La transparencia, el camino hacia un nuevo contrato social

En 1949, el novelista británico George Orwell publicaba una novela que le encumbraría como uno de los escritores más relevantes del siglo XX: 1984, una obra distópica en la que su autor nos presentaba a un personaje que acabaría por convertirse en una constante de las sociedades modernas: el Gran Hermano.

Ese Gran Hermano no era otro que el Gobierno omnipresente y controlador que reduce al mínimo la expresión de libertad de los habitantes del Estado imaginario de Oceanía, quienes viven controlados por una persona –o ente– a la que nunca llegarán a conocer. Aunque ficticia, Orwell nos muestra una sociedad en la que no está permitido el pensamiento crítico, donde el ciudadano vive sin acceso a la información y sin cuestionarse nada; una sociedad, en definitiva, opaca.

Lo que el británico no podía imaginar es que, en el mundo real, la ciudadanía no solo ha sido capaz de hacer frente al Gran Hermano, sino que, además, ha conseguido darle una nueva definición: ahora es el ciudadano quien ha asumido como imprescindible conocer y comprender todo sobre los organismos e instituciones sociales que, de una forma u otra, le incumbe.

«La transparencia es una oportunidad para reforzar la confianza y el vínculo con los ciudadanos»

Así, de una forma cada vez más creciente, la sociedad demanda información y conocimiento sobre las actuaciones que se realizan desde los entes públicos y privados (dónde se invierten sus impuestos, la procedencia de lo que compra o cómo se gestionan sus residuos), y aspira al libre uso y acceso de la información de todo aquello que le pueda afectar o, simplemente, tenga relación con sus valores o actividades. En definitiva, la ciudadanía solicita transparencia y buen gobierno a organismos públicos, organizaciones y empresas, gestándose así una especie de nuevo contrato social que resultará vital para hacer frente a las numerosas amenazas –ambientales, sociales, económicas– que ya nos acechan.

En este sentido, las organizaciones y entidades, entre las que se encuentra Ecoembes, tenemos la enorme responsabilidad no solo de responder a lo que esa ciudadanía nos está pidiendo legítimamente, sino, además, de hacerlo de una forma honesta, sencilla y rigurosa: no se trata de aturdir al ciudadano con sobreinformación –o infoxicación–, sino de darle las herramientas que necesita para que sea capaz de conocer, reflexionar y, finalmente, crear su propio criterio. Bajo esta premisa, en Ecoembes hemos trabajado por que el concepto de transparencia deje de ser algo etéreo y se materialice en un producto al alcance de todos. Así, fruto de este trabajo, nace el Portal de Transparencia que hemos presentado recientemente, con el que abrimos una ventana para que la ciudadanía nos conozca, para poder ofrecerle respuestas y, sobre todo, para estar cerca de ella.

Los ciudadanos nos lo están pidiendo, y organizaciones, empresas e instituciones no podemos mirar hacia otro lado. La transparencia es un gran reto, pero, a su vez, la única vía que nos permitirá formar parte de ese nuevo contrato social. Porque solo bajo el firme compromiso de escuchar, participar, colaborar y responder podremos contribuir a crear esa sociedad que Orwell demandaba en su novela: una sociedad con criterio propio y con el claro propósito de sumar, avanzar y solucionar los grandes retos del hoy y del mañana.