Opinión

Mensaje interestelar

Teniendo en cuenta las intenciones rusas hostiles, ¿qué podría haber ocurrido durante el ‘procés’ si en un universo paralelo España hubiera rechazado entrar en la Alianza Atlántica?

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03
junio
2022

Mensaje interceptado por el telescopio Espacial Hubble procedente del agujero negro Sagitario A:


Hola, vivo en universo paralelo. Es un mundo exactamente igual al tuyo, con las mismas personas y países que tu Tierra, pero con una pequeña salvedad: en mi realidad, la vibración de una onda cuántica le provocó una pesadilla la noche del 24 de diciembre de 1982 al entonces presidente de España. Felipe González vio en sueños algo que, décadas después, interpretaría como la mascletá valenciana alrededor de sus bonsáis, pero que, en ese momento, confundió con el apocalipsis nuclear. Le entró un extraño pavor y, en consecuencia, el líder socialista decidió apoyar la salida de la Alianza Atlántica, que se llevó a cabo de manera expedita. 

La vida siguió igual, con la única diferencia de que los militares americanos abandonaron nuestro país. La base naval de Rota se convirtió en el Aquapark más grande de Europa y Morón de la Frontera acogió el museo de las Tres Culturas. Pero, en todo lo demás, mi España es una copia de la tuya. Entramos en la Comunidad Europea y las cosas nos fueron razonablemente bien en economía, estupendamente en deporte y mal en Eurovisión. En general, el país dio un salto a la modernidad brutal, con uno de los avances en esperanza de vida, bienestar social y derechos civiles más grandes de la humanidad. Pasamos de la España en blanco y negro a la de pantalla táctil en un abrir y cerrar de ojos histórico. Seguramente por eso las élites políticas e intelectuales del país se entregaron a la autocomplacencia unos y a la crítica general al sistema otros, pero con idénticas consecuencias: dimos por sentada la seguridad nacional.

Entonces llegó octubre de 2017. Todo pasó exactamente igual a como tú lo experimentaste, pero con una diferencia: unos días antes de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), los emisarios de Putin que supuestamente se entrevistaron con el entorno del president de la Generalitat, Carles Puigdemont, no ofrecieron al gobierno catalán 10.000 soldados y criptomonedas, sino 100.000 efectivos y toda la ayuda logística necesaria para construir un Estado.

«La Alianza Atlántica es útil porque, desde la lejanía y sin manifestarse, conjura peligros inimaginables»

Cataluña era la oportunidad que Putin llevaba esperando desde hacía años para desestabilizar Europa. La inmensa mayoría de los independentistas estaban en contra del régimen de Putin, incluso más que los españoles, pero se encontraron con la oportunidad de que alguien de fuera apoyara sus aspiraciones legítimas a la autodeterminación mientras el resto de la Unión Europea se mostraba reticente. Así que, llevados por el pragmatismo, muchos independentistas de izquierdas, individualmente comprometidos con la democracia y las libertades individuales, entendieron que lo mejor era dejar entrar a las fuerzas rusas, formadas inicialmente por paramilitares y mercenarios de la guerra de Siria y brutalmente efectivas.

En Madrid, el gobierno del PP –en alianza con Vox tras las elecciones que, poco después de estallar el conflicto, dieron una aplastante mayoría absoluta a la derecha– movilizó al mal pertrechado ejército español y empezaron las escaramuzas en el Ebro, en el Maestrazgo y el Bajo Cinca. Los gobiernos occidentales mostraron su rechazo a la intervención rusa, pero con España fuera de la protección del Artículo 5 de la OTAN, Putin sabía que las potencias occidentales no entrarían en la península. Tal y como ocurrió en la Ucrania de tu mundo este febrero de 2022. 

Si te parece moralmente imposible que los independentistas aceptaran la ayuda rusa, piensa entonces en lo que ocurrió en el universo paralelo que está situado justo a mi derecha: exactamente igual al mío, pero con la diferencia de que, al estallar el conflicto catalán, Putin, gracias a sus conexiones históricas con la ultraderecha europea y Vox, decidió apoyar al Estado español para sofocar la rebelión separatista. 

Es indiferente a quién hubiera podido apoyar Putin. Lo relevante es que, fuera de la OTAN, cualquier conflicto político enconado en cualquier país europeo podría ser aprovechado por el Kremlin en su deliberada estrategia de desmoronar nuestros sistemas democráticos. Y después de Putin pueden venir otras amenazas tan o más siniestras. La Alianza Atlántica es útil porque, desde la lejanía y sin manifestarse, conjura esos peligros inimaginables. Y es que la OTAN es como la famosa definición de cultura: algo que no podemos ver y que nos protege de algo que no entendemos.

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