Olas de calor marinas, las grandes olvidadas
El inusual y extremo aumento de las temperaturas en el agua de los océanos es ahora 20 veces más frecuente, un fenómeno que, aunque provocado en gran medida por el calentamiento global, suele pasar mucho más desapercibido, a pesar de las graves consecuencias que conlleva tanto para la biodiversidad como para nuestra propia especie.
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Una joven niña observa, ensimismada, la superficie del mar: aún a pesar de estar plagada de pequeñas olas, tan solo inspira tranquilidad. Su vestido refleja los tonos marinos de la misma forma que la gran masa de agua parece una extensión del cielo, compartiendo en el mismo color. La muchacha en la ventana es Ana María, la hermana de Salvador Dalí, que es la protagonista de este cuadro. Una pintura que evoca calma y que, como otras tantas que se han fabricado a lo largo de los siglos, orbitan alrededor de un paisaje que siempre confiamos que no falte, un lienzo al que nuestros ojos recurren cuando buscan ser mecidos suavemente.
Pero, como otros entornos, el mar que pintó Dalí ya no es el que vemos ahora. Los océanos también se están transformando como consecuencia del incremento de las temperaturas: bajo el agua, los ecosistemas marinos llevan décadas sufriendo severas olas de calor que ponen en riesgo su existencia. Durante la pasada ola de calor de julio, una de las más intensas de las últimas décadas, el Mediterráneo fue testigo de temperaturas entre los 28 y los 30 grados, hasta cinco grados por encima de los valores normales, según señalan desde la Agencia Estatal de Meteorología. No es la primera vez ni el único lugar en el que ocurre: las olas de calor marinas alrededor del globo son ahora 20 veces más frecuentes.
Sin embargo, son las grandes olvidadas a la hora de estudiar los fenómenos ambientales y las amenazas a las que se enfrentan los ecosistemas marinos, a pesar de que sus efectos pueden tener serias implicaciones tanto para la biodiversidad acuática como para el bienestar social y económico de la población. Aunque se identifican desde 1982, no fue hasta 2016 cuando un artículo las definió por primera vez como la consecuencia de que la temperatura del agua del mar se sitúe por encima del 90% de los datos históricos para una zona y época del año durante al menos cinco días.
La frecuencia de las olas de calor marinas alrededor del globo se ha multiplicado por 20 en los últimos años
Al hecho de que no existe un consenso claro sobre la exactitud de la cifra anómala que da lugar a un aumento preocupante de las temperaturas marinas se suma la falta de investigación por parte de la comunidad científica. A fin de cuentas, se tiende a estudiar lo que afecta a una mayor población en el corto plazo; es decir, las consecuencias directas que el calentamiento global provoca en nuestro día a día, en la orilla. Han surgido algunos estudios a cuentagotas, si bien uno de los más reveladores fue publicado a principios de 2022 al demostrar que la parte superior de los océanos se calentó en 2021 como nunca desde que hay registros (es decir, desde 1995). «El grado de calor de los océanos aumenta sin cesar a escala mundial, y es un indicador fundamental del cambio climático inducido por el ser humano», apunta Kevin Trenverth, uno de los investigadores.
Con el objetivo de entender con mayor profundidad estas olas de calor y difundir su conocimiento ha surgido la iniciativa marineheatwaves. En ella, un grupo de científicos de diversos países y campos de estudio analizan los impulsores físicos, los factores climatológicos y los impactos ecológicos de estos fenómenos. Ellos mismos calculan que, globalmente, ocho de cada diez olas de calor marinas más extremas han tenido lugar a partir de 2010, el mismo decenio en el que España dejó atrás la temperatura media más alta desde que empezaron a hacerse mediciones. Aunque la mayor y más actual evidencia sobre el papel del calentamiento global en los océanos la aporta un informe especial del IPCC. Según este, muchos de los eventos de temperaturas extremas en el mar no se producirían sin la influencia del cambio climático: el 90% de todas las olas de calor marinas en la actualidad son atribuibles al aumento de la temperatura desde la época preindustrial.
¿Cuánto cuestan las olas de calor marinas?
Más allá de ser un importante sumidero de dióxido de carbono, los océanos, que conforman más del 70% de la superficie marina, desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima y, por tanto, en la distribución, frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos, como huracanes y lluvias torrenciales. Según el IPCC, para 2100 el océano absorberá hasta cuatro veces más calor si la temperatura se limita a dos grados (y hasta siete si las emisiones siguen creciendo). La traducción de un aumento de sus temperaturas significa que huracanes y tormentas como La Niña ocurrirán antes de lo esperado, muchas más veces de lo previsto y con mayor potencia, aumentando el riesgo de inundaciones y otras catástrofes naturales. Además, cuando el agua se calienta, se dilata, por lo que también entran en juego subidas del nivel del mar, inundación de hábitats costeros y la erosión del litoral.
El 90% de todas las olas de calor marinas actuales son atribuibles al aumento de la temperatura desde la época preindustrial
En cuanto a los ecosistemas, los organismos más vulnerables a estos cambios drásticos son el coral, la posidonia y el krill, muy sensibles a las alteraciones en su entorno –por mínimas que sean– y fundamentales para mantener el funcionamiento de las cadenas tróficas que mantienen desde las especies más pequeñas hasta grandes seres vivos como las ballenas o las orcas. De hecho, el Institut de Ciéncies del Mar ya se atreve a poner una cifra concreta al número de animales y plantas afectados por las olas de calor marinas: entre 2015 y 2019, las poblaciones de unas 50 especies se vieron afectadas desde el Mar de Alborán hasta las costas de Oriente Próximo. «Estos episodios son ya la norma y suponen una amenaza sin precedentes para los ecosistemas y para nuestra salud», afirman los científicos.
Teniendo en cuenta la pérdida de biodiversidad y el impacto en nuestras vidas, ¿cuánto pueden llegar a costar (económica y socialmente) las olas de calor marinas? Tan solo una ola registrada en Chile costó más de 800 millones de dólares en pérdidas directas de agricultura, tal y como ha demostrado otro grupo de investigadores que ha estudiado hasta 34 fenómenos para demostrar las graves consecuencias directas que estos pueden provocar en la especie humana. «Las olas de calor de los océanos llevan a mayores pérdidas económicas porque modifican lo que conocemos como ‘servicios ecosistémicos’, es decir, los beneficios que los entornos marinos sanos aportan al ser humano», explican en un artículo. Desde pescadores hasta empleados del turismo, prácticamente todos los sectores derivan en una dependencia de los mares. En total, y contando los 3.000 millones de personas que dependen directamente de los océanos como fuente principal de proteínas, el 28% de la población mundial vive en regiones costeras.
A principios de verano, la Conferencia de los Océanos de las Naciones Unidas bajó el telón con la promesa de los líderes mundiales de una mayor ambición a la hora de proteger los ecosistemas marinos de las múltiples amenazas provocadas por la actividad humana, incluyendo también el incremento de las temperaturas marinas. Un compromiso que los científicos miran con cierto escepticismo: creen que una coordinación a nivel regional, nacional e internacional, así como una gestión más efectiva, es lo que hace falta para que esta las olas de calor marinas, que nunca han sido una prioridad, se queden en una simple excepción.
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