Siglo XXI

Sobre lo necesario de cooperar contra quien competimos

Las alianzas sectoriales se perfilan como la vía de actuación más eficaz para alcanzar los objetivos marcados por la Agenda 2030. Solo cambiando nuestra actitud competitiva a favor de una cooperación entre los distintos agentes conseguiremos llevar a cabo los esfuerzos conjuntos (y necesarios).

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11
octubre
2021

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Podríamos decir que nuestro ritmo de vida actual ha provocado que impere el individualismo. Vivimos al doble de revoluciones, podemos estar tecnológicamente conectados las 24 horas del día y, sin embargo, no conectar con nuestro entorno. Este individualismo también se puede percibir en los negocios desde el punto de vista de la falta de cooperación en el mercado. Una rivalidad que, si bien tiene lógica, es también un obstáculo a la hora de poder abordar los grandes retos de este siglo.

Lo hemos visto claramente durante estos seis años de vigencia del marco de la Agenda 2030: todos los actores –también las empresas– han emprendido numerosas acciones para contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, en su mayoría, se ha tratado de acciones desarrolladas en solitario que, si bien han tenido un mayor o menor efecto, no ha sido desde luego el suficiente.

Las empresas sectoriales comparten retos que serían abordados con mayor eficacia mediante un esfuerzo conjunto

A este respecto los expertos coinciden en que, de seguir con la tendencia actual, no conseguiremos alcanzar las metas marcadas por la Agenda 2030; la única manera de acelerar el ritmo es a través de la generación de alianzas. Éstas han demostrado ser una herramienta muy poderosa para abordar asuntos críticos como la pandemia de la covid-19. Y en este punto veo necesario recordar las múltiples colaboraciones empresariales que surgieron durante el inicio de la crisis, como el caso de un conjunto de 25 pymes del sector textil en Galicia, que se unieron para fabricar material de protección sanitario; en efecto, empresas de un mismo sector pudieron dejar a un lado la rivalidad para afrontar un desafío conjunto. Y esa voluntad de acuerdo y generosidad que pudo emerger entonces no debe cesar ahora. Ambos conceptos serán claves para hacer las reformas que nos permitan abordar los desafíos del desarrollo sostenible, tal como ocurre con el cambio climático.

En este sentido, desde el Pacto Mundial de Naciones Unidas alentamos a todas las empresas a emprender alianzas sectoriales. ¿Por qué sectoriales? Porque estas empresas –en cierto modo, comunes– comparten retos y oportunidades que serán abordados con mayor eficacia y celeridad mediante un esfuerzo conjunto. Y es que, si hablamos de retos como la descarbonización, los impactos individuales de las organizaciones no conseguirán por sí solos alcanzar los objetivos de ambición climática; la acción conjunta de un sector, sin embargo, sí puede acercarnos más a lo pactado en el Acuerdo de París. De este modo, mediante movimientos sectoriales sincronizados, podremos propiciar una transformación sistémica que impacte en la economía a nivel tanto global como local.

Hemos de recalcar que activar estas transformaciones sectoriales para impactar de manera positiva en la Agenda 2030 (y en el conjunto del sector) es posible para todas las empresas, independientemente de su tamaño o actividad. En nuestra publicación anual, ODS Año 6. La Agenda 2030 desde un enfoque sectorial, hablamos específicamente de cinco acciones para que una organización se convierta en líder en sostenibilidad a nivel sectorial y ejercer, así, un poder tractor en el resto de empresas pares.

Acciones, estas, que pasan por impulsar o apoyar hojas de ruta sectoriales. Es decir, documentos estratégicos que recojan las oportunidades y los objetivos comunes de todas las empresas de un mismo sector y ejerzan como una guía para las mismas.

Otro aspecto determinante será promover la innovación dentro del sector. Ligado con esto, tiene sentido apostar por la inversión dentro de un mismo sector. Para concienciarles de esta necesidad, las empresas también pueden expandir el mensaje de los ODS entre sus homólogos, así como en sus cadenas de suministro.

De seguir con la tendencia actual, no conseguiremos alcanzar las metas marcadas por la Agenda 2030

Por último, las alianzas sectoriales también pueden apoyarse en otros actores que puedan ayudar a poner en marcha verdaderos proyectos transformadores. Esta es precisamente una de las oportunidades en el marco del Plan de recuperación, transformación y resiliencia.

En definitiva, es hora de tomar las riendas de nuestro modelo productivo y poner rumbo de forma definitiva a la Agenda 2030. Un camino en el que la competencia en los negocios coexista con las alianzas sectoriales para, así, transformar los sectores en mercados más competitivos y sostenibles. No tengamos miedo de cooperar con nuestros competidores: aún estamos a tiempo de encauzar nuestro tejido empresarial hacia el futuro que queremos.


Cristina Sánchez es directora ejecutiva de Pacto Mundial de Naciones Unidas España.

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