Cambio Climático

Deja el plástico: guía práctica para cambiar el mundo

Lo único bueno de las bolsas de plástico desperdigadas por las playas es que nos han obligado a aceptar que no podemos continuar viviendo en una sociedad que considera aceptable usar una cosa una sola vez y luego deshacerse de ella. Con ‘Deja el plástico’ (Ediciones Península), Will McCallum nos brinda un manual muy útil para reducir el consumo de un material que ha definido a nuestra generación y que hoy invade todos los rincones del planeta.

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Jennifer Brogger
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11
julio
2019

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Jennifer Brogger

No hay una única vía para renunciar al plástico, y el itinerario puede variar en diferentes países y comunidades, pero el mensaje sí es siempre el mismo: tenemos que dejar de producir tanto plástico. La cultura del usar y tirar ha ido demasiado lejos. Lo único bueno de las bolsas de plástico desperdigadas por las playas es que nos han obligado a abrir los ojos y aceptar que no podemos continuar viviendo en una sociedad que considera aceptable usar una cosa una sola vez y luego deshacerse de ella sin preocuparse de su destino final. El plástico que se acumula en nuestras calles nos ha hecho ver la necesidad de romper con un modelo económico basado en producir y consumir productos cada vez más baratos sin considerar el coste a largo plazo para el medio ambiente. Deja el plástico es más que un manual para purgar el propio hogar de plásticos indeseados; es una guía para unirse a un movimiento global y cada vez mayor que afirma que el plástico simboliza un mundo obsoleto. Un mundo que nunca valoró lo suficiente el medio del que dependemos.

«El plástico que se acumula en nuestras calles nos ha hecho ver la necesidad de romper con un modelo económico basado en producir y consumir»

Es cierto que el plástico ha llegado a los rincones más remotos del planeta y que puede encontrarse en los estómagos de criaturas marinas que nunca han tenido contacto con el ser humano. Resulta preocupante que la producción de plástico siga aumentando y que ninguna gran multinacional haya presentado un plan realista para reducir su uso. Yo mismo me quedé estupefacto al oír que algunos geólogos consideran que la presencia de plástico en los estratos rocosos es el signo de una nueva época geológica en la que la huella humana se ha vuelto visible: el llamado Antropoceno. Sin embargo, también es cierto que la conciencia de que existe un problema ha provocado una fuerte reacción en todo el mundo y ha dado pie a una sensación de descontento con respecto a nuestro estilo de vida que muchas personas con las que hablo comparten; depender tanto de productos que a la larga no nos hacen ningún bien causa cierta desazón. Ya sea porque tu playa favorita está llena de plástico o porque has visto en YouTube alguno de esos vídeos de animales atrapados o porque te preocupa cómo todo este plástico puede afectar a tu salud, el caso es que, si estás leyendo este libro, es porque sabes que el coste de no hacer nada es demasiado alto.

Al igual que ocurre con muchos otros problemas medioambientales, la velocidad a la que aumenta la contaminación por plástico puede provocarnos una mezcla de miedo e impotencia. De nada vale fingir lo contrario. Si tratamos de minimizar el problema, lo único que haremos será engañarnos diciéndonos que la situación no es tan grave, y entonces las medidas que adoptemos nunca serán suficiente. En lugar de ello, deberíamos aceptar que nos presenta una tarea ingente y empezar a utilizar nuestros recursos y los de nuestra comunidad para salirle al paso. Si afrontamos la realidad del mundo en que vivimos, sabremos encarar el futuro sin miedo y con la confianza de que el esfuerzo conjunto de millones de personas de todo el mundo no puede por menos de tener algún tipo de impacto. De la misma manera, no deberíamos decir que el plástico no tiene ninguna utilidad: precisamente la razón de que haya tenido tanto éxito es su utilidad, de la que todos nos hemos beneficiado. El plástico es barato e higiénico, y ha mejorado la calidad de vida de millones de personas. Aceptémoslo: en su momento, fue una gran idea, pero sus consecuencias han sido desastrosas.

«La conciencia de que existe un problema ha provocado una fuerte reacción en todo el mundo»

Con cada estudio que se publica sobre el impacto del plástico aprendemos más acerca de cómo este material ha modificado el medio ambiente del que dependemos. En los próximos años, aparecerán estudios sobre la relación entre el plástico y nuestra salud y sobre el grado de perjuicio que está causando a los océanos. Confío en que, a medida que comprendamos mejor la manera en que el plástico nos condiciona tanto a nosotros como al mundo en que vivimos, crecerá el deseo de deshacernos de él por el bien de nuestra salud, del medio ambiente y de las generaciones futuras. La tecnología y nuestra capacidad actual para organizarnos y comunicarnos nos permiten modelar la sociedad de un modo nunca visto en toda la historia. Las herramientas de este libro no solo sirven para luchar contra el plástico, sino también para empoderarnos como ciudadanos, votantes, consumidores y miembros de la comunidad. Nada hay de extraño ni de radical en querer tomar las riendas y exigir un cambio. El sentido común y la sinceridad de tus propósitos pueden llevarte muy lejos en la tarea de ayudar a que los demás comprendan la necesidad de renunciar al plástico.

Antes de emprender este viaje, recuerda los principios que deben guiar tus decisiones tanto en casa como al hacer campaña y dar consejo a familiares, amistades y colegas:

  • Rechaza el plástico siempre que puedas:di no a los plásticos monouso, tan comunes en nuestra apresurada vida.
  • Reduce el consumo de plástico en casa y en el trabajo: pásate a materiales más duraderos y piensa cómo puedes evitar comprar plástico.
  • Reutiliza: hazte con lo imprescindible para llevar una vida libre de plásticos, empezando por una botella reutilizable y una taza para el café.
  • Recicla: deshazte del plástico de forma responsable, reciclándolo siempre que sea posible.

 

Y, sobre todo, el principio que me parece más importante a la luz del viaje que te espera:

  • Cuéntalo: habla con tus amistades, con los encargados de los establecimientos donde compras, con tus compañeros de trabajo y con tu periódico local. El movimiento de lucha contra el plástico depende de que millones de personas se sumen a él, y tú eres parte esencial para conseguirlo.

El plástico no va a esfumarse de un día para otro y, desde luego, si desaparece, no lo hará sin oponer resistencia. El movimiento de lucha contra el plástico tendrá que hacer un esfuerzo inmenso en nombre de millones de personas de todo el mundo, personas como tú, que se preocupan por el medio ambiente y quieren que las futuras generaciones disfruten de la belleza del océano como nosotros hasta hace poco. Es un movimiento compuesto por miles de millones de acciones individuales cuyos efectos se dejan sentir por todo el planeta hasta llegar a los rascacielos más altos. Puede parecer una misión imposible. Pero, si algo hemos aprendido estos tres últimos años es que el mundo cambia a un ritmo sin precedentes y que empresas que en tiempos habrían parecido imposibles ahora son factibles. En un momento en que los motivos de esperanza parecen no abundar, el movimiento de lucha contra el plástico ha conseguido que personas de todos los orígenes y culturas se unan y empiecen a imaginar una sociedad que colabora con el fin de crear un mundo mejor para quienes vengan después de nosotros.


Este es un fragmento del libro ‘Deja el plástico: guía práctica para cambiar el mundo’ de Will McCallum (Ed. Península). Puedes comprar un ejemplar y seguir leyendo en este enlace

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