Opinión

Marco Aurelio: una brújula en tiempos de tormenta

En nuestra sociedad convulsa, las palabras escritas por el emperador Marco Aurelio en sus ‘Meditaciones’ hace miles de años adquieren más sentido que nunca y se convierten en un manual de ética para evitar dispersarnos en la vida moderna.

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11
mayo
2021

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El 26 de abril de 121 nació en Roma un niño llamado Marco Annio Vero que pasaría a la historia con el nombre de Marco Aurelio. Mil novecientos años después, su nombre aún resuena con fuerza, pues su legado sigue siendo actual y necesario como una brújula en tiempos de tormenta. Perteneciente a la misma familia de origen hispano que Trajano y Adriano, Marco Aurelio demostró desde su infancia un especial sentido de la honestidad y el deber. Apadrinado por Adriano y sin corresponderle por nacimiento, alcanzó el título de emperador, convirtiéndose en el tercero de los emperadores béticos y el último de los cinco emperadores ‘buenos’. Un periodo denominado por el historiador británico Edward Gibbon como «la época más feliz de la historia de la humanidad».

Marco Aurelio tuvo que hacer frente a tiempos convulsos (que nos pueden resultar cercanos), traiciones, inundaciones, epidemias y guerras en varios frentes de un imperio que comenzaba una irreversible decadencia, y que gracias a su Gobierno pudo resistir aún varios siglos. Fue reconocido –y querido– por sus ciudadanos como «el emperador filósofo», un paradigma del gobernante ideal.

Sin embargo, la obra más importante de Marco Aurelio, el mayor tesoro que legó a la humanidad, son unos diarios denominados Pensamientos para mí mismo, escritos frente al Danubio, en medio de las múltiples campañas militares contra los bárbaros del norte, donde luchaba para mantener en pie el mundo civilizado. Su herencia ha llegado a nosotros recopilada bajo el título de Meditaciones, una obra que ninguno de sus contemporáneos llegó a conocer, ya que permaneció oculta hasta ver la luz siglos después. 

Es un libro a la vez oscuro y luminoso. Oscuro porque en ocasiones puede resultar complejo, por su lenguaje enrevesado, de difícil traducción y propio de un diario donde uno escribe sus pensamientos sin mayor orden ni concierto. Y luminoso porque su lectura puede hacernos, no solo más inteligentes, sino (lo que es más importante) mejores personas.

Marco Aurelio: «No te disperses, no te perturbes, simplifícate a ti mismo»

En sus meditaciones, Marco Aurelio nos habla mediante aforismos de temas actuales y eternos como buscar en nuestro interior: «No te distraigan los incidentes exteriores. Desocúpate para aprender algo más de bueno», «No te disperses, no te perturbes, simplifícate a ti mismo». O vivir el momento presente: «Vive cada día como si fuera el último, sin apresurarte ni amilanarte». También cultivar la empatía: «Acostúmbrate a prestar la máxima atención a lo que dice el otro, intérnate en el alma del que habla contigo». O buscar el bien común: «Lo que no es útil a la colmena no lo es tampoco a la abeja»; persiguiendo la nobleza de nuestros actos y de nuestros pensamientos: «No discutas ya más en adelante lo que debe ser el hombre de bien, sino procura serlo realmente», «si no es bueno, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas». Nos da consejos prácticos para nuestro día a día: «Que nadie te oiga quejarte de la vida, ni te oigas quejarte a ti mismo», «la mejor forma de vengarte de los que te injurian es no parecerse a ellos».

El libro, como dijo Borges a propósito de la obra de Oscar Wilde, «no ha envejecido; pudo haber sido escrito esta mañana». Y es que consigue que las palabras de un emperador romano escritas en la soledad de su tienda de campaña hace casi 2.000 años suenen actuales y cercanas, puesto que «desde el principio al fin siempre encontraras los mismos sucesos que colman las historias. Nada es nuevo, todo es cosa trillada y efímera».

De este modo, en el 1.900 aniversario de su nacimiento, el mejor homenaje que podríamos hacerle a Marco Aurelio (y a nosotros mismos) es reflexionar con él sobre que «la felicidad en la vida depende de muy pocas cosas» y sumergirnos en sus Meditaciones. Un libro que puede servirnos perfectamente como un manual de ética para el siglo XXI.

Y es que en esta época de dictadura de los likes, influencers de pacotilla y gurús de garrafón, haríamos bien en detenernos un poco y mirar hacia nuestro interior. Recordando con Marco Aurelio que «en ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más tranquilo, que en su propia alma».


Pedro Vázquez es director técnico de la Fundación Doña María (Sevilla). 

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