Opinión

Fondos europeos: última llamada para la transformación económica española

Los tiempos de crisis son siempre tiempos de oportunidad. Hoy nos hallamos, sin duda, frente a una de carácter histórico.

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08
septiembre
2021

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Los tiempos de crisis son siempre tiempos de oportunidad y nos encontramos, en este sentido, ante una histórica: los Fondos de Recuperación de la Unión Europea. Digo esto porque, correctamente articulados, representan la mejor solución para reducir el abismo existente en innovación y digitalización entre los países del norte y del sur de Europa, que se diferencian entre sí debido a la prioridad que han dado a la innovación, un área en la que España no destaca entre el «top 10» ya que ocupa el puesto 16 de 27 en el tablero de innovación europeo –dos más abajo que un año antes, pese a ser España la quinta economía europea–, según recoge el European Innovation Scoreboard 2021.

Previamente a los nuevos fondos ‘Next Generation’, en España sólo se ha aprovechado el 34% de las ayudas europeas recibidas

Nos enfrentamos a una carrera de fondo para nuestra recuperación y transformación en la que debemos demostrar que nuestro país está adaptándose a unos retos del futuro que pasan por la innovación y la digitalización –entre otros aspectos– y, a su vez, que nuestro tejido empresarial está capacitado para presentar proyectos que Bruselas considere consistentes y merecedores de estos fondos. El pistoletazo de salida se produjo el 17 de agosto, cuando la Comisión Europea transfirió al Tesoro de España los primeros 9.000 millones de euros correspondientes a la prefinanciación del Plan de Recuperación; es decir, un 13% del total que nuestro país va a recibir hasta el año 2026. Ahora bien, es importante recordar que los próximos desembolsos comprometidos no serán automáticos, y requerirán de mucho trabajo y voluntad por parte de los agentes implicados.

Ante este panorama de inestimable oportunidad, resulta de vital importancia que todas aquellas PYMEs –el 98,99% del total del conjunto de empresas españolas– que estén planteándose beneficiarse de alguna de estas ayudas sepan de antemano que deben contar con un proceso de planificación correcto para, posteriormente, enfrentarse a unos requisitos estrictos de justificación de proyectos. Previamente a la existencia de los nuevos fondos Next Generation, en España sólo se ha aprovechado el 34% de las ayudas europeas recibidas, o lo que es lo mismo, el 66% de las partidas presupuestarias que la UE ha puesto a disposición de nuestro país no han llegado, y no lo han hecho por dos grandes motivos: el desconocimiento de su existencia o una justificación inconsistente para su recepción.

Es necesario ubicar la solidez, el rigor y la confianza como nexos fundamentales entre las ayudas y el tejido empresarial, pero también lo es una Administración Pública que necesitará agilidad para analizar y determinar todas las solicitudes que van a recibir. La necesaria base técnica de cada proyecto será clave para la concesión de la asignación, pero no será la única: la sostenibilidad también es un aspecto que podrá descartar una solicitud de entrada. Un escenario retador para el que cualquier compañía interesada en los fondos Next Generation deberá recibir un asesoramiento honesto y directo, de tal forma que la claridad al indicar que un proyecto va a responder –o no– a lo que Europa solicita, será tan necesaria como poseer un conocimiento sobre sus normas y procedimientos. Hay que tener en cuenta que, tras la firma del acuerdo o durante la implementación de la ayuda, la Comisión Europea puede solicitar más detalles legales y administrativos o, incluso, un reajuste, así como reportes técnicos y financieros periódicos.

El contexto actual nos emplaza a poner en marcha actuaciones estratégicas para nuestras empresas, como la transformación digital, especialmente en sectores tractores como el agroalimentario, energía o movilidad, entre otros; todos ellos, además, ya referenciados como sectores «clave» en el Plan España Digital 2025. Sin duda, esto nos permitirá reducir brechas sociales, territoriales o de género –entre otros factores–, además de situarnos progresivamente al alto nivel de nuestros vecinos europeos, quienes ante el impacto de la pandemia han acelerado –más si cabe– la adaptación de su tejido empresarial a un nuevo entorno tecnológico.

España ocupa el undécimo puesto en la integración de las tecnologías digitales y digitalización de las empresas en Europa, según el Índice de la Economía y la Sociedad Digital (DESI 2020). Una posición con margen de mejora que se ha convertido, hoy, en un marco de oportunidad recogido en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España. Este cuenta con 4.656 millones de euros para el Plan de Digitalización de Pymes 2021-2025; 2.600 millones de euros para el Plan de Digitalización de las Administraciones Públicas 2021–2023 y 3750 millones de euros para el Plan Nacional de Competencias Digitales 2021-2023.

Sin duda, los fondos Next Generation son la última llamada para una necesaria transformación de nuestra economía, y está en mano de todos hacer que todas estas cifras se trasladen a hechos. España no será un país mejor solamente por ser más digital, pero creo que estaremos de acuerdo en que la digitalización impulsará su competitividad, su sostenibilidad y, por tanto, su prosperidad.


Carlos Artal es Managing Director de Ayming Spain.

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