Transparencia

¿Quién desmiente a quien miente?

La práctica creciente de propagar noticias falsas a través de redes sociales, y que los medios de comunicación se hagan eco de ellas, pone en riesgo el derecho a recibir una información veraz. Proyectos como Maldita o Verificat trabajan para contrarrestar los efectos de la intoxicación informativa.

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05
enero
2024

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Vivimos absorbiendo a cada minuto informaciones nuevas. Publicaciones en redes sociales o en blogs, entradas en foros, podcast y otros numerosos recursos se han convertido en soportes para difundir contenido que, en muchos casos, se toma como cierto, pese a no conocer la fuente y los intereses que puede haber detrás. La era digital se impone. La atracción por la inmediatez junto a distintos tipos de intereses conlleva que se difundan supuestas «noticias» no contrastadas y ajustadas a objetivos concretos.

Esta nueva realidad conlleva distintas consecuencias, la mayoría negativas para un sistema democrático donde el derecho a la información es un pilar básico para la consistencia de una opinión pública libre. ¿Cómo echar abajo las llamadas fake-news? Algunos organismos, conscientes de la trascendencia de este tema, han puesto en marcha sistemas de Alfabetización Mediática e Informacional (AMI). ¿Qué es la AMI? La UNESCO, en 2011, la definió como «un conjunto de competencias que empoderan a la ciudadanía para acceder, analizar, interpretar, comprender, evaluar, utilizar, crear y difundir información y contenido multimedia en todos los formatos, utilizando diversas herramientas, de forma crítica, ética y creativa». En 2021, y a partir la declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la «infodemia» –la sobreabundancia de información, muchas veces falsa, sobre la pandemia–, la AMI se actualizó, para incluir temas como la ciudadanía digital, la desinformación, el rol de los medios de comunicación y de las plataformas digitales o la construcción del conocimiento científico, entre otros.

Las fake-news surgen a raíz de publicaciones en redes sociales. Una información, surgida de algún bulo o rumor, se comparte en un soporte –muro de Facebook, mensaje de WhatsApp– y, poco después, debido a lo «jugoso» del contenido, se propaga y se llega, incluso, a hacer viral. Las historias, generalmente de contenido humano y, por tanto, de interés, saltan a los medios de comunicación online que dan por hecho que algo que se extiende como la pólvora tiene, forzosamente, que ser cierto. En la era de la inmediatez no hay tiempo para la documentación, el contraste y la investigación. En ciertos medios, pese a que se pueda confirmar la veracidad de la información, prevalece el interés por el aumento del tráfico de visitas en su web, por el auge del medio en cuestión o, incluso, por el favorecimiento de cierta ideología.

En ciertos medios, pese a que se pueda confirmar la veracidad de la información, prevalece el interés por el aumento del tráfico de visitas en su web

El periodismo se resiente con estas prácticas. Resulta evidente que se nos ha instalado un problema con el manejo de la información y que es prioritario atajarlo. Precisamente con el objetivo de contrarrestar la toxicidad informativa se han creado plataformas como maldita.es, una comunidad de usuarios y usuarias que se involucran para desmentir informaciones falsas. Cuenta con un equipo, liderado por Clara Jiménez Cruz, que trabaja de forma colaborativa para evitar la propagación de bulos. «Cada vez consumimos más las noticias individualmente, aisladas, sin contexto. Cada vez entramos menos en la página de un medio de comunicación y consumimos las noticias a través de lo que nos llega por redes sociales, sin saber a qué tipo de página estamos entrando para consumir, o si es un medio fiable o no lo es», explica Jiménez Ruíz en una charla TED centrada en esta temática, donde explica que muchas de estas falsas noticias proceden de webs existentes que permiten transformar un bulo para que adopte formato de noticia. «Con herramientas como esta, puede desinformar casi cualquier persona, y eso cada vez es más fácil y cada vez es más peligroso», añade.

En esta misma línea trabaja Verificat, asociación sin ánimo de lucro que lucha contra la desinformación y la manipulación en internet. «El exceso de información y la desinformación están quebrando la confianza en las instituciones, fragmentando la sociedad y, últimamente, poniendo en peligro la democracia», indica Lorenzo Marini, cofundador de Verificat. La formación de una ciudadanía crítica, fundamentalmente orientada a la población joven y al profesorado –es decir, al ámbito educativo– se ha convertido en uno de sus ejes prioritarios. Y es que circular por la red evitando la impulsividad y la aceleración, tomando conciencia del tipo de web que estamos visitando y partiendo de un enfoque analítico, son actitudes fundamentales para no dejarnos arrastrar por la creciente ola de las fake-news.

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