Derechos Humanos

Llega la vuelta al ‘cole’… menos para 300 millones de niños

Más de 300 millones de niños no volverán al cole. Lo tienen vetado. Su única culpa: haber nacido en el país equivocado. La educación primaria y secundaria es casi un lujo en el tercer mundo.

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Ahed Izhiman
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20
septiembre
2018

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Ahed Izhiman

¿Le suena la frase «mamá, hoy no quiero ir al cole»? Pues bien: si su hijo hubiera nacido en Afganistán, Mali o Níger, su lamento matinal se convertiría en la siguiente desiderata: «Mamá, quiero ir al cole», y añadiría: «Pero no puedo». Según un estudio de Unicef, uno de cada tres niños y jóvenes de entre 5 y 17 años que viven en países afectados por conflictos o desastres naturales no tienen acceso a una educación escolar. Si hablásemos de una hija, lo tendría aún más difícil.

Más de 104 millones de menores de edad tienen vetado un derecho tan básico como ir a clase, porque deben atender a otras prioridades, como ir a buscar agua a varios kilómetros de distancia cada mañana. O porque, sencillamente, su escuela ha quedado devastada por una guerra, o una inundación. Son los motivos más agudos, pero no los únicos. La pobreza crónica de muchos países también cambia el orden de las prioridades familiares, lo que afecta a los más pequeños: en total, hay más de 300 millones de menores de edad en el mundo que no van al colegio.

«Este es un momento crítico en la historia. La población juvenil mundial está creciendo rápidamente, y si las tendencias actuales se mantienen, el número de adolescentes de entre 10 y 19 años aumentará a más de 1.300 millones en 2030, un aumento del 8% a partir de hoy», dicen los responsables del informe. La desigualdad también se refleja en la natalidad: mientras el primer mundo envejece (con Europa a la cabeza), los países con los ingresos más bajos engrosan la parte baja de su pirámide poblacional.

Más de 300 millones de menores de edad no van al colegio cada mañana

«El acceso a una educación de calidad es quizás el ecualizador de oportunidad más potente para estas personas, sin embargo, como revelan los nuevos datos presentados en el informe, la magnitud de los desafíos que enfrentan es enorme», explican en Unicef, y avisan: «Sin un incremento dramático en la inversión en educación para estos niños y jóvenes, su situación solo se deteriorará, sino que el mundo verá un aumento en jóvenes inexpertos y sin preparación, incapaces de adoptar nuevas tecnologías y enfrentar los desafíos de una economía global rápidamente cambiante».

La inversión en educación, por tanto, es necesaria para paliar un mal que nos afecta a todos, y no debemos circunscribir a los países afectados: la mayoría, de África, un continente que duplicará su población en las siguientes décadas, al tiempo que la natalidad descenderá en muchos países desarrollados. El futuro del planeta depende las nuevas generaciones, que deben estar preparadas para una economía cada vez más global. Las pírricas cifras de escolarización de muchos países africanos y algunos de Asia y Sudamérica (donde la natalidad también va al alza) indican que no estamos en el buen camino.

El acceso universal a la educación primaria y secundaria es, además, un compromiso asumido por todos: es clave para alcanzar el cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pactados en la ONU para 2030, esto es: «Garantizar la calidad inclusiva y equitativa el educación, y promover, sin exclusión, oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida».

Desde Unicef advierten de que es necesaria una disposición de fondos de 3.000 millones de dólares anuales para garantizar este derecho básico en todos los países afectados. Actualmente, apenas llegan a la mitad. «Todos los niños y jóvenes tienen derecho a ir a escuela y aprender. Cuando ese derecho se realiza completamente, la educación proporciona a los niños y jóvenes una salida de la pobreza y la perspectiva de un futuro prometedor», explican desde Unicef, y concluyen: «Para los países, la inversión en educación de calidad a partir de los primeros años establece las bases para economías prósperas, lo que redunda en una sociedad pacífica».

Aunque solo se refiera al cuarto objetivo de los ODS, la educación es fundamental para cumplir con casi todos los otros. Porque es la herramienta más eficaz contra las guerras, la pobreza y las desigualdades sociales.

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