Siglo XXI

¿Es tiempo para una semana laboral de cuatro días?

El periodo pandémico, que ha puesto en evidencia la viabilidad del trabajo desde casa, abre ahora este nuevo paradigma laboral sobre el que cabe reflexionar para encontrar las opciones que mejor encajen la reducción de la jornada a cuatro días.

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08
julio
2021

Los cambios producidos por la pandemia han trastocado todos los ámbitos de la vida cotidiana y, por supuesto, las relaciones laborales no escapan a ello. En este análisis interesan aquellos puestos de trabajo en los que ha sido posible trabajar desde casa, en los que la vida laboral deja de ocurrir con horario fijo y traslado a la oficina y transcurre con horario flexible desde algún rincón de nuestro hogar. A partir de este éxodo forzado son muchos los puntos de análisis que se han abierto, tanto positivos como negativos, y de entre todos ellos interesa analizar cómo encaja la idea de reducir la jornada de trabajo en el nuevo paradigma laboral producido a raíz del periodo pandémico.

Reducción de la jornada laboral

La posibilidad de reducir la jornada laboral se plantea en la legislación vigente por: causas personales de los trabajadores y cuestiones técnicas, organizativas o de producción de la empresa.

Desde el punto de vista distributivo, implica rebajar la jornada laboral de 40 horas semanales contemplada en el Estatuto de los Trabajadores, con el objetivo de lograr una mayor conciliación laboral. En este debate ha participado el Gobierno, aunque, al menos en 2021, no ha llegado a concretarse la instauración de la semana de 32 horas. De hecho, la propuesta de reducción de la semana laboral ha quedado relegada al Plan 2050, de modo menos ambicioso: la reducción ha quedado en 35 horas y, de cumplirse los tiempos, llegará con un retraso de 30 años.

A menos horas trabajadas, menor salario

Reducir la jornada laboral acarrea la reducción proporcional del salario y sus complementos por lo que, para implementarse, debe contar con el acuerdo de los trabajadores involucrados. Evidentemente esta reducción salarial se hace más factible en las empresas en las que los salarios son altos y en los puestos de trabajo mejor remunerados. De forma diametralmente opuesta, es menos asumible en sectores con baja remuneración y en los puestos de trabajo peor pagados.

En las empresas en las que es posible implementar este modelo los beneficios son duales. A los trabajadores les permite una mejor conciliación de la vida familiar y laboral mientras que las empresas reducen costos y aumentan la productividad. Las empresas que prevén implementar este tipo de pruebas no complementan la reducción de las jornadas laborales con un incremento proporcional de la plantilla, sino que dan por amortizadas las horas no trabajadas con la reducción de costes y por supuesto, con el eventual aumento de la productividad, derivado de la reestructuración productiva.

Una semana laboral más corta no casa con la legislación vigente

El problema está en que, en aquellos casos en los que la empresa y los trabajadores no sean capaces de llegar a un acuerdo, la propuesta entraría en conflicto con la legislación vigente. El Estatuto de los Trabajadores prevé que tanto la reducción de la jornada laboral como la reducción de los salarios son modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo. Esto implica una serie de procedimientos y justificaciones no compatibles con el espíritu de la reducción de la jornada laboral. Por tanto, esta propuesta se funda, en todo caso, en el consenso entre la empresa y el trabajador, vistos los beneficios que puede acarrear para ambos.

Este cambio podría implementarse sin que fuese necesaria una gran modificación de la normativa vigente. Sería suficiente con añadir un párrafo específico al respecto, principalmente porque en la situación actual este tema cae en un vacío legal. El lugar más adecuado para introducir esta variante sería el artículo 34, relativo a la duración de la jornada de trabajo.

Ventajas y desventajas: por determinar

Si se plantea este asunto como una contraposición entre ventajas y desventajas poco puede decirse. No hay suficientes datos al respecto y los análisis son, en su mayoría, teóricos, aunque recientemente una gran empresa española anunció su intención de iniciar una prueba piloto en esta dirección. Se plantea como ventaja la mayor conciliación de la vida familiar y laboral, y el consiguiente aumento de la productividad. Pero no se producirá en todos los sectores productivos y creará una brecha entre puestos de trabajos de primera y de segunda categoría.

Así, la idea de reducir la jornada de trabajo siguiendo un criterio de distribución social es meramente conceptual. El verdadero interés detrás de estos planteamientos se vincula a cuestiones mucho más concretas, propias de cada empresa o, eventualmente, de cada sector productivo.

Conclusiones

Cuesta pensar que la reducción de la jornada laboral vaya a tener gran acogida en el mercado de trabajo, fundamentalmente porque también implicaría una reducción salarial. El periodo pandémico ha puesto en evidencia la viabilidad del trabajo desde casa, sin embargo, muchos trabajadores se verán desalentados de aceptar una reducción de jornada si ello merma sus ingresos económicos. La situación derivada de la pandemia puede influir en la modificación del paradigma laboral respecto al lugar de prestación de los servicios, pero difícilmente influirá en la duración de la jornada laboral, ya que en esta intervienen otros factores de mayor relevancia (costes salariales).

El verdadero desafío será universalizar la implementación de la jornada laboral reducida para que sus beneficios alcancen a todos los sectores y a todos los puestos de trabajo, independientemente de la empresa empleadora y del poder adquisitivo de los trabajadores.The Conversation


Maximiliano Martín Barreiro, es docente, investigador y abogado, Universidad Internacional de Valencia. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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