Medio Ambiente

Ríos de basura: México, la otra historia de la Agenda 2030

En los países desarrollados, la sostenibilidad y el reciclaje son una prioridad contra el calentamiento global. Sin embargo, en naciones en vías de desarrollo como México, las metas marcadas a nivel global por las Naciones Unidas siguen siendo una utopía. Especialmente a la hora de gestionar residuos: en ocho de cada diez vertederos no se lleva a cabo ningún monitoreo de seguridad o higiene.

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18
noviembre
2022
Un basurero a cielo abierto. Fotografía: Mauricio Hernández

El camino entre la carretera y el basurero municipal está repleto de locales callejeros de comida, además de furgonetas que venden productos de la tierra: maíz, nopales (cactus), pan (hecho con el trigo local), verduras, etcétera. Sin embargo, por momentos el aire es irrespirable: incontables riachuelos de fétidas aguas negras rodean esa zona en las afueras de la capital mexicana, anuncian la cercanía con el destino final de los desechos de las localidades vecinas.

Ni un kilómetro separa ese vertedero municipal a cielo abierto de los cientos de lugares donde se ofrece comida. Peor aún, la distancia entre ese ingente basurero y los prados recién cosechados de maíz, o en los que pastan vacas, cabras y corderos, es nula: inmensos cerros de basura donde las formas entre lo orgánico y lo inorgánico son indistinguibles y dibujan la estampa que alguna vez fue rural. En pocas palabras, la basura, a la vista y en el aire, es un elemento cotidiano.

En México (uno de los 13 países más contaminantes del planeta), la lucha contra el cambio climático, así como las políticas públicas para fomentar la sostenibilidad, el reciclaje y la circularidad, no son una prioridad. La cantidad de residuos que se separan es menor al 10%, y casi la totalidad de los destinos finales de la basura no cuentan con las mínimas infraestructuras sanitarias. El Gobierno, tiene un discurso ambientalista, pero nunca se pone en práctica.

A diario, este país produce más de 120.000 toneladas de residuos sólidos, de las cuales 19.000 no se recolectan nunca (o son quemadas en parcelas privadas)

Una prueba de ello es que en el 88% de los vertederos no se lleva a cabo ningún monitoreo de seguridad o higiene. Esa es la realidad en un país en el que a diario se producen más de 120.000 toneladas de residuos sólidos (44 millones de toneladas al año), de las cuales 19.000 no se recolectan nunca (o son quemadas en parcelas privadas o terminan en las alcantarillas, carreteras, o directamente en el mar).

Aunado a eso, la gestión de la basura está en manos de mafias que obtienen ganancias millonarias a costa de las personas más vulnerables de la sociedad que se dedican a la recolección de residuos sólidos –en México, la mayoría de las personas dedicadas a esta actividad no tienen un contrato laboral o un salario fijo, y no cuentan con un equipo mínimo de trabajo para garantizar su seguridad sanitaria, pues desarrollan esa labor con las manos sin guantes ni mascarillas; además, los vehículos donde transportan la basura son altamente contaminantes–.

Detalle de los residuos en un basurero a cielo abierto. Fotografía: Mauricio Hernández

México, un retraso de 100 años respecto a Europa

La batería de un coche, una cáscara de naranja, un pañal, tubos de plástico y restos de lo que parece una inmensa tela se entremezclan entre lo que pudo haber sido un riachuelo hace no mucho tiempo. Sobre esa montaña de desechos, unas gaviotas picotean y buscan comida. Más abajo, un cerdo también rebusca entre una charca de agua negra algo que comer: lo grave no es que se bata en el barro, sino que lo hace en líquidos procedentes de la putrefacción de esos desechos. 

En todo México aún hay 1.600 vertederos al aire libre (además de incontables vertederos clandestinos –sobre todo, de residuos altamente tóxicos– de los que no se tienen datos). En ellos, los residuos no están separados y por eso mismo ya no pueden ser reciclados. Las condiciones sanitarias en esos inconmensurables muladares son inexistentes, y eso los convierte en focos altamente contaminantes.

Ramos: «En los países menos desarrollados no hemos logrado ver a los residuos como una oportunidad para alcanzar la sostenibilidad»

En todos ellos se generan lixiviados (líquidos y lodos producidos por la descomposición de la basura, con un altísimo grado de toxicidad) que se filtran hacia el subsuelo y a los mantos acuíferos subterráneos, pues no cuentan con una geomembrana que lo impida. El 87% de los destinos finales de los residuos en el país es así. Y el 13% restante es de rellenos sanitarios, un sistema menos contaminante, pero prácticamente obsoleto –en países como Dinamarca, Holanda o Noruega ya han sido remplazados por plantas de reciclaje–. Peor aún es el dato de la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (el equivalente al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico de España) que dice que solo el 5% de los residuos se recolectan separados.

Alejandra Ramos Jaime, divulgadora mexicana y experta en residuos sólidos, explica que México lleva 100 años de retraso respecto a Europa en cuanto a la gestión de la basura. Según cuenta, hacia 1900, tanto en México como en el viejo continente primaban los vertederos a cielo abierto. Sin embargo, para 1970, en la mayoría de los países europeos predominaban los rellenos sanitarios. Hoy, gracias a que la Agenda 2030 es un tema prioritario en las agendas, países como Holanda, Dinamarca, Francia, Alemania, y España tienen cada vez más plantas de reciclaje y los residuos son vistos como una oportunidad para crear algo más.

Cada tonelada de desechos orgánicos que llega a un vertedero a cielo abierto genera 4.2 toneladas de CO2

Un ejemplo claro es el de Noruega, que es uno de los países que más plásticos utiliza (per cápita), pero que cuenta con plantas procesadoras de este material para transformarlo en energía (sobre todo, durante los meses más cruentos del invierno). «El problema es que en los países menos desarrollados no hemos logrado ver a los residuos como una oportunidad para alcanzar la sostenibilidad; aquí, por ejemplo, la basura sigue siendo un negocio millonario de mafias y de administraciones corruptas”, zanja Ramos Jaime.

Un basurero a cielo abierto. Fotografía: Mauricio Hernández

Además, la experta advierte: «El problema está más cerca de lo que creemos». Lo dice en relación a la cercanía que tienen los incontables prados con cosechas a los desbordados muladares a cielo abierto. «¿Tú estás seguro de que esa piña o ese aguacate no fueron regados con aguas de un basurero? Yo no».

El panorama en materia medioambiental es desolador: cada tonelada de desechos orgánicos que llega a un vertedero a cielo abierto genera 4.2 toneladas de CO2 (y son 44 millones de toneladas de basura las que se producen al año). Respecto a su política medioambiental, Climate Action Tracker ha calificado a México como un país «altamente insuficiente», la peor consideración solo después de «críticamente insuficiente». En su último informe, la organización sostiene que no cuenta con un objetivo net zero para eliminar las emisiones contaminantes que producen tanto la basura como la industria.

Respecto a las políticas climáticas, añade que el Gobierno actual va en constante retroceso: aún se prioriza el uso de combustibles fósiles, se desmantelan las políticas e instituciones que luchan contra el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. El informe cierra con: «Para que México logre incluso sus compromisos climáticos obsoletos para 2030 debe revertir sus políticas, alejarse de combustibles fósiles, fomentar las energías renovables y abordar el sector del transporte».

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