Desigualdad

Childline: la esperanza está al otro lado del teléfono

La india Jeroo Billimoria puso en marcha una ONG que ayuda a niños y niñas de todo el mundo a encontrar el apoyo que necesitan para salir del círculo de la pobreza y la violencia. Además, les empodera a través de la educación económica y financiera.

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21
junio
2019

Es difícil (o imposible) calcular cuántas personas en el mundo carecen de un hogar donde vivir. Ya por 2005, Naciones Unidas estimó que había más de 100 millones de personas sin techo en todo el planeta. Ahora, la Unesco asegura que, en la actualidad, son más de 150 millones los niños y niñas que viven en la calle. Las cifras demuestran que el problema es mucho más grave de lo que parece y que, por desgracia, es probable que las estimaciones se queden cortas —sobre todo teniendo en cuenta el número de desplazados que están provocando los conflictos en Siria o Yemen, entre otros muchos—.

Cualquiera puede verse atrapado en el círculo de pobreza y vulnerabilidad que tiene como último escalafón la calle. Pero, ¿qué motivos pueden llevar a niños y adolescentes de todo el mundo a esta situación? La violencia en el hogar, el abuso de alcohol o drogas, la muerte de uno o ambos progenitores, la inestabilidad o desintegración familiar, la guerra, los desastres naturales y las crisis socioeconómicas recrudecen la frágil situación de los menores en situación de exclusión social y los arrojan a una vida a la intemperie. Todos ellos se ven obligados, sin importar su edad, a abandonar la escuela y buscarse un porvenir, ya sea pidiendo, rebuscando comida en la basura, o vendiendo en los centros urbanos o en los suburbios de las grandes ciudades de, en su mayoría, países empobrecidos y sin redes de apoyo lo suficientemente fuertes.

Sin embargo, cuando pensamos en un sintecho, normalmente nos viene a la cabeza una imagen estereotipada: hombre de mediana edad, desaliñado, que deambula por las calles de las grandes ciudades… pero también existen muchos niños y niñas que sufren el mismo destino. Una vez más, los menores son el grupo más vulnerable y más susceptible de acabar solos en la calle —sobre todo si tenemos en cuenta el creciente número de menores no acompañados que cruzan el Mediterráneo o que escapan de conflictos armados, la miseria y la explotación—.

Childline se trata de un servicio telefónico de emergencia de 24 horas para niños y niñas de la calle

«Los niños en general, pero especialmente los que viven en la calle o en situaciones vulnerables, necesitan tener a alguien, un referente adulto, a quien acudir en momentos de necesidad para sentirse seguros», explica Jeroo Billimoria que, según Ashoka, es una de las emprendedoras sociales clave de nuestra época por su labor en India, su país natal. Jeroo lleva desde los 90 poniendo en marcha diferentes iniciativas dirigidas a empoderar y brindar asistencia a niños allí y en el resto del mundo. Todo empezó con un número de teléfono: «Desde muy joven me ha gustado trabajar con niños y adolescentes. Cuando estaba en Mumbai y veía a los pequeños sufriendo en la calle les daba mi número de teléfono para que me llamasen en caso de necesitar ayuda urgente», asegura. Así, con un móvil y una preocupación genuina por esos pequeños, nació Childline, un servicio telefónico de emergencia de 24 horas para niños y niñas de la calle. «Childline fue creciendo poco a poco porque canalizó esa necesidad específica de la sociedad india que no se estaba cubriendo: los menores sin hogar no tenían a nadie que se preocupara por ellos», reconoce.

Esta organización fue solo el comienzo de una revolución. El modelo de Jeroo se replicó en 133 países del mundo y, hoy en día, la información recogida por las millones de llamadas que se reciben en todas sus sedes ayuda a diferentes ONG que trabajan con niños a establecer sus líneas de actuación. A lo largo de los años, la emprendedora india ha visto una clara evolución en el perfil de los jóvenes que acuden a su organización: «Cuando empezamos, sobre todo eran jóvenes con problemas muy graves a nivel físico, bien porque tenían heridas y necesitaban que se les curase o porque habían sufrido abusos y necesitaban asistencia, o estaban enfermos…. Con el paso del tiempo, estos temas dejaron de ocupar las llamadas».

Poco a poco, tanto el Gobierno indio como otras organizaciones nacionales empezaron a atajar las necesidades básicas de los niños de la calle, por lo que empezaron a contactar con Childline antes de llegar a situaciones extremas. «En el momento en el que los niños y adolescentes empezaron a confiar en nosotros, comenzaron a llamarnos para contarnos que sentían miedo de tal persona, que alguien les había amenazado, que estaban pensando en irse de casa porque no soportaban la situación… Es decir, ya no esperan a sufrir violencia física para acudir a nosotros», explica Jeroo.

El perfil de usuarios era el de jóvenes con problemas físicos graves, pero con los años comenzaron a hablar de miedo o soledad

La ONG de Jeroo ya no solo se centra en los niños que viven en la calle, sino también en todos aquellos que están pasando por una mala época o necesitan apoyo psicológico. Cada país tiene sus propias necesidades, por lo que las llamadas que reciben las líneas de ayuda internacional de Childline varían: desde denuncias de abusos o de acoso escolar, a búsqueda de información sobre centros de acogida. Jeroo asegura que es muy común que los jóvenes llamen para hablar sobre la soledad que sienten en sus vidas, acrecentada por la presión que las redes sociales ponen sobre ellos: 1 de cada 10 niños reconoce sentirse solo, da igual cuál sea su situación familiar o económica. «La mejor manera de empoderarlos y que se conviertan en adultos sanos tanto a nivel físico como mental es escuchándoles, teniendo en cuenta sus ideas, sus gustos, sus miedos… Solo así podrán confiar en sus propias capacidades», aconseja Jeroo. Aflatoun, otro de los proyectos de esta emprendedora social india, pretende que dejen atrás sus miedos y se animen a emprender: que los niños y niñas del mundo entiendan cómo funcionan los sistemas financieros y la economía del hogar, y se lo expliquen a sus familias y a sus comunidades.

«Aflatoun quiere producir ese cambio necesario en las sociedades más empobrecidas para que prosperen. La idea es que lo más jóvenes de la casa impulsen a sus padres a ahorrar, a emprender, a salir del círculo de la pobreza…», cuenta Jeroo. Este proyecto, junto a la iniciativa Child Finance International, fue creado para asegurar la concienciación y el conocimiento de los niños y jóvenes sobre la gestión económica de sus finanzas, asegurando mayor autonomía y protección, sobre todo para los perfiles en riesgo de exclusión. El resultado es sencillo: si la educación funciona como palanca que mueve el mundo, iniciativas como estas brindan la oportunidad de que las nuevas generaciones mejoren la vida de sus comunidades.

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