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Neuralink, la nueva apuesta de Elon Musk por un futuro de ciencia ficción

El nuevo reto del multimillonario fundador de Tesla pasa por conectar el cerebro humano a un ordenador para permitir el acceso a internet o el control de extremidades biónicas, todo ello sin cables.

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21
agosto
2019

¿Elegirías la pastilla azul o la roja? Neo se quedó con la última y se topó de bruces con la brutal realidad. Eso sí, consiguió que su mente controlase todo lo que ocurría a su alrededor. Hace 20 años, en Matrix, las hermanas Wachowski revolucionaron las pantallas del mundo entero al darnos a elegir entre las cápsulas de la cómoda y segura vida que conocíamos hasta entonces, bendecida por la ignorancia, (la azul) o la verdad detrás del fino velo de mentiras entretejidas con una realidad que gira en torno a un mundo digital (la roja). Ahora, no es Laurence Fishburne quien encarna a Morfeo con sus píldoras que cambiarán el curso de la historia, sino el multimillonario Elon Musk, creador de PayPal y Tesla. Y su pastilla roja no es otra que la posibilidad de conectar el cerebro humano a un ordenador para combinar mente e inteligencia artificial. Así, abre la puerta a navegar por la red sin necesidad de usar ordenador o smartphone e incluso de mover objetos con impulsos cerebrales.

No, no es ciencia ficción. En un intento de hacer realidad esa idea distópica de convertirnos en posthumanos o seres con extensas y nuevas capacidades brindadas por la tecnología, Musk creó en 2016 Neuralink, una start-up que se mantiene bajo un secretismo que no tiene nada que envidiar a la mismísima CIA. Parte del misterio que envolvía a la nueva empresa del magnate estadounidense –en la que ya ha invertido cien millones de dólares– se disipó a principios de este verano cuando hizo públicas sus últimas intenciones: introducir una conexión a un ordenador (y a internet) en el cerebro humano de manera segura e indolora, como si se tratase de cirugía ocular láser.

Según él mismo afirma, «somos un cerebro dentro de un contenedor, y ese contenedor es nuestro cráneo» y, siguiendo esa lógica, el multimillonario se aventuró en una empresa que, poco a poco, está adentrándose en las profundidades más desconocidas de la ciencia y la medicina. Por ahora, Neuralink se centra en un objetivo algo más modesto, pero que conduciría a sus impulsores en la dirección deseada: crear un sistema que ayude a personas con parálisis, amputaciones o ceguera a recuperar movilidad o visión, o que permita incluso reducir los temblores de personas con párkinson. Todo ello a través de impulsos cerebrales y, en última instancia, sin cables.

«Somos un cerebro dentro de un contenedor, y ese contenedor es nuestro cráneo», asegura Elon Musk

Aunque Neuralink aún está en una fase muy temprana de desarrollo, sus primeros pasos ya han visto sus frutos: la creación de un robot neuroquirúrgico que funciona como una máquina de coser para insertar seis hilos (192 electrodos) por minuto en un cerebro de manera automática. Durante la presentación de la empresa, Musk confirmó que, gracias a sus investigaciones, «un mono ha sido capaz de controlar un ordenador con su cerebro», dando a entender que sus expectativas están más cercanas de cumplirse de lo que se cree. «Neuralink no ha salido de la nada, descansamos sobre los hombros de avances científicos relevantes y de años de investigaciones académicas», recuerda Max Hodak, presidente de la compañía.

Es verdad que no son los primeros en desarrollar una tecnología que, gracias a unos implantes, permita conectar un cerebro y un ordenador a, por ejemplo, un brazo robótico en una persona que haya perdido el suyo. Sin embargo, serían los primeros en intentar hacerlo de manera no invasiva. Su sistema, además del robot que lleva a cabo las cirugías, cuenta con un chip personalizado capaz de leer, filtrar y amplificar las señales cerebrales. Por el momento, solo es capaz de transmitir datos a través de una conexión USB-C, aunque en Neuralink se han propuesto desarrollar un sistema sin cables que ya tiene nombre -el N1 sensor-, y que, dicen, estará insertado dentro del cráneo humano como si fuese una parte más del mismo.

Musk confirma que «un mono ha sido capaz de controlar un ordenador con su cerebro»

La nueva empresa de Musk tiene muchos retos por delante, entre ellos, perfeccionar la cirugía y los materiales a utilizar y desarrollar las conexiones internas adecuadas. Muchos han sido los que se han aventurado antes en una tarea similar a la de Musk y Hodak, aunque los experimentos no suelen abandonar los laboratorios por ser extremadamente caros y complejos de materializar. Más allá de los aspectos económicos, requieren además un entrenamiento y aprendizaje por parte de la persona y del ordenador, ya que el implante –hasta ahora– necesita estar constantemente conectado a un equipo para funcionar. Por eso, muchos científicos miran con escepticismo las promesas de estos dos emprendedores, que aspiran a empezar sus pruebas en humanos voluntarios a finales de 2020.

Si Neuralink consigue su propósito, llegará el día en que algunos privilegiados consigan mover el cursor con tan solo un pensamiento o hablar sin pronunciar palabra aunque no hayan tomado la pastilla roja de Morfeo. Aunque Hodak reconoce que fue el cine lo que le inspiró a sumergirse en este viaje con Musk -«me ha interesado todo esto desde que vi Matrix de niño», afirmaba hace unos meses-, aún no sabemos si su visión del futuro llegará a convertirse en realidad. Solo el tiempo (y la ciencia) lo dirán.

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