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«Sin progreso social no hay progreso económico»

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Pese a los tiempos inciertos que vivimos, las empresas se alzan como un actor de confianza ante la población: están mejor valoradas que las organizaciones no gubernamentales, los partidos políticos, las instituciones y los medios de comunicación. Al menos, así lo ha expuesto el barómetro de confianza de Edelman. Sin duda, los últimos años han sido clave en la recomposición social y en la reestructuración de las relaciones entre el sector empresarial, la sociedad y las administraciones.

No han sido, precisamente, tiempos de estabilidad, ya que tanto la crisis económica detonada por la pandemia como los retos aún pendientes del cataclismo económico que estalló hace poco más de diez años, han obligado a repensar los modos de producción, las políticas públicas y las posturas a tomar ante la ineludible situación de emergencia medioambiental. Esta reflexión parece ver la luz en el progreso del sector empresarial: hoy cada vez más compañías ponderan el impacto social igual que el crecimiento económico.

Para reflexionar sobre este cambio de paradigma corporativo y revelar las formas en las que una empresa moderna mira hacia el futuro hemos charlado con Ana Sainz, directora general de la Fundación SERES, entidad experta en impulsar el compromiso de las empresas con la sociedad. Tal como asegura Sainz, este 2021 «ha sido un año crucial para seguir sumando y construyendo alianzas en torno al valor social desde la empresa».

El informe anual de Edelman ha revelado que la confianza de la gente en las empresas jamás ha sido tan alta. ¿Qué ha cambiado?

Es importantísimo destacar el hecho de que las empresas ya representen más valor y capacidad que muchos países. Tienen mucho potencial de innovación para abordar la cobertura de necesidades urgentes, como la medioambiental o la que se necesitó durante la pandemia. La empresa aporta frescura e ideas ante los nuevos retos a los que nos enfrentamos en sociedades tan cambiantes como la nuestra. Considero que la confianza que han ganado es gracias a que ya se presupone su poder de acción. Hemos dejado atrás el greenwashing: las empresas que no se toman en serio el rol de ente transformador en la sociedad no podrán ser empresas del futuro. Hay una gran necesidad de cambio, y la empresa es una pieza clave.

La confianza depositada en las compañías supera a la de los partidos políticos o los periódicos. ¿Modifica esto el grado de responsabilidad social que tienen las empresas? ¿Cómo afecta al sector privado esta realidad?

«Las empresas ya no trabajan verticalmente, ahora saben que la sociedad espera respuestas urgentes y soluciones»

Las empresas ya no son entes que trabajan verticalmente; ahora saben que la sociedad espera respuestas urgentes y soluciones. Son parte del efecto de reparación dentro de la sociedad. La que no apueste por serlo quedará condenada a no formar parte de ella, y eso es una realidad. En un mundo tan complejo como este, en el que los riesgos sociales y medioambientales son altos, todos conocemos ya la capacidad que tienen las empresas para formar parte de la solución ante esos retos. Una empresa fuerte hace que la sociedad sea más fuerte. Y no lo considero así sólo por lo que indica el barómetro, lo digo porque realmente creo que el poder empresarial puede ser transformador. Hoy en día, si alguien apuesta por el greenwashing le pillarán enseguida, y eso le supondrá efectos contrarios. La respuesta de la empresa ante crisis como las que hemos vivido con la pandemia, o la situación medioambiental, no es una cuestión accesoria; la respuesta de la empresa forma ya parte de las estrategias de cambio y de solución.

El mismo informe sostiene que «la protección de la calidad de la información» es una de las claves lograr esa confianza. Cuénteme sobre eso

Estamos cambiando la forma de medir las cosas y los modelos; estamos cambiando las ‘gafas’ para mirar y medir lo inmediato por las que miran a medio y a largo plazo. Estamos apostando también por dar valor a lo intangible. Hoy, lo importante es apoyar aquello que tiene impacto a largo plazo. Los intangibles nos dan seguridad, porque eso se traduce en la construcción de una mejor sociedad de cara al futuro.

La pandemia dejó una crisis económica equivalente a la de la gran depresión. Más de cinco millones de personas han fallecido, e incontables empleos se perdieron. Ante un contexto de reconstrucción, ¿cuál es el papel del sector privado en esta transformación?

«Las cuentas de resultados no han sido lo primero a considerar durante la pandemia, sino las personas»

Durante la pandemia hemos visto cómo las empresas han sido las primeras en poner por delante a las personas. Hemos tenido a más de 60 líderes hablando sobre eso, y en ningún momento he visto a alguien sin la humildad y el ejemplo necesario para volcar a las empresas hacia la gente. Es decir, las cuentas de resultados no han sido lo primero a considerar para las empresas durante momentos tan difíciles como los que hemos vivido con el coronavirus, sino las personas. Todos los líderes que hemos tenido con nosotros asumieron sus compromisos y se pusieron del lado de sus empleados. Era necesario dar respuesta a situaciones de un contexto muy duro, y eso es velar por la gente que trabaja en la empresa. Ahora bien, el reto es mantener esto en el tiempo y combinar la recuperación social con el progreso económico. Hay que aprovechar todo lo que hemos aprendido de esta experiencia. Y, sobre todo, creernos lo que ya es una realidad: crear un impacto social generando un impacto económico. Ya no pueden ir por separado. Sólo considerando a ambos, una empresa podrá asumirse como una empresa del futuro.

España se enfrenta a múltiples desafíos sociales, como reducir la tasa de paro, o luchar contra la desigualdad. ¿Cuáles son los retos de la Fundación SERES frente a un panorama incierto?

«Sin progreso económico no hay progreso social, y sin progreso social, no hay progreso económico»

Nosotros queremos que la empresa asuma realmente su compromiso social, igual que asume la rentabilidad financiera. Sin compromiso social no habrá empresas que miren hacia el futuro, como tampoco las habrá si no hay rentabilidad. Nosotros perseguimos ese balance. Ya no es momento de utilizar ‘gafas’ de visión corta. Generar desempleo no es algo positivo para una empresa, eso hay que saberlo bien. Perder empleados es perder solvencia y capacidades a medio y largo plazo. El talento es la mejor apuesta para construir empresas sanas que miren al futuro. Y hay que saber que así es, también, como se podrán construir mejores sociedades. La respuesta recae en el tipo de ‘gafas’ que se utilicen para mirar el presente y el futuro. Sólo consumiremos más productos y servicios y reactivaremos la economía si la gente tiene más ingresos. En SERES no nos polarizamos, solo sabemos que sin progreso económico no hay progreso social, y que sin progreso social, no hay progreso económico.

Los ciudadanos son cada vez más exigentes con las empresas y les piden que sean más respetuosas con el medio ambiente. ¿Cómo está respondiendo el sector privado? ¿Qué papel crees que tiene en la transición hacia una economía más sostenible?

Queda camino por recorrer, pero estamos en esa transformación. Respecto a lo sucedido en la COP26, hemos visto que no se han conseguido los objetivos y, sobre todo, que van a ser necesarios muchos años para alcanzarlos. Es un tema complicado. No obstante, sí que he visto mucha voluntad de apostar por el medio ambiente. Los retos que tenemos por delante son muy complejos, no estamos hablando de cosas menores. Este es el momento de anticiparnos y de ponernos las ‘gafas’ de largo plazo.

En un horizonte con el reto de recuperar y reconstruir la estabilidad en el mundo pospandemia, sin descuidar el medio ambiente, ¿qué papel juegan las alianzas entre actores de distintos sectores?

Hay una alianza entre las entidades financieras para apoyar este tipo de cambio y transformación sostenible. Hay compromisos para que los países con más posibilidades ayuden a los que están en vías de desarrollo. Es cierto que después de la COP26 nos hemos quedado con una sensación de intranquilidad, pero prefiero quedarme con los pasos hacia delante que hemos dado. Espero que esto sólo haya sido parte de un largo camino en el que los objetivos medioambientales se cumplan en ediciones posteriores.

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