Opinión

Cambio climático: la respuesta ilustrada

«La historia de la humanidad nos ha demostrado que la innovación tecnológica es una fuente de conocimiento y transformación poderosísima», escribe Pablo Blázquez, editor de Ethic.

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14
enero
2019

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Durante años, los sectores más reaccionarios de Estados Unidos han llevado a cabo una campaña surrealista y mendaz con el objetivo de negar que los gases de efecto invernadero estén elevando la temperatura del planeta. Frente a estos argumentos, que cada vez resultan más grotescos, la comunidad científica es clara y meridiana: hay que trabajar intensamente, y a través de una estrecha colaboración, para detener el calentamiento global. La gran virtud de la ciencia es que una hipótesis verdadera resiste, a la larga, los intentos de falsearla. De ahí que el discurso negacionista, a pesar de su valedor en la Casa Blanca, haya perdido la batalla dialéctica.

Pero como es obvio, la evidencia científica no pretende refutar el populismo negacionista, sino dar la voz de alarma ante los daños que se pueden producir si no actuamos con verdadera determinación. Se mire por donde se mire, el desafío de la transición energética es colosal. Para contener la subida en 2 ºC o menos, el planeta tendría que reducir a la mitad sus emisiones de CO2 en 30 años y haberlas eliminado por completo a finales de este siglo. ¿Y en qué punto estamos? Los combustibles fósiles aún proporcionan el 86% de la energía mundial, según los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Posiblemente, la humanidad nunca se ha enfrentado a un desafío de esta magnitud.

«A medida que la tecnología avanza, el mundo se descarboniza y se desmaterializa»

Desde la óptica del ecologismo ilustrado –que desmonta la sinrazón negacionista al mismo tiempo que marca distancias con quienes, víctimas de su progresofobia, consideran al ser humano un simple y malvado expoliador de recursos– existen razones decisivas para un (relativo) optimismo. El Tratado de París evidenció que el consenso global es posible y que la lucha contra el cambio climático ha penetrado con fuerza en la agenda internacional. Sin duda, el impulso político será determinante y es una buena noticia que España, por primera vez en su historia, parezca dispuesta a situarse entre los países que quieren liderar esta transición. Asimismo, la historia de la humanidad nos ha demostrado que la innovación tecnológica es una fuente de conocimiento y transformación poderosísima. A medida que la tecnología avanza, el mundo se descarboniza y se desmaterializa. Y no resulta quimérico afirmar que, en un futuro no tan lejano, gracias al progreso tecnológico, conseguiremos eliminar el impacto que el crecimiento económico tiene en términos de sostenibilidad medioambiental. De lo que no cabe la menor duda es que no hay tiempo que perder. Hace mucho que empezó la cuenta atrás.

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