Sociedad

No olvide apagar la cámara al salir de la entrevista de trabajo

Antes de la pandemia, solo cuatro de cada diez procesos de selección se realizaban mediante videoentrevistas, hasta que su uso creció en un 150% durante el primer mes de confinamiento. Aunque ahora se está volviendo a la normalidad, todavía son muchas las compañías que optan por conocer al candidato a través de una pantalla, un proceso que requiere tanta (o más) preparación como una entrevista convencional.

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07
junio
2021

Tener la sensación de haberse excedido con la colonia, sentir cómo las gotas de sudor se lanzan en caída libre por la frente o descubrir, demasiado tarde, ese bailoteo nervioso de una de las piernas son síntomas claros de que se avecina una entrevista de trabajo, una de las vivencias que más ponen a prueba el temple de una persona. Desde hace 15 meses, sin embargo, ninguna de estas experiencias forman parte del catálogo de preocupaciones de los aspirantes a conseguir un empleo. No desde que muchos de estos procesos se han trasladado, como casi todo, a un entorno virtual. Desde el inicio de la pandemia hasta ahora, Zoom, Teams, Skype y el resto de plataformas de videollamadas han permitido que los procesos de selección hayan podido continuar desarrollándose a pesar de las restricciones de movilidad, aunque con sus pros y sus contras. Según datos de Adecco, entre marzo y abril de 2020 el uso de las videoentrevistas se disparó en un 150% –antes de la pandemia, solo un 40% de los procesos de selección eran digitales–. ¿Hasta qué punto cambia la experiencia de realizar una entrevista de trabajo cuando se hace por teleconferencia?  

Una ventaja de las entrevistas online es que el campo está de parte de candidato. En las entrevistas convencionales, cara a cara, uno de los aspectos más intimidantes es que suele tener lugar en la sede del reclutador, ya se trate de una consultora de selección o de la empresa final. Es decir, el aspirante siempre juega fuera, en un entorno desconocido que incrementa su sensación de encontrarse en inferioridad frente a un interlocutor que no solo tiene la capacidad de tomar decisiones que afectan a su futuro, sino que lo hace cómodamente sentado en la silla de su despacho. Las entrevistas online igualan esas tornas. Y, aunque el entrevistador sigue teniendo la sartén de la decisión final por el mango, al menos se ve obligado a ejercer ese poder desde un territorio neutral en el que él es tan advenedizo como pueda serlo el entrevistado.

No obstante, la barrera de la distancia física que impone la cámara es un arma de doble filo que puede remar también en contra de los intereses del candidato. Aunque ayuda a atemperar esos nervios que suelen hacer acto de presencia, a veces de manera escandalosa, en este tipo de exámenes, también puede dificultar que el mensaje llegue con la claridad de exposición y emoción necesarias para que sea efectivo. «La información que recibimos en una entrevista online es mucho más limitada que en la presencial al carecer de gran parte de componentes no verbales. Además, se tiende a ser más parco, a hablar menos», argumenta Antonio Pamos, socio director de Facthum Spain. 

Pamos: «Hay que reforzar el mensaje verbal para compensar lo que no se está viendo»

Realizar la entrevista desde el propio hogar permite (y obliga) a introducir en la ecuación elementos de atrezzo que, de otro, modo, caerían fuera de la jurisdicción del candidato. Aunque el hecho de tener que preocuparse por ellos ya supone una complicación extra. Por esa razón, Pamos cree que una entrevista online requiere de mayor preparación que una presencial. «Hay que reforzar el mensaje verbal para compensar lo que no se está viendo. Además, es importante mantener la entrevista fuera de ruidos, sobre todo de los domésticos, como los niños, el timbre de la puerta, o posibles interrupciones». Un punto a favor del formato digital es que permite tener a mano una hoja para tomar notas, un teléfono móvil para ‘chuletas’ o un vaso de agua sin que esos refuerzos entren en el campo visual del entrevistador (aunque no conviene abusar de ellos). La vestimenta, no obstante, debe seguir las mismas directrices que en una entrevista presencial.

Algunos expertos aseguran que hacer la entrevista desde el domicilio es una ocasión excelente para reforzar la presentación del candidato con elementos que ayuden a trasladar rasgos de su personalidad. Una batería a su espalda, una librería atestada de ejemplares, un póster de su película favorita… Otros, sin embargo, se inclinan por no correr riesgos y presentar un fondo lo más neutro posible para no distraer al entrevistador. «Hay que buscar un lugar adecuado, y si en su casa no lo tiene, las cafeterías de los hoteles suelen ser sitios tranquilos y agradables», aconseja Pamos. Los fondos virtuales que ofrecen plataformas como Zoom o Teams no son una opción recomendable por el componente artificial con el que cargan (y que podría extrapolarse al candidato).

La barrera de la distancia física puede dificultar que el mensaje llegue con la claridad de exposición necesaria

Respecto a las cuestiones técnicas, no es necesario disponer del equipamiento de un youtuber profesional, pero sí es esencial realizar una serie de comprobaciones con antelación. «Una mala conexión o un equipo inadecuado pueden provocar una mala entrevista, aunque el contenido haya sido adecuado y tengamos al mejor entrevistador y al candidato soñado», advierte este miembro de la Junta Directiva del Consejo General de la Psicología de España. Realizar ensayos previos, utilizando la misma plataforma de la cita, con personas de confianza, puede ser una buena manera de evitar eventuales disgustos. Esas pruebas permitirán asegurarse de que la conexión, el micro, la cámara o una contraseña para entrar en la plataforma inoportunamente olvidada a la hora convenida de la entrevista no juegan una mala pasada.

La cámara debe situarse a la altura de los ojos, y hay que evitar los primeros planos. No solo porque el entrevistador se puede sentir abrumado con un conocimiento excesivamente íntimo del cutis facial del entrevistado, sino porque un plano muy cerrado impide acompañar el acto de comunicación con gestos de brazos y manos. Eso sí, Pamos aconseja no dar más importancia de la debida a esos elementos mudos. «Hay que huir de esa idea falsa de que el 80% de lo que decimos lo hacemos antes de abrir la boca. La información verbal debería ser suficiente para valorar bien al candidato, y solo deberíamos contemplar la no verbal cuando encontremos alguna incoherencia entre lo que dice y cómo lo dice».

Hablarle a una cámara es una cuestión que mejora con la práctica, pero el confinamiento y el teletrabajo han facilitado que muchas personas sin previa experiencia hayan ganado horas de vuelo en este terreno durante los últimos meses. Aun así, tratándose de una entrevista que puede marcar el futuro laboral, no conviene confiarse. ¿Un último consejo? «Que el candidato se esfuerce tanto como si estuviera cara a cara, o incluso más», concluye Pamos. 

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