Sociedad

Marina D’Or: ¿Qué fue de la ciudad de vacaciones?

Desde que el complejo turístico más característico del verano español abriera el primer hotel en 1997, la ciudad de vacaciones ubicada en Oropesa del Mar (Castellón) ha ido evolucionando al mismo ritmo que lo ha hecho el país: subió como la espuma en la década de los 2000, bajó a los infiernos en la crisis inmobiliaria de 2008 y, en la actualidad, intenta recuperar aire. ¿Lo conseguirá?

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17
agosto
2022

Muchos españoles, especialmente los de las generaciones más jóvenes, no tienen muy claro dónde se encuentra exactamente Marina d’Or, pero saben que en su país existe este cuasimístico lugar. Una labor de marketing desarrollada durante la década de los 2000 ha dejado poso en el ideario común y grabado en la mente de todos la locución: «Marina d’Or, ciudad de vacaciones, ¿dígame?». Igualmente, en las cabezas de otros resonará con voz infantil: «Marina d’Or, ¡qué guay!».

Durante décadas, este complejo situado en Oropesa del Mar (Castellón) se promocionó como el paraíso vacacional por excelencia de España. Para ello, además de presumir de sus «más de 300 días de sol al año», ofrecía hoteles de todas las categorías, miles de apartamentos, parques, un centro médico, atracciones acuáticas y un gran balneario de agua marina. En total, 1.400.000 metros cuadrados para relajarse, de los cuales más de 500.000 están destinados a zonas verdes y áreas ajardinadas, además de varias dotaciones deportivas y recreativas propias del carácter turístico de la urbanización.

El proyecto megalómano, que promocionó durante años Anne Igartiburu, fue ideado por el empresario Jesús Ger García. El catalán comenzó su andadura empresarial con una cadena de electrodomésticos y muebles, pasando posteriormente a adquirir y dirigir una fábrica de colchones.​ Tras un breve paso por el sector de la cerámica y viendo el mayor recorrido que podían ofrecerle otros sectores como el turismo y la promoción de viviendas, decidió emprender el proyecto vacacional castellonense.

Aunque la marca se registró en 1983, no fue hasta el 18 de abril de 1997 cuando se inauguró el primero de los hoteles de Marina d’Or. Desde entonces, la ciudad de vacaciones ha vivido una evolución desde la subida a los cielos de lo inmobiliario durante una década hasta el descenso a los infiernos tras explotar la burbuja inmobiliaria. Además, en todos estos años se ha encontrado de frente con asociaciones como Ecologistas en Acción y Greenpeace por su fuerte impacto medioambiental en la zona.

Caída a los infiernos: la crisis inmobiliaria

Si la crisis inmobiliaria de 2008 arrasó con todos los sectores, el proyecto de Ger tenía todas las papeletas para verse afectado. Marina d’Or comenzó cerrando la décima parte de sus oficinas y dejando en la calle a 1.000 de sus empleados de construcción. Mientras en el resto del país cientos de obras se quedaban paralizadas y numerosas empresas caían en bancarrota, las ventas en la urbanización del verano por excelencia se desplomaban un 60% y, a la vez, la demanda se evaporaba.

Así, la deuda de Marina d’Or, que llegó a los 540 millones de euros, devoró todos los planes del grupo y cientos de casas acabaron en manos de los bancos. La empresa constructora y promotora de los apartamentos, Comervi, entró en concurso de acreedores en 2014. Tras declararse insolvente, la constructora se vio obligada a atravesar este procedimiento legal. Un difícil episodio económico que solo involucró a una de las tres sociedades conglomerado de Ger, que mantuvo los hoteles y la empresa dedicada a proyectos internacionales.

La crisis de 2008 se llevó por delante la demanda en Marina D’Or y las ventas se desplomaron un 60%

La constructora volvió a la actividad diez años después del comienzo de la crisis. En concreto, en el segundo semestre de 2018 –tras superar el concurso de acreedores en que se encontraba inmersa desde abril de 2014– presentó la solicitud de forma voluntaria al Juzgado de lo Mercantil número 1 de Castellón. Y ya en 2019 facturó 18 millones de euros y obtuvo un beneficio de 1,9 millones de euros, como refleja el Registro Mercantil. La pandemia no pudo con la ciudad de vacaciones: en 2020, la matriz de Marina d’Or facturó un total de 23 millones de euros, con los que obtuvo de beneficio siete millones.

Un año después, en 2021, se conoció la noticia de que Marina d’Or había vendido 107,6 millones de euros de deuda al fondo Farallon. Y con esta transacción se produjo un cambio en la gestión de los hoteles, que recayó en la compañía Gestión de Activos Turísticos (GAT). El plan de la firma incluye una inversión inicial de 10 millones de euros para la renovación de las instalaciones, con el objetivo de elevar en dos o tres años el valor de los hoteles hasta situarlo en una horquilla de 150 a 200 millones de euros. El resurgir del complejo tras los estragos de las crisis, su renovación en ciernes y los descuentos en los paquetes vacacionales han vuelto a poner en el mapa turístico a la ciudad de vacaciones. ¿Volverá a sus mejores tiempos?

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