Opinión

La hora de la verdad

La nueva edición de la COP ofrece enormes expectativas a la solución de algunos de los problemas más acuciantes del cambio climático. A pesar del escepticismo, buena parte del rumbo del planeta se decide hoy en los pasillos habilitados en Glasgow.

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08
noviembre
2021

Durante estos días se está celebrando en Glasgow la Conferencia de las Partes, más conocida como la COP: una cita de vital importancia para el presente y el futuro de nuestro planeta. En esta ocasión, la cita es incluso más importante y relevante; al menos, si realmente queremos cumplir con el Acuerdo de París. Tal como cabe recordar, este se aprobó hace seis años en la COP21, logrando establecer medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Acuerdo de París fue firmado por 196 países más la Unión Europea con unos objetivos claros: evitar que la temperatura del planeta supere los 2ºC –el punto de no retorno según los científicos– y, en la medida de lo posible, mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5ºC con respecto a la era preindustrial.

Mucha gente ve la COP26 con escepticismo, pero el mero hecho de que se reúnan más de 190 países con casuísticas particulares con el único objetivo de luchar contra la emergencia climática ya es un éxito. Esta, además, es más importante que nunca por la sencilla razón de que se celebra tras la presentación del sexto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), el cual afirma con rotundidad que el calentamiento global no está producido sino por la actividad humana.

El neoliberalismo y el capitalismo salvaje, ambos basados en una economía lineal de extracción, producción, consumo, desecho y quema de combustibles fósiles, están abocando nuestro planeta al colapso. Esta emergencia se traduce en el aumento de las consecuencias del cambio climático en forma de fenómenos meteorológicos extremos, entre los cuales se halla el incremento en la frecuencia y la intensidad del calor extremo, las fuertes precipitaciones, las sequías, la reducción de hielo en el Ártico y el aumento de enfermedades derivadas de esta misma clase de efectos.

«El neoliberalismo y el capitalismo salvaje, ambos basados en una economía lineal están abocando nuestro planeta al colapso»

Por ello, debemos apostar por un nuevo modelo económico, por una economía circular que, en definitiva, aporta tres tipos de ventajas: sociales, económicas y ambientales. El aspecto social se perfila como ventaja, sobre todo, por su potencial para la creación de empleo, mientras que la dimensión económica se revela como tal porque ayudaría al abaratamiento de las materias primas y, así, la reducción de la dependencia de otros países, siendo más autosuficientes. Su dimensión ambiental, por último, representaría una ventaja por el propio potencial que tiene para reducir emisiones y evitar explotar nuevos recursos.

Para salvar nuestro planeta, al fin y al cabo, debemos tener en cuenta que es necesario cambiar nuestro modelo económico y nuestra forma de consumir. Es por ello que también es fundamental encaminarse de forma clara y decidida hacia la reducción del uso de combustibles fósiles a través de la eficiencia energética, así como una apuesta clara por las energías alternativas.

No todo está perdido en la lucha contra el calentamiento global: todavía estamos a tiempo de reaccionar y estabilizar el clima por debajo de 1,5ºC. Para ello debemos incrementar nuestra responsabilidad no solo fijando fechas límites para ciertos objetivos, sino también adoptando hojas de ruta de carácter anual o quinquenal.

La COP26, así, es una oportunidad fundamental para lograr no solo una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también algunos acuerdos de vital importancia. Es esto lo que ocurre con el cumplimiento de los términos establecidos para los ‘mercados de carbono’ en el Acuerdo de París, con el establecimiento de la financiación para ayudar a los países más vulnerables a las consecuencias climáticas, el aumento de la ambición para mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 1,5ºC y la descarbonización económica. A ello se le suman acuerdos importantes sobre temas que nunca habían sido planteados de manera tan clara como ahora, tal como ocurre con el compromiso para la reducción de emisiones de metano o la eliminación de la deforestación.

No obstante, para frenar el calentamiento global es fundamental la co-responsabilidad a todos los niveles. Las empresas, las instituciones y la ciudadanía deben actuar conjuntamente. En esta COP26 nos jugamos nuestro presente y futuro y el del planeta: es hora de actuar.


Daniel Senderos Oraá es secretario de medio ambiente del PSE en Álava.

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