Medio Ambiente

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El reto de llegar a las 0 emisiones (a tiempo)

El consenso en la comunidad científica es incuestionable: si queremos evitar un cambio climático de irreversibles consecuencias, debemos recortar las emisiones antes de 2050. Solo neutralizando el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero emitidos por nuestro ritmo de vida evitaremos el incremento de más de 1,5 grados de la temperatura global.

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Matilda Lombas
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Salvar al planeta significa salvar al ser humano. O bien llegamos a 2050 con una economía global libre de emisiones o, probablemente, las consecuencias sean muy graves. Así lo advirtió el reconocido divulgador y naturalista británico David Attenborough en la víspera de la COP26, aquel evento global que, si bien causó controversia por el alcance de los compromisos acordados, ha grabado en el imaginario colectivo un importante aprendizaje en materia de la urgencia climática: la transformación sistémica no podrá alcanzarse solo con la acción de los Gobiernos, sino que todos los agentes de la sociedad, incluyendo las empresas y la sociedad civil, tienen en su mano la posibilidad de impulsar el cambio definitivo. El «cero» es la cifra más importante en la agenda de los próximos treinta años porque neutralizando las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero es como evitaremos el incremento de más de 1,5 grados en la temperatura global.

El tiempo juega en contra. Y, aunque no todo está perdido, no debe dejarse pasar un solo segundo más sin reducir la huella de carbono de la humanidad. Esta representa el volumen total de gases de efecto invernadero que producen todas las actividades cotidianas del ser humano. Usted mismo, leyendo este texto desde su móvil, habrá contribuido de alguna manera al calentamiento global (cargando la batería del teléfono, utilizando el coche, poniendo la lavadora, etcétera). En total, unas cuatro toneladas de CO2 al año.

Pero ¿cómo materializar los objetivos planteados en 2015 en el Acuerdo de Paris? ¿Cómo llegar al ecuador de siglo con un mundo sostenible si aún dependemos de los combustibles fósiles? La respuesta es compleja. Sin embargo, los planes de algunas entidades pioneras en la transformación sostenible y reducción de emisiones contaminantes, como es el caso de Coca-Cola, pueden darnos pistas de cómo hacer realidad un futuro descarbonizado.

Una apuesta por la reducción de emisiones en toda la cadena de valor

En primer lugar, la mayor defensa de la empresa es no rebajar la ambición. Todo lo contrario. Precisamente un año después del plan de acción Actuamos sobre el clima ahora: objetivo Cero, Coca-Cola ha decidido decidió impulsar sus políticas ambientales con nuevos objetivos como reducir a cero las emisiones antes del tiempo previsto. «Nuestro compromiso social y medioambiental no es algo nuevo, pero ahora queremos alcanzar la neutralidad en carbono en 2040, es decir, diez años antes del plazo fijado por Europa», sostiene Carmen Gómez-Acebo, directora de Sostenibilidad Iberia de Coca-Cola Europacific Partners (CCEP).

Gómez-Acebo: «Queremos alcanzar la neutralidad en carbono en 2040, es decir, diez años antes del plazo fijado por Europa»

Para cristalizar esos grandes objetivos, los cambios no pueden ser simples arreglos, sino que, en la medida que lo permita la actividad y estructura, deben convertirse en transformaciones en todos y cada uno de los pasos de la cadena de valor. El objetivo: construir un nuevo sistema donde cada engranaje ruede hacia la descarbonización. Con esta perspectiva, la empresa se fijó el objetivo de que el 100% de la energía eléctrica de sus plantas en España (así como de sus oficinas centrales) fuese procedente de fuentes renovables. De acuerdo a sus previsiones, estima que para finales de 2023 seis de sus fábricas ya serán completamente neutras en carbono. De hecho, la que está ubicada en la localidad oscense de Villas del Turbón, ya es de emisiones netas.

Un hito que se alcanza recortando en cada uno de los elementos contaminantes del proceso. Por ejemplo, con la renovación de los equipos de frío: desde 2010, Coca-Cola ha logrado que las emisiones generadas por estos dispositivos se hayan reducido en un 65%. Además, el 70% de las neveras entregadas a clientes en 2021 han sido Connected Coolers, es decir, equipos de frío de última generación diseñados para disminuir el consumo energético y, con él, la huella de carbono. No obstante, la empresa está trabajando para que los equipos más recientes ya sean, también, libres de hidrofluorcarburos (HFC) y energéticamente más eficientes.

Innovación sostenible: clave para llegar a los objetivos en 2050

Reducir las emisiones requiere buscar respuestas innovadoras que ayuden a cambiar las formas de fabricar, de construir, de consumir… y de moverse. Hoy, en España, el transporte todavía es el responsable del 25% de las emisiones totales de efecto invernadero. En concreto, los vehículos de transporte por carretera representan el 95% de ellas. Al respecto, el Plan Nacional de Energía y Clima se ha fijado una meta clara: llegar a 5 millones de vehículos eléctricos (turismos, autobuses, furgonetas, y motos) para 2030. Sin duda, la electrificación de los motores es una de las piezas principales en esta transición energética con miras al medio siglo sin emisiones contaminantes. Al respecto, Coca-Cola ya ha incorporado un número considerable de vehículos verdes (eléctricos e híbridos –190 durante el último año–, principalmente) a sus flotas. y actualmente utiliza 700 redes ferroviales, el doble que en 2020.

En la actualidad, Coca-Cola utiliza 700 redes ferroviales, el doble que en 2020

Otro de los grandes puntos llegar a tiempo a 2050, es el impulso a una economía circular a través de la reutilización y el reciclaje de residuos. Durante los últimos años, hemos visto imágenes de grandes masas de plástico ganando terreno a los océanos: de no hacer algo al respecto, se estima que dentro de 30 años habrá más plástico que peces. Y esto supone un verdadero problema, ya que los océanos son grandes reguladores térmicos: absorben el 93% del calor terrestre. En pocas palabras, sin ellos, ningún esfuerzo de reducción de emisiones será suficiente.

Al respecto, Coca-Cola se ha comprometido a recoger y reciclar un envase por cada botella o lata vendida. Esa medida es lo que vertebra al proyecto Mares circulares, que ya es un referente internacional en cuanto a la preservación los ecosistemas y la biodiversidad de los mares. Esta arma de lucha contra el cambio climático impulsa, además, la investigación científica para seguir buscando soluciones para la basura marina que termina sobrecalentando el planeta. Desde su puesta en marcha hace tres años, son ya 1.100 toneladas de plásticos las que se han recogido. Por si no fuera suficiente, el 100% de los ingredientes utilizados por Coca-Cola proceden de fuentes sostenibles respetuosas con la biodiversidad y el medio ambiente.

También destaca su compromiso principal con el agua, una materia prima indispensable. Respecto a ella, la empresa quiere mejorar su utilización en un 20% para 2025, y durante 2020 devolvieron a la naturaleza 3.642 millones de litros de agua, mediante proyectos como el de la recuperación del estuario del río Guadalquivir, o creando un humedal para mejorar el agua de la Albufera de Valencia.

Todavía es pronto para saber si llegaremos a tiempo a nuestra cita con el planeta, pero si la atención se enfoca en hacer pequeñas –aunque ambiciosas– transformaciones en nuestras formas de «ser», con esfuerzos conjuntos entre empresas, gobiernos y sociedad civil podremos parar el contador de la crisis climática antes de que marque el 2050.

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