consolide como hobby. Según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España, el 52,7% de los españoles son lectores frecuentes. Sin embargo, se observa un patrón en la lectura infantil: cuando se llega a la adolescencia, se pierden lectores. ¿Por qué dejan los niños de leer y por qué algunos no lo llegan a hacer nunca?
Los beneficios de la lectura son muy variados e importantes. De entrada, son fundamentales para el buen rendimiento escolar. «Entender y comprender la lengua es importante para poder alcanzar objetivos académicos en todas las áreas», aseguraban este verano Daniel González de Vega y Javier Arroyo, fundadores de Smartick, en la presentación a medios del Informe Smartick 2022: Dominio de la comprensión lectora y gramática en España. Según sus datos, la mitad de los adultos en España suspende en ortografía, aunque sí aprueben en comprensión lectora. Pero ¿cómo convencer a niños y niñas de que lean? No parece fácil que los empujen a ello las estadísticas, pero sí que lo hagan ciertos trucos para incentivar la lectura.
Convencer con el ejemplo
Antes que nada, habría que recordar que para que los niños lean, antes deben hacerlo los adultos. Las probabilidades de que se conviertan en lectores suben si en su casa leer se hace de forma habitual. Además, tal como ha demostrado un estudio de la Fundación Bofill, la lectura en casa mejora el rendimiento escolar: los alumnos cuyos padres les leen van medio curso por delante de sus compañeros.
Seguir en vacaciones
El trabajo de animación a la lectura debe continuar más allá del curso escolar. Los períodos vacacionales –desde el parón de Navidad al largo paréntesis del verano– deben ser momentos para la lectura. De hecho, estos representan grandes oportunidades, ya que no solo crean una excusa temática, sino que los escolares tienen mucho más tiempo libre que estarán deseosos de llenar.
Nadie está obligado a leer el ‘Lazarillo de Tormes’
Uno de los grandes debates cíclicos sobre las lecturas y la infancia es el que se conecta con las lecturas obligatorias escolares. ¿Se eligen mal los libros e involuntariamente se acaba espantando a los jóvenes lectores? Abordar esa cuestión implicaría ir más allá de los límites de este artículo, pero lo que queda fuera de duda es que, cuando se habla de incentivar la lectura como placer, no deberían existir obligaciones.
Dejar que los niños descubran
En este sentido, también es crucial respetar los intereses y la curiosidad infantiles. Hay que permitirles que exploren los libros, que vayan descubriendo poco a poco cuál es su yo lector y que escojan qué quieren leer. «Cuando se está tratando de mantener un hábito entre los pequeños es importante que cada uno vaya a su ritmo», apuntaban al hilo de una campaña de lectura veraniega desde Fundación Jaime Alonso Abruña y la Academia Jaime Alonso, quienes añadían que «además de elegir el libro de preferencia, puedan explorar a su gusto y de manera desorganizada su contenido».
Lecturas graduadas, pero flexibles
Los autores de literatura infantil hacen un trabajo constante para entender a sus jóvenes lectores, pero también para adaptarse a su nivel de comprensión lectora y al de sus conocimientos sobre el mundo. Por ello, ofrecer a estos lectores libros pensados para sus edades es crucial, aunque tampoco es necesario ser esclavos de las edades recomendadas: cada niña y cada niño son un mundo y ser flexibles con los textos según sus intereses y su madurez es fundamental.
Cómics, audiolibros… Todo lectura
En esa flexibilidad, también es importante eliminar los prejuicios que todavía quedan en algunos adultos frente a géneros literarios o formatos de presentación de las historias. Ni una novela de detectives es menos que un clásico, ni un cómic es menos lectura que una novela sin ilustraciones. Escuchar un audiolibro sigue siendo lectura. Nunca está de más recordar, nuevamente, que lo que se busca es disfrutar con los libros.
Leer en voz alta
La oralidad es una parte crucial del proceso de aprendizaje lector y también de la conversión de esta actividad en un hábito apreciado. Así, las recomendaciones pedagógicas interpelan a leer a niñas y niños antes incluso de que ellos aprendan a leer, así como a hacerlo con ellos una vez que ya han adquirido esos conocimientos. Jugar con las voces de las historias ayuda a potenciar la imaginación.
Ir a la biblioteca
Ningún lugar es más adecuado para despertar el amor a la lectura que una biblioteca. En las bibliotecas, además, el personal no solo ayuda a elegir lecturas infantiles: también disponen de un arsenal de actividades y propuestas para incentivar ese amor por los libros, desde clubes de lectura hasta acciones como fiesta de pijamas literarias.
Los libros como premio
Ritualizar los libros como un premio, como algo que se recibe en momentos importantes, ayuda a verlos de una manera mucho más atractiva y mucho más positiva. Nada mejor que regalar libros o que usar momentos clave para acercarse a una librería y comprarlos.
Crear una biblioteca propia
Finalmente, la persona lectora necesita su propia biblioteca. Sentir que esos libros son propios y tenerlos siempre accesibles para leer y releer los favoritos es la base para afianzar ese amor por la palabra escrita.
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