Siglo XXI

La democracia, entre la esperanza y la incertidumbre

Preocupa el estado de la democracia en el mundo: la crisis en las bases de la democracia, el descontento político, el malestar y el desapego de la ciudadanía son temas que están sobre la mesa. Por eso es importante examinar de cerca cómo se encuentra hoy de salud el mejor sistema político inventado hasta la fecha.

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16
abril
2024

Según un estudio presentado por el grupo de estudios Arantzazulab, en colaboración con las universidades UPV/EHU, la Universidad de Deusto y Mondragon Unibertsitatea, sobre la concepción que la ciudadanía tiene de la democracia, 9 de cada 10 personas afirman que la democracia es mejor que cualquier otro régimen político. Una amplia mayoría vincula la democracia con la garantía de los derechos y libertades, el bienestar económico, la existencia de mecanismos de control efectivo del gobierno o que la justicia sea igual para todos.

Quedémonos con la definición que Juan José Laborda, director de la Cátedra de Monarquía Parlamentaria de la Universidad Rey Juan Carlos, dio recientemente en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo: «La democracia es el sistema político más imperfecto, pero es el único que no inspira temor a los gobernados, porque el gobierno está sometido a las leyes. Ese es el milagro de la legitimidad democrática».

Estando de acuerdo en que la democracia es el sistema de gobierno al que deben aspirar todos los países, ¿cuál es su estado de salud en la actualidad?

Cada año, The Economist Intelligence Unit, la división de análisis e investigación de The Economist Group, revela la lista de los países más democráticos. Su Informe Anual del Índice de Democracia explora el estado de salud de 167 democracias, puntuándolas de 0 al 10 en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

El país más democrático del año 2023 fue Noruega, seguido de Nueva Zelanda e Islandia. España ocupa el puesto n.º 23

Según este índice, el país más democrático del año es Noruega, seguido de Nueva Zelanda e Islandia, mientras que en el puesto 167 se encuentra Afganistán. España se sitúa en el puesto número 23.

Las naciones que encabezan la lista destacan por su compromiso con los principios democráticos fundamentales, como la protección de los derechos civiles, la libertad de expresión y la rendición de cuentas del gobierno ante sus ciudadanos. Sin embargo, es importante destacar que ninguna democracia es perfecta, y cada país enfrenta sus propios desafíos en el camino hacia una gobernanza más inclusiva y representativa.

Hay malas noticias para la democracia

Uno de los hallazgos más preocupantes del Democracy Index 2023 es la disminución del promedio global de democracia. A nivel global, los datos de 2023 son los peores desde que el índice se comenzó a publicar en 2006. La nota media de la salud de la democracia en el mundo, en una escala de 0 a 10, fue de 5,23, un resultado peor incluso que el obtenido en 2021, cuando las medidas adoptadas por la crisis sanitaria provocada por el coronavirus hicieron caer el indicador hasta el 5,28.

Menos del 8% de la población mundial vive en una democracia plena

Esto sugiere que, en general, estamos experimentando un retroceso en términos de progreso democrático en todo el mundo. Menos del 8% de la población mundial vive en una democracia plena, mientras que el 39,4% está bajo gobiernos autoritarios, frente al 36,9% en 2022.

Estos datos son alarmantes y plantean preguntas urgentes sobre el estado actual de la democracia global. ¿Por qué se registra esta tendencia de retroceso en lugar de avanzar? ¿Qué factores están contribuyendo a la erosión de las instituciones democráticas en muchos países? ¿Y qué se puede hacer para revertir esta tendencia preocupante?

Una posible explicación es el surgimiento de movimientos populistas y autoritarios en diferentes partes del mundo. Estos líderes a menudo aprovechan la desconfianza en las instituciones políticas establecidas y prometen soluciones rápidas a problemas complejos. Sin embargo, su ascenso al poder a menudo socava los principios democráticos fundamentales, como la separación de poderes, la independencia judicial y la libertad de prensa.

Como explica el politólogo Manuel Arias Maldonado, «el populismo se sirve de la ideología de la democracia para atacar la democracia liberal y reemplazarla por alguna forma directa, plebiscitaria o aclamativa de autogobierno».

La polarización política y la desigualdad económica socavan la salud democrática en muchos países

La creciente polarización política y la desigualdad económica también están socavando la salud democrática en muchos países. Cuando los ciudadanos se sienten marginados o excluidos del proceso político, es más probable que pierdan la fe en el sistema y busquen alternativas más radicales. Esta polarización afecta también al modo en que se desarrolla el debate público y contribuye a producir imágenes sesgadas, estereotipadas y hasta falsas de la realidad.

Entonces, ¿qué se puede hacer para abordar estos desafíos y fortalecer la democracia en todo el mundo? En primer lugar, hay que fomentar una cultura cívica sólida donde se promueva el diálogo constructivo, el compromiso cívico y el respeto mutuo entre diferentes grupos y opiniones políticas. Esto puede ayudar a reducir la polarización y a construir consensos en torno a soluciones democráticas a los desafíos comunes que enfrenta la sociedad.

En última instancia, la salud de la democracia en todo el mundo depende de la voluntad y la participación activa de la ciudadanía en la defensa de los valores democráticos fundamentales. Según el Informe Estado de la Democracia en el mundo 2023, realizado por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), los datos señalan una tendencia continua hacia una participación comprometida y entusiasta. Las personas siguen haciendo oír su voz, saliendo a las calles y participando en redes sociales para expresar su descontento con el declive económico, las restricciones de los derechos y las políticas que consideran injustas y poco representativas.

Si queremos construir sociedades más justas, inclusivas y prósperas, debemos trabajar juntos para fortalecer y proteger nuestras instituciones democráticas, con la garantía de que todos tengan voz y voto en el proceso político.

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