¿De qué planeta viene Elon Musk?
A los 30 ganó sus primeros mil millones de dólares. Ahora, con 50 años, basta con que escriba un tuit para que la Bolsa de Nueva York pierda el equilibrio. El tiempo que ha pasado entre ambos eventos explica por qué, de entre 7.800 millones de individuos en el mundo, el protagonista del 2021 según la popular revista ‘Time’ es él.
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«Cuando algo es lo suficientemente importante, hazlo. Incluso cuando todo esté en tu contra». Se le da fenomenal acaparar titulares, y basta con una de sus consignas para entender la predisposición del hombre más rico del mundo (o segundo, según a quien se le pregunte) y, para muchos, una de las mentes más brillantes de nuestro siglo. Su poder económico es tal que cierra este diciembre con más patrimonio que el PIB de Portugal, Chile o Nueva Zelanda. Ha recibido etiquetas de genio, charlatán, visionario y hasta rico narcisista.
Nacido y criado en Pretoria (Sudáfrica), Musk aprendió a ser adolescente gracias a los libros y su ordenador, pues sus –limitadas– habilidades sociales y los bullies no le facilitaron la experiencia de hacerse mayor. Antes de los 18 se mudó de continente para evitar el servicio militar obligatorio en su país, y entre Canadá y Estados Unidos encontró el lugar donde desatar su talento, el que años después le llevaría al estrellato, casi de forma literal.
Elon Musk vive obsesionado con viajar al espacio y llevar al primer hombre a Marte
Creó un lanzallamas de venta al público, defendió el consumo de la marihuana, criticó las restricciones impuestas en la pandemia y hasta inauguró una fundación, Ad Astra, donde los adolescentes podían aprender programación, ingeniería, ética y emprendimiento con métodos de educación no convencionales. Sin duda, el excéntrico Elon Musk es uno de los personajes más admirados y controvertidos a partes iguales.
Actualmente es el director general de Tesla, la empresa automovilística más valiosa del mundo que revolucionó el mercado con los coches eléctricos; de SpaceX, compañía aeroespacial que pretende reducir los costes del viaje al espacio para facilitar la colonización de Marte y The Boring Company, creadora de túneles para ser recorridos a toda velocidad por coches Tesla con el fin de eliminar el exceso de tráfico en grandes ciudades. Por otra parte, Musk es copresidente de Neuralink, una start up de neurociencia que utiliza la tecnología para reemplazar las funciones cerebrales comprometidas por enfermedades neurodegenerativas; lo es también de OpenAI, una organización centrada en la investigación y desarrollo de proyectos de inteligencia artificial y de Solar City, subsidiaria de Tesla que diseña, instala y mantiene sistemas de energía solar adaptados a las casas particulares. También fue cofundador de todas ellas y de la empresa que hoy en día es PayPal.
El magnate es actualmente uno de los personajes más admirados y controvertidos a partes iguales
De esta manera, por su responsabilidad al mando de tantos negocios, su aparente compromiso medioambiental, «por crear soluciones a una crisis existencial, por encarnar las posibilidades y los peligros de la era de los titanes de la tecnología, y por impulsar las transformaciones más atrevidas y disruptivas de la sociedad», la revista Time considera a Elon Musk como la persona más influyente –para bien o para mal– del último año, aunque sus logros ya resuenen fuera de este planeta.
¿Cuál es el propósito de año nuevo de alguien que parece tenerlo todo? Musk tiene más de 67 millones de seguidores en las redes sociales. Es padre de 6 hijos, uno de los cuales atiende al nombre de X Æ A-12. Comparte lista de ‘persona del año’ con el Papa Francisco, Mark Zuckerberg, Vladimir Putin y las representantes del movimiento Me Too, entre otros.
Sin embargo, vive obsesionado con viajar al espacio y llevar al primer hombre a Marte, así que su plan de futuro debe encontrarse por esos derroteros. Siguiendo sus declaraciones, parece que su gran propósito consiste en lograr la vida multiplanetaria, es decir, crear una colonia humana permanente en otros planetas para que la humanidad se convierta en una civilización espacial. Él mismo sabe de la magnitud de sus planes, y es consciente de que no puede ponerles fecha de consecución, pero ya está reescribiendo los estándares del transporte aeroespacial. Hasta que la utopía (para unos) –o distopía, para otros– se haga realidad, su trabajo aquí, en la Tierra, promete de momento luchar contra el calentamiento global mediante el salto de los combustibles fósiles por energías renovables.
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