«Estamos en el mejor momento para el cambio: tenemos más conciencia colectiva que nunca»

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Borja Rebull
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La tecnóloga Lucía Velasco, quien fue directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), plantea en su ensayo ‘¿Te va a sustituir un algoritmo?‘ los retos –no exentos de peligros- de la transformación digital en el futuro del trabajo y, por lo tanto, de la economía. Conversamos  con la experta sobre la responsabilidad de la empresa en una época en la que «el cambio» hacia un modelo más humano y responsable –también en lo social y lo medioambiental–resulta más urgente y necesario que nunca. 


La aceleración del cambio climático, la disrupción de la pandemia o la reordenación geopolítica del mundo han despertado sensibilidades que demandan a empresas e instituciones un cambio de paradigma en el que la sostenibilidad ambiental o el bienestar social se sitúen en el centro. ¿Estamos preparados para enfrentar tal transformación? ¿Qué retos encontramos en el camino?

Me da la sensación de que estamos en el mejor momento posible para que esto cambie, es decir: tenemos una conciencia colectiva que no habíamos tenido hasta ahora, nos han pasado todo tipo de infortunios que además nos animan a hacerlo mejor, tenemos a los jóvenes muy concienciados de que tenemos que preocuparnos por su futuro, que es el que nosotros y nosotras dejamos a las nuevas generaciones… Todos los elementos para hacerlo posible. ¿Qué hace falta? Para empezar, determinación política y empresarial, porque esto es algo compartido, no solo de unos pocos actores, sino de todo el sistema. Y, por otro lado, que seamos conscientes de quién necesita más ayuda para sumarse a esta transformación sostenible.

«La concentración de poder y de riqueza está llevando al malestar social»

A día de hoy hay menos hambrunas que nunca y la esperanza de vida no deja de aumentar. Sin embargo, asistimos en las últimas décadas a un aumento preocupante de las tasas de desigualdad. Ante un paradigma en el que todos los actores sociales asuman una parte de responsabilidad social, ¿en qué medida correspondería a las empresas contribuir activamente a solucionar este problema y cómo podrían hacerlo?

Tenemos que tener en cuenta una perspectiva global, pero también hay que tener la perspectiva local muy cercana. Aunque hay países que estén mejorando su situación, la realidad dentro de las economías más desarrolladas es que la desigualdad está aumentando y, en muchos casos, la concentración de poder y de riqueza está llevando al malestar social. Es una coordenada que no podemos perder de vista y que está muy vinculada al mercado laboral donde, sin duda alguna, las empresas tienen un papel  muy importante.

Uno de los principales vectores ciudadanos que pretenden desencadenar el cambio es el llamado «consumo consciente». Es decir, aquel que tiene en cuenta el equilibrio natural y social de bienes y servicios. ¿Puede este enfoque impulsar la transformación del modelo socioeconómico hacia uno más deseable? ¿Cómo puede hacerse desde las empresas?

Un cambio sistémico de esta magnitud no lo va a conseguir nunca uno de los actores. El consumo consciente, que es parte del capitalismo consciente, es una dinámica importante, pero a la que debemos enfrentar una realidad: si quieres consumir productos de proximidad, ecológicos, y que respeten una serie de principios, tienen que ser asequibles. 

Hablamos de un proceso de transformación en el que el sector empresarial deberá contemplar su impacto real tanto medioambiental como social. ¿Cómo garantizar esta transformación sin renunciar a la sostenibilidad económica?  

Se confunden a menudo la sostenibilidad económica y la búsqueda del máximo beneficio de forma permanente. Tenemos que entender el beneficio en sentido amplio: no sirve de nada que hoy ganes un cliente más porque le ofreces algo insostenible a medio y largo plazo, y a cambio generes una serie de externalidades, perjudiques al planeta, crees conflicto social, utilices mano de obra mal pagada… Hay que tener en cuenta toda la dimensión del beneficio de la sostenibilidad económica, que se consigue logrando que todo el sistema siga consumiendo. 

«Si quieres consumir productos de proximidad, ecológicos, y que respeten una serie de principios, tienen que ser asequibles»

En una situación de crisis superpuestas como la actual, ¿cómo puede afectar al empleo la revolución digital?

En el fondo, estamos hablando del futuro de todas las personas. Tanto de las empresas, como de la ciudadanía. Y para eso, hace falta distribuir la riqueza: el principal distribuidor de riqueza de nuestro sistema es el mercado laboral, gracias al cual podemos comprar, realizar nuestras actividades… Por eso es necesario que cumpla su función. 

La desaparición de miles de oficinas bancarias, que ha afectado sobre todo a la tercera edad, ha generado un nuevo debate en torno a la transformación tecnológica. ¿Se está descuidando la función social y el carácter humano de la digitalización?

Hasta ahora, el despliegue de la tecnología se ha basado en el beneficio económico, y tenemos que empezar a contemplarlo en su impacto social. Cuando hablamos de ESG, normalmente hablamos de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, pero deberíamos añadir los derechos digitales a la nueva reflexión de este tiempo.

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