Las élites y las (nuevas) creencias de lujo
Las ‘luxury beliefs’, aquellas ideas que la élite forja y difunde para aumentar su estatus social, están provocando la fiebre de exhibicionismo moral a la que asisten actualmente nuestras sociedades.
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Rob Henderson, doctorando en la Universidad de Cambridge, alumbró el sintagma ‘luxury beliefs’ (o creencias de lujo) en un artículo publicado en el New York Post en agosto de 2019. Unos meses después, desarrolló su tesis en las páginas virtuales de la revista Quillette.
Las luxury beliefs son ideas que la élite forja y difunde para aumentar su estatus social. Henderson señala que esta práctica es la consecuencia de que los bienes de consumo hayan perdido el rol diferenciador que tenían: la masa puede acceder a los diseños de moda, viajar en avión o portar un teléfono de alta gama en el bolsillo. Esto, sumado a que la ostentación material se ha convertido en una costumbre de mal gusto, ha provocado la fiebre de exhibicionismo moral a la que estamos asistiendo.
Los jóvenes en Estados Unidos no demuestran su estatus a través del estilismo, sino empleando palabras que no están al alcance de todos –’heteronormatividad’, ‘cisgénero’, ‘deconstrucción’–, denotando así una posición social de privilegio. Se destacan, además, manejando propuestas como la desfinanciación de la policía, la apertura de las fronteras, la estigmatización de la monogamia o del consumo de ciertos alimentos, cuya adopción por quienes habitan esferas sociales inferiores provocaría consecuencias inciertas. Algunas de estas ideas son razonables y pueden discutirse, pero no cuando surgen fruto del ‘postureo moral’ y no de la voluntad de mejorar la vida de nadie.
«Los jóvenes en Estados Unidos no demuestran su estatus a través del estilismo, sino empleando palabras que no están al alcance de todos»
Cuando ya se había asumido que el mérito era un criterio de ascenso social moralmente superior al linaje, las élites embisten contra la meritocracia. Cuando habíamos asumido que la igualdad entre personas implicaba ignorar el sexo, el género, la raza o el acento de un individuo, las élites comienzan a definirlas por ese matiz identitario. Todo para poder desmarcarse de las creencias comunes.
Aquel que sabe algo de moda es consciente de que las élites marcan el ritmo, pues los de abajo se limitan a imitar el estilo de quienes admiran, ya sean políticos, presentadores de televisión o estrellas de cine. Las creencias de lujo entran en circulación a través de una minoría que, además, se convence de que es una amenaza para el sistema cuando, en realidad, es su máxima expresión.
Este es un fenómeno especialmente palpable en ciertos entornos de Estados Unidos, pero en absoluto circunscrito a sus fronteras. Como todo lo que allá se fabrica, la búsqueda de distinción social mediante la adopción de ideas inaccesibles para la mayoría ya es una práctica de los actores de nuestra esfera pública. Y de nosotros depende corregirla.
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