Economía

La tentación está más cerca que nunca de las empresas

La interiorización de normas por parte de empleados y directivos es una pieza fundamental para todo tipo de negocios. La reducción de la vulnerabilidad relativa al sufrimiento de delitos y el aumento de atracción del talento son solo algunas de las razones para tomarse en serio la cultura empresarial de la legalidad.

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11
noviembre
2022

La tentación del incumplimiento está más a mano que nunca, entre otros factores, por la rapidez y el anonimato que ofrece internet. Esto, entremezclado con las constantes crisis económicas, sociales y sanitarias, alimenta el argumentario de cualquier empleado o directivo de las empresas atraído por los beneficios cortoplacistas de lo ilegal en un momento dado.

Cuando analizamos el incumplimiento normativo no debemos olvidar que las empresas se componen de personas, con sus luces y sombras. Ciertamente, cuando uno decide emprender o formar parte de una compañía no suele tener en mente delinquir u operar en la economía sumergida, no valorando –a priori– como parte de sus prácticas empresariales la contratación irregular, el fraude en ERTEs o el incumplimiento de la debida cotización, aunque luego se conviertan en las infracciones más habituales cometidas por las compañías.

La creación de una estructura internacional con entidades jurídicas para obtener beneficios impositivos no es per se un delito. No obstante, cuando evidenciamos que se ha montado una trama con diferentes entidades para evadir responsabilidades fiscales, sí: estamos frente a la comisión de un acto ilícito que trasgrede la legislación tributaria.

Quizá por la fatiga del cumplidor que se percibe como único a su alrededor o quizá por la seductora idea de ser el más listo, la integridad se pone en cuestión en ocasiones. Es justo en esta situación mental en la que los contraargumentos que aquí se presentan pueden ser vitales en la decisión de cumplimiento del empresario, empleado o directivo, especialmente para su seguridad y la continuidad de su negocio.

Muchos desconocen que la compra de CD piratas falsificados en Estados Unidos fue una fuente de financiación para los atentados del 11-M

Actualmente, la reputación, la integridad y el propósito, más que un valor añadido, son ya una verdadera exigencia del consumidor contemporáneo. Lo cierto es que las normas de comportamiento y comunicación que rigen las actuaciones de una compañía no siempre están escritas, y son precisamente las que acaban definiendo lo que se considera correcto y aceptable dentro de una entidad; es decir, la ética y la cultura empresarial. Se puede creer que las entidades rigen sus actuaciones en base a la cultura general, pero la realidad es que cada organización cuenta con su propio ecosistema. Tenerlo en cuenta es el primer paso hacia una verdadera cultura de legalidad

Es posible que este fundamento desaparezca bajo la idea de no ser descubiertos nunca en la infracción, pero operar en el lado oscuro tiene riesgos ineludibles: sitúa a la empresa en una clara posición de vulnerabilidad, como constantemente indican el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional) y Europol.

Esto se debe a que, cuando un empresario que realiza prácticas en la economía sumergida y sufre un delito como amenazas o extorsiones, tiene más reticencias a acudir a las autoridades en búsqueda de protección, pues ello puede evidenciar sus actividades irregulares. Consecuentemente, se tiende a aceptar las exigencias extorsivas sin más resistencia. Esto, que es sabido por las organizaciones dedicadas a amenazar y extorsionar, termina convirtiéndose en un factor de atracción: las empresas menos cumplidoras pueden resultar más propensas a la victimización.

Cuando un empresario realiza prácticas en la economía sumergida y sufre un delito, tiene más reticencia a acudir a las autoridades

Una práctica muy común, que muchos tienen como insignificante y con pocas o nulas consecuencias, es la adquisición de bienes falsificados: se piensa en el beneficio inmediato de comprar un artículo o mercancía a un precio reducido, como un bolso de marca o pastillas de freno falsas, aunque estos objetos no cumplan con los estándares mínimos de calidad y provenga de un delito. En ocasiones, por desconocimiento, empresas y ciudadanos deciden formar parte de dicha cadena, ya que piensan que al comprar un producto «de imitación» no están cometiendo un delito sino ayudando, por ejemplo, a un vendedor ambulante a llevar dinero a su hogar. Nada más alejado de la realidad: detrás de la venta de dichos productos hay mafias que habitualmente están involucradas en el blanqueo de capitales, mano de obra infantil, trata de seres humanos y financiación del terrorismo, por mencionar los delitos más frecuentes en estos casos. Hoy en día existen muchas personas que desconocen que la compra de CD piratas falsificados en Estados Unidos fue una fuente de financiación para los atentados terroristas ocurridos en la estación de Atocha de Madrid el durante el 11 de marzo de 2004.

Por el contrario, una cultura de cumplimiento fortalecida atrae el talento, una necesidad crítica en los tiempos actuales, según explica el Foro Económico Mundial (WEF). Además de suponer una importante reducción de riesgos laborales de todo tipo, un clima cultural de legalidad genera un ecosistema empresarial que facilita el flujo de ideas, talento y capital y, por tanto, de crecimiento para la región o sector; así, de este ecosistema puede beneficiarse toda la ciudadanía.

Por todo ello, es más importante que nunca interiorizar las normas para generar una auténtica cultura de legalidad en las empresas que automatice una respuesta de rechazo al incumplimiento. Si fomentamos un clima de cumplimiento y respeto por las normas, estaremos creando una esfera de protección y de confiabilidad digna del progreso que los avances científicos y tecnológicos nos está brindando.


Carmen Jordá es profesora de Criminología y seguridad en la UCJC y responsable de Prosegur Research y de la Unidad de Inteligencia y Prospectiva en Prosegur. Elena Barriales es ‘alumni’ de Criminologia y seguridad en la UCJC y ‘junior compliance manager’ en Garrigues. José David Morales es profesor de Criminología y Seguridad en la UCJC y ‘compliance manager’ en la Unidad de Inteligencia financiera en Amex.

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