Educación

Promover un liderazgo responsable en la universidad

La enseñanza superior debe reinventarse sobre los valores éticos, el espíritu crítico, el conocimiento aplicado y una mayor colaboración con las empresas para hacer frente a los grandes retos sociales y medioambientales del siglo XXI.

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05
abril
2021

Con un año de experiencia en pandemia, nuestra manera de vivir ha cambiado de forma reconocible en diferentes ámbitos. Gracias al desarrollo científico de diferentes vacunas, uno de los retos que afronta hoy la humanidad es la vacunación de un alto porcentaje de la población mundial en el menor tiempo posible –si bien las diferentes velocidades muestran una vez más las desigualdades entre la población del planeta–. Mientras esto sucede, podemos compartir los aprendizajes basados en la experiencia en el ámbito universitario. Como profesores, ha cambiado nuestra forma de ver el mundo y nuestra manera de relacionarnos con los estudiantes. Hoy tenemos una nueva perspectiva sobre la educación y sobre cómo transformar la sociedad a partir de los nuevos retos económicos y sociales. Hemos tomado conciencia de que vivimos en un mundo con diferentes riesgos globales, como lo confirma el Foro Económico Mundial en su informe anual de riesgos globales. Temas como el cambio climático, la salud mental y el desempleo, afectan a nuestras vidas de forma directa y lo harán al menos en el tiempo que dure la pandemia.

En la universidad, durante el 2020, hemos debatido ampliamente el papel de la empresa en la sociedad hoy: la contribución de las compañías a las necesidades sociales, qué retos han de asumir y las posibles alianzas con otras empresas, gobiernos e instituciones globales, habida cuenta del nuevo escenario social y económico. En este sentido, la Agenda 2030 y los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) representan una guía de actuación, sin perder de vista el impacto negativo de la pandemia global en cada uno de los ODS, tal y como refleja el informe de Forética de 2020.

La actuación de las empresas durante 2020 nos permite reflexionar sobre su capacidad para generar impacto social con celeridad

La actuación de las empresas durante 2020 nos permite reflexionar sobre su capacidad para generar impacto social con celeridad ante las demandas de la sociedad en pandemia. Estas acciones empresariales han tenido visibilidad en los medios de comunicación, como consecuencia del apoyo proporcionado en múltiples áreas. De hecho, la Red española del Pacto Mundial de Naciones Unidas ha dado visibilidad a 300 iniciativas de 165 empresas firmantes del Pacto Mundial durante el año pasado en su guía #iniciativasconpropósito, donde se puede conocer cómo han respondido a esta crisis empresas de distintos tamaños y sectores en nuestro país.

En este sentido, debemos reflexionar sobre la importancia del compromiso social de las empresas a la vista de sus múltiples respuestas mediante fórmulas como la innovación aplicada a la creación de productos, donaciones, voluntariado de empleados, etc. Como consecuencia, deberíamos dar un voto de confianza a las empresas  –que han mostrado su importancia en el tejido social– por los esfuerzos que han vertebrado su compromiso.

En la Universidad, el curso pasado nos adaptamos en poco tiempo al sistema online para realizar nuestra actividad docente. Por medio de plataformas digitales impartimos nuestros cursos en el periodo de confinamiento –que se alargó de marzo a mayo de 2020– evaluando a los estudiantes también en formato online. En septiembre, regresamos a nuestra actividad académica adaptados a las nuevas circunstancias. Para ello, iniciamos el nuevo curso con un sistema de enseñanza híbrido combinando la presencial y la virtual. De esta forma, completamos el semestre académico con metodologías de enseñanza nuevas para ofrecer nuestro conocimiento en el aula universitaria con una nueva perspectiva sobre la sociedad.

Las nuevas metodologías proporcionan una nueva mentalidad a los estudiantes muy enfocada a resultados con impacto social

Hoy sabemos que el cambio climático es una realidad que afecta a nuestras vidas de forma directa y tenemos la responsabilidad de evaluar sus consecuencias en la educación superior. Desde esta perspectiva, la universidad es un lugar de diálogo donde valores éticos y sociales, espíritu crítico y conocimiento aplicado cobran relevancia en la forma de enseñar para afrontar los retos de la sociedad. En este sentido, los ODS nos proporcionan una mirada global para considerar los problemas con creatividad en el aula a través de prácticas, casos y proyectos donde los estudiantes se involucran y ofrecen soluciones concretas en coherencia con las necesidades que afectan a la vida de millones de personas.

Este nuevo escenario social supone nuevos retos en la educación superior, tales como: la evaluación de la digitalización de la enseñanza, el desarrollo de habilidades para afrontar cambios con alto nivel de incertidumbre, el uso de herramientas para la salud mental de las personas, el desarrollo de metodologías ágiles para su aplicación a las necesidades sociales, etc. Todo ello vertebrado por una enseñanza humanista en las aulas donde la gestión ética y la solidaridad son aspectos relevantes para lograr coherencia y autenticidad empresarial en la evolución de una sociedad que sigue lidiando con una crisis sanitaria de grandes consecuencias en todos los ámbitos.

El papel de la educación superior en la formación de futuros profesionales y líderes empresariales está motivado por las competencias para dar soluciones a los problemas que azotan al planeta. Con evidencias tangibles sobre las consecuencias del cambio climático y con testimonios de científicos y expertos sanitarios, sólo podemos hacer una cosa: poner el conocimiento al servicio de la sociedad desde unos principios responsables y aportar un impacto medible que incluya siempre el beneficio real en la sociedad. De esta forma, las nuevas metodologías que aplicamos en el aula, proporcionan también una nueva mentalidad a los estudiantes muy enfocada a resultados con impacto social.

En este proceso de evolución en la universidad, las alianzas con empresas tienen un rol activo donde redes y colaboraciones en diferentes áreas facilitarán un diálogo continuado para dar respuestas a gran escala. Y, de esta forma, el binomio ‘empresa-universidad’, con un alumnado consciente y proactivo, es un aspecto destacable en los retos a asumir en esta década de acción que define la Agenda 2030. Estamos todos invitados a formar parte de esta gran red colaborativa con un optimismo necesario para establecer un equilibro social donde el liderazgo responsable de la universidad requiere diálogo y colaboraciones para educar a jóvenes comprometidos con la sociedad.


Belén López es directora de Responsabilidad Social Corporativa y Doctora en Comunicación en la ESIC, Business & Marketing School.

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