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Los desafíos de una vicepresidencia verde

La nueva vicepresidencia que asume Teresa Ribera debe afrontar una serie de retos, todos ellos con solución, todos ellos generadores de riqueza, pero cuya superación va a exigir trabajo duro y constante.

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13
enero
2020

La creación de una Vicepresidencia para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es, de entrada, una noticia magnífica. Es además muy importante que la ostente una persona, Teresa Ribera, que lleva años trabajando sobre estos asuntos. En el momento actual el planeta y España tienen que encarar retos muy acuciantes en materia ambiental. En algunas regiones han aumentado las sequías, con serias consecuencias: la desertización, la falta de agua y los incendios forestales.

En otros casos, y en los mismos y otros lugares, se repiten precipitaciones extremas que causan inundaciones con grandes pérdidas en cultivos, ganadería e infraestructuras, e incluso pérdida de vidas humanas. La intensificación de los fenómenos extremos, la subida del nivel del mar y su amenaza a las poblaciones costeras y la desaparición de especies animales y vegetales representan desafíos importantes. La coordinación que requiere el afrontarlos justifica la creación de una vicepresidencia verde.

Un número muy elevado de estudios científicos han relacionado estos fenómenos con los cambios inducidos en la composición de la atmósfera por la quema de combustibles fósiles, en lo que se conoce como cambio climático antropogénico.

Aunque este artículo se centra en España, se podría extender a cualquier otra parte del mundo. Por ejemplo, una de las causas de la catástrofe de Siria ha sido la reducción del caudal de agua del Éufrates. Y la intensificación de incendios forestales como los de Australia deriva del aumento de temperaturas. Muchos de los problemas mencionados más arriba derivan del cambio climático actual. A lo largo de los miles de millones de años de existencia de la Tierra ha habido centenares de millones de cambios climáticos y numerosas extinciones y desertizaciones. Pero no ha existido antes lo que hoy conocemos por contaminación.

En algunas regiones han aumentado las sequías, la desertización, la falta de agua y los incendios forestales

Lo que nos interesa es el cambio climático actual, las extinciones actuales, la desertificación (la desertización causada por el ser humano) actual. ¿Por qué? Pues, evidentemente, porque vivimos aquí y ahora. El cambio climático actual es, de los que tenemos registros, el más rápido y uno de los más intensos referido a su escala de tiempo. Nunca ha cambiado tanto el clima en tan poco tiempo (150 años). Este cambio ya ha causado parte de las consecuencias mencionadas. O al menos ha aumentado la probabilidad de que esos efectos hayan tenido lugar. Y esto con 1℃ de ascenso de la temperatura media global (TMG). Las consecuencias de una aumento de 3℃ en la TMG serían catastróficas.

Río Segura a su paso por Murcia tras las intensas lluvias provocadas por el fenómeno DANA a principios de septiembre || Jose y yo Estudio/Shutterstock

Es indiscutible que el cambio climático actual está causado por la quema masiva de combustibles fósiles. Tenemos que frenar ese aumento de temperatura. Primero, por razones objetivas. Pero también porque no podemos pontificar sobre lo que otros deben hacer sin demostrar que nosotros hemos hecho los deberes.

Los retos de la Vicepresidencia verde

Los desafíos de una Vicepresidencia verde son enormes. Por motivos objetivos: cambiar de paradigma energético será una tarea larga, no se puede conseguir en un año, pero se puede lanzar en cuatro años para su implementación paulatina.

Pero también por razones humanas y económicas. Por ejemplo, habrá presiones, y fuertes, para no cerrar las centrales eléctricas de gas, para no eliminar los motores de gasóleo, para mantener el transporte mediante camiones. No obstante, si los cambios se abordan con paciencia, sin retrocesos, los resultados recompensarán con creces los esfuerzos.

España carece de fuentes de energía en forma de combustibles fósiles. Y no tenemos agua suficiente como para instalar una sola central nuclear más. Sin embargo, tenemos energía propia más que de sobra, si la capturamos del sol. Tanta, que podríamos exportar energía. Y eso utilizando solo 15 000 km², que representan un 3 % del territorio español. Esa energía se puede capturar en zonas casi desérticas y económicamente deprimidas. Teniendo en cuenta que la riqueza no es más que otro nombre que damos a la disponibilidad de energía, la captura de grandes cantidades de esta conllevaría un aumento sustancial de la riqueza en nuestro país.

Influencia de las principales emisiones antropogénicas en el desequilibrio de temperatura del planeta. || NOAA

Pero no es solo eso. Si sustituimos los combustibles fósiles foráneos por energía autóctona eléctrica, tenemos que cambiar nuestro paradigma energético. Existen ya baterías eléctricas que en vez de litio, funcionan con sodio, es decir, con sal. No necesitamos importar litio para cargar los coches. La vida útil de un coche de combustión dura aproximadamente una década, pues los motores se van degenerando con las explosiones internas. A lo largo de los próximos 10 a 20 años hay que sustituir los coches actuales por un parque nuevo, un parque de vehículos eléctricos.

Fabricar estos automóviles supone la creación de una gran cantidad de puestos de trabajo, que devuelven en muy poco tiempo la inversión realizada. También se generan puestos de trabajo en la producción de baterías y en los tendidos de los cables y transformadores para enchufar los coches en las aceras. De nuevo, puestos de trabajo que devuelven la inversión.

Las precipitaciones suaves son cada vez menos frecuentes en España: las lluvias torrenciales no llenan ni embalses ni acuíferos

La sustitución de la combustión por movilidad eléctrica elimina de un solo golpe tanto la contaminación gaseosa como la acústica. Y la electricidad, siendo de origen solar, no genera óxidos de nitrógeno ni aerosoles que destrozan los pulmones. Las empresas que generan electricidad pueden seguir generándola prescindiendo de la compra de gas natural y montando centrales solares. No pierden nada, y sí ganan mucho dinero, pues producen y comercializan energía sin gasto de combustible: viene del sol.

Esto será (empleo el futuro, y no el condicional) un paso de gigante contra el cambio climático. Es algo que pueden apoyar todos los partidos del espectro político, pues supone riqueza para los ciudadanos.

Bosques, extinciones y extremos climáticos

Hay otras actividades de una vicepresidencia verde que son buenas en sí mismas, y que adicionalmente frenan el cambio climático.

La existencia de bosques favorece la lluvia, pues aumenta la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, que puede precipitar. Reduce la expansión de los desiertos y captura el agua de las lluvias torrenciales antes de que se produzcan inundaciones. En España necesitamos al menos mil millones de árboles nuevos. Plantar esos árboles, cuidarlos y mantener su desarrollo supone cientos de miles de puestos de trabajo que devuelven con creces la inversión. Es algo que pueden apoyar el Gobierno central y los gobiernos autonómicos trabajando en tándem.

Y la existencia de bosques frena asimismo la extinción de especies. Recordemos que los animales deben morir para que existan otros animales. Para esto se precisan predadores. Un sistema equilibrado de presas-predadores mantiene el equilibrio ecológico. Como consecuencia del cambio climático, las precipitaciones suaves son cada vez menos frecuentes en España. Las lluvias torrenciales no llenan ni embalses ni acuíferos. Precisamos una política de agua que tenga en cuenta esta realidad.

En resumen, la nueva vicepresidencia verde debe afrontar una serie de retos, todos ellos con solución, todos ellos generadores de riqueza, pero cuya superación va a exigir trabajo duro y constante.


Antonio Ruiz de Elvira Serra, catedrático de Física Aplicada, Universidad de Alcalá. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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