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Capacidades diferentes, resultados especiales: el «premio» de apostar por lo distinto

Más allá de los beneficios sociales de la inclusión laboral de personas con discapacidad, el talento diverso permite a las compañías explorar nuevas perspectivas que se extienden por la cultura de la organización, potenciando su creatividad y valor diferencial.

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Beatriz Alvero
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Beatriz Alvero

Es un día de semana en Nueva Delhi y un grupo de personas están reunidas en las oficinas de una de las empresas de perfumes más importantes de India. Conversan entre ellos e intercambian muestras de fragancias y opiniones. Toman apuntes y discuten sobre aromas e intensidades. Es lo que se conoce como una ronda de testeo, un proceso habitual en estas empresas a la hora de orientar el tiro sobre los próximos productos que saldrán al mercado. De entre todas estas personas y opiniones, la de una en concreto es escuchada por encima del resto. No es una cuestión de rango o años de experiencia: si la opinión de esa persona goza de mayor importancia respecto a la del resto es, nada más y nada menos, porque dispone de un sentido del olfato mucho más preciso. Se trata de uno de los trabajadores invidentes en plantilla, cuya discapacidad, lejos de suponerle una dificultad a la hora de adaptarse al día a día de la compañía, ha supuesto una auténtica ventaja.

Esto no es simplemente que contraten a personas con capacidades diversas, sino que de verdad apuesten por ellas a la hora de trabajar

Este es uno de los infinitos casos reales en los que la incorporación al mercado laboral de personas con discapacidad se traduce en un importante aumento del valor humano en empresas de distintos sectores. Un valor que repercute, como es evidente, en resultados; al mismo tiempo, ese efecto también genera ciertos cambios en la sociedad, especialmente en lo que respecta a la forma en la que se percibe e integra a estas personas con capacidades especiales. Es precisamente a partir de estas premisas desde donde, a lo largo de los últimos años, han comenzado a surgir iniciativas centradas en potenciar esta integración y –si es que se puede considerar así– premiarla. Una de las que mayor impacto tiene actualmente es Mapfre AM Inclusión Responsable, un fondo de inversión enfocado en empresas que estén inmersas en la inclusión social de las personas con capacidades diferentes. El proceso es muy sencillo: un equipo de analistas se encarga de evaluar las diferentes compañías propuestas y mantiene una entrevista con sus responsables; una vez recabados los datos, este equipo divide a las empresas en cuatro niveles e invierte en aquellas que han demostrado un mayor compromiso.

Lo resume Alberto Matellán, economista jefe del Área de Inversiones en Mapfre. «La idea original surge en ver cómo podíamos mejorar el mundo de la discapacidad y concienciar a las empresas. Que vean que los inversores nos preocupamos por algo más que por las meras cuentas», explica quien, tras tres años con el fondo de inversión constituido, ya le ha detectado beneficios. «Este es un indicador que como financiero no hubiera pensado jamás, pero que está demostrando que la empresa es muy sólida en todos los aspectos. El objetivo es invertir en empresas que apuesten por la discapacidad. Esto no es simplemente que contraten a personas con capacidades diversas, sino que de verdad apuesten por ellas a la hora de trabajar. Lo fácil es que la política de discapacidad sea la misma para todas las discapacidades. Lo que demuestra el compromiso es tener una política que baje a un nivel de detalle y las diferencie», matiza.

En el caso de Mapfre, más de un 3% de la plantilla está formada por personas con capacidades especiales

Como le ocurre a cualquier iniciativa novedosa, los primeros pasos son también los de tratar de explicar el proyecto al propio entorno. «Al principio las empresas se sorprenden y piensan que viene un inversor grande a pedir cuentas. Cuando les preguntamos por políticas de discapacidad e integración se sorprenden mucho, pero en una segunda fase son las propias compañías las que comienzan a preguntarnos en qué pueden mejorar», asegura. Y no hay mejor forma de difundir que predicar con el ejemplo. En el caso de Mapfre, más de un 3% de la plantilla está formada por personas con capacidades especiales». El propio Matellán cuenta con algunas en su equipo, lo que le ha proporcionado una experiencia todavía más concreta sobre el tema. Y agrega: «Uno de los analistas es invidente y puede leer los textos, pero no los gráficos. Eso nos obliga a afrontar un problema que considerábamos como lo más obvio del mundo, así como a buscar soluciones que, a su vez, nos han servido para explicarnos las cosas de una forma más fácil. Con este tipo de situaciones te das cuenta de cosas que habitualmente no piensas».

Los resultados han sido un éxito desde el primer momento. No solo en lo que se refiere a situar al fondo de Mapfre como una gran oportunidad de mercado, sino también por el conocimiento interno del que ha dotado a la compañía. «Nos hemos dado cuenta de que hay empresas que saben explotar el talento de la discapacidad. A lo largo de este tiempo, nosotros también hemos ido aprendiendo, hasta el punto de que ahora son muchas las empresas que se dirigen a nosotros para pedirnos información», cuenta Matellán.

Al margen de la inversión financiera como tal, el fondo también ha puesto en marcha un galardón anual para potenciar el reconocimiento de las empresas que apuestan sin ambages por la inclusión y por premiar a aquella compañía que mejor posicionada ha quedado dentro de la metodología de selección. Michelin ha sido la agraciada con el premio en su segunda edición. «En su caso, cada vez que una persona con capacidades especiales entra en la empresa, otra que ya forma parte de la plantilla es la que le hace la formación. Esto no hace más que mejorar la inclusión social de estas personas», comenta. Tres años después del nacimiento de la iniciativa, Matellán no puede evitar mirar al futuro con una mezcla entre orgullo y optimismo. Todavía queda mucho por hacer en el campo de la inclusión, pero empieza a dibujarse un horizonte muy positivo para las personas con capacidades especiales y, por tanto, para las empresas que apuesten por contratarlas.

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