Cultura
¿Se podría rodar hoy ‘El portero de noche’?
La película dirigida por Liliana Cavani causó un auténtico escándalo en 1974, y no solo por sus escenas eróticas: se atrevió a plasmar una retorcida relación romántica entre una judía superviviente del Holocausto y un antiguo nazi.
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El portero de noche, la película dirigida en 1974 por la italiana Liliana Cavani, es capaz de dejar huella en una u otra forma en cada ocasión. En ella nos adentramos en la Viena de 1957 y conocemos la historia de Max (interpretado por Dirk Bogarde), uno de los empleados de un hotel en el centro de la ciudad, y Lucía (interpretada por Charlotte Rampling), la esposa de un conocido director de orquesta que acude a alojarse en dicho edificio. Pronto somos testigos del problema principal: ella reconoce en Max, el portero de noche, al oficial de las SS que fue su torturador cuando fue encerrada en un campo de concentración nazi por su origen judío durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque al principio se reciben con temor, pronto empieza entre ambos un idilio adúltero, clandestino y sadomasoquista que plantea los delicados límites entre el miedo y el deseo. Mientras tanto, los antiguos compañeros de Max, ex nazis ocultos en la Austria democrática de los cincuenta, temen que este extraño romance desvele sus tapaderas. Los acontecimientos, por supuesto, acabarán trágicamente.
El origen de El portero de noche se sitúa en los reportajes sobre la Segunda Guerra Mundial que Cavani rodó para la televisión en la década de 1960. Es el caso de la serie Storia del III Reich o La donna della Resistenza, una tv movie sobre las partisanas italianas que se enfrentaron la dictadura de Mussolini. Fue durante estas producciones cuando conoció a la escritora Lidia Beccaria, maestra de escuela y antigua –y celebrada– resistente antifascista. Beccaria había estado internada en el campo de concentración de Ravensbrück entre 1944 y 1945, algo que Cavani quiso reflejar en una cinta de ficción, alejándose del documental.
La directora confesaría posteriormente que lo que le interesaba realmente era explorar la relación entre víctimas y verdugos
En aquel momento, Cavani era una directora muy respetada por su trabajo en televisión, pero en el cine solo había estrenado un par de títulos. Según su propio testimonio, escribió el guion en una sola tarde, durante el rodaje de su segunda película de ficción, Los caníbales, una adaptación libre de la obra de Sófocles, Antígona. Las experiencias de Beccaria construyeron la base del personaje, pero rápidamente este se alejó rápidamente de ella para pasar de presa política a judía. La directora lo confesaría posteriormente: lo que le interesaba realmente era explorar la relación entre víctimas y verdugos.
Encontrar a la actriz protagonista fue uno de los escollos principales, si bien el actor que encarnaría a Max ya era una estrella contrastada y su participación aseguraba una buena distribución internacional para la película. Bogarde quiso participar precisamente porque conocía de primera mano el horror nazi: durante la Segunda Guerra Mundial, Bogarde fue oficial del ejército británico y formó parte de las unidades que liberaron el campo de concentración de Bergen-Belsen. Tras descartar a Romy Schneider, la célebre protagonista de Sissi, el papel de Lucía recayó en Charlotte Rampling. Ambos intérpretes explicarían más tarde que asumieron sus papeles como un riesgo: aún sabiendo que podían ser controvertidos, ambos estaban apasionados por el guion.
Los problemas para El portero de noche empezaron desde el momento en que estuvo listo el montaje final. Los censores italianos exigían estrenarla con cortes sino querían que la cinta terminara clasificada como una película para mayores de 18 años, lo que entonces prácticamente equivalía compararse al cine porno. La fiscalía romana, de hecho, llegó a secuestrar las copias de la cinta, si bien finalmente serían capaces de estrenar la película con cierta normalidad. Cavani comentaría años después una de las sorprendentes pegas que le pusieron los censores oficiales: en varias escenas, la iniciativa sexual la llevaba el personaje femenino.
En Reino Unido, Estados Unidos y Austria, sin embargo, el filme terminó estrenándose con el sello de película X, si bien en los dos primeros países la polémica jugó a su favor y la convirtió en un éxito de taquilla. En España se prohibió directamente, si bien no tanto a causa de sus lecturas políticas como por las escenas eróticas. No se podría ver hasta después de la muerte de Franco, en 1976, y no sin gran polémica. Hasta bien entrado el siglo XXI, El portero de noche estuvo prohibida en más de 40 países (y en algunos, de hecho, lo sigue estando).
Amar a un monstruo
El verdadero escándalo, sin embargo, lo provocó la propia historia de amor entre una judía y un nazi. En 1974, el Holocausto era un recuerdo vívido para gran parte de la población europea, y la propia Lidia Beccaria, que supuestamente sirvió de base para el personaje de Lucía, rechazó la película y escribió el libro La donne di Ravensbruck para explicar su versión. No fue la única: Vincent Canby, el prestigioso crítico de The New York Times, llegó a calificarla de «pornografía romántica». Primo Levi también condenó la película: era, según entendía, una equiparación exacta de víctimas y verdugos.
El prestigioso crítico Vincent Canby llegó a calificar el filme de «pornografía romántica»
La escena más terrible de la película, en la que Max remeda la historia de Salomé y San Juan al ofrecer a Lucía la cabeza de otro preso que la acosaba en el campo de concentración, se inspiraba en el testimonio de una de las supervivientes de los campos que Cavani había entrevistado. La mujer anónima dijo entonces –sin más detalles– que nunca perdonaría a los nazis el hecho de que «le hubieran descubierto hasta dónde puede llegar el ser humano». Ese momento, que Primo Levi consideraba moralmente reprobable, era la base de la cinta para su directora. Cavani quería explorar los claroscuros del subconsciente humano, pero también terminaría explorando un fenómeno que, curiosamente, iba a ser denominado por primera vez el mismo año del estreno de la película: el ‘síndrome de Estocolmo’. El portero de noche, de alguna manera, constituía el análisis de cómo pudieron muchos países, incluido el suyo, sentirse atraídos por la pulsión de muerte inherente al fascismo.
A causa de esta polémica, y en medio de las acusaciones inherentes a la presunta cultura de la cancelación, cabría hacerse una pregunta: ¿se podría rodar hoy El portero de noche? Y la respuesta es que probablemente sí, ya que estamos en la época de la historia del cine en la que más películas se ruedan gracias a la accesibilidad del digital y el alcance de las plataformas de streaming. Ahora bien, ¿se podría estrenar sin polémica? Eso parece más difícil, aunque también es probable que por muy exaltadas que fuesen las opiniones en redes sociales, estas nunca alcanzaría el nivel que la cinta sufrió en 1974. Una de las razones es sencilla: a pesar de todo, ya no existen organismos de censura en Europa.
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