Opinión

La importancia del relativismo cultural en el trabajo de las ONG

Sofía Arroyo, estudiante de Relaciones Internacionales, cuenta en esta carta cómo ha cambiado su percepción de la cooperación internacional cuando realizaba prácticas curriculares con World Vision.

Artículo

Sofía Arroyo

Fotografía

Jon Warren
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11
abril
2018

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Sofía Arroyo

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Jon Warren

Al comenzar el curso, todo lo relacionado con mi trabajo de fin de grado era bastante difuso. Hace mucho tiempo que quiero dedicarme al sector de cooperación al desarrollo y labor humanitaria, pero siempre había pensado que la cooperación al desarrollo es viajar a los países más necesitados para ayudar. En realidad es mucho más que eso. Engloba también la aproximación a una cultura que es diferente a la nuestra, con un idioma distinto, otro tipo de clima, situación geográfica, religión y relaciones sociales. Todas estas circunstancias hay que tenerlas en cuenta para que el resultado del trabajo sea verdaderamente eficaz.

A medida que me fui dando cuenta de esto, mis ganas de aprender e investigar sobre el tema crecieron y decidí que mi trabajo de fin de grado se basara en analizar cómo algunas ONG que se dedican a la ayuda al desarrollo en África Subsahariana lo hacen utilizando una concepción y valores occidentales desde una perspectiva etnocentrista en lugar de tener en cuenta el relativismo cultural.

«Ir a otro país a cooperar significa empaparse de la cultura y conocer sus costumbres sociales»

Pero, ¿qué es el relativismo cultural? Es una actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros de cada cultura. Se asocia con una tolerancia general y respeto por la diferencia, que se refiere a la idea de que el contexto cultural es crítico para la comprensión de los valores, creencias y prácticas de las personas.

Hace tres años pedí como regalo de Reyes apadrinar a un niño de África, y así me topé con World Vision. Decidí hacerme madrina de un niño sin poder imaginarme que, pocos años más tarde, iba a estar realizando mis prácticas curriculares de la universidad con ellos.

El trabajo desde dentro ha cambiado mi perspectiva, al encajar a la perfección con el modelo de cooperación que investigo. La filosofía de World Vision potencia que los proyectos surjan de las necesidades que se detectan desde las propias comunidades donde la organización tiene sus oficinas, dirigidas por personas autóctonas que conocen de cerca las tradiciones, la cultura y el idioma de las comunidades. Con esta forma de trabajo se fomenta el empleo en el país y la economía de la zona, ya que todos los recursos que se obtienen son locales.

«El acercamiento hacia otras comunidades se debe hacer siempre desde el respeto y la tolerancia»

Las formaciones y sesiones informativas dirigidas a las comunidades sobre diversos temas de prevención también son realizadas por personal local, lo que concuerda al 100% con la idea de fomentar el relativismo cultural. Ir a otro país a cooperar en su desarrollo supone empaparse de la cultura y conocer sus costumbres sociales, su religión, sus tradiciones, su forma de vida, sus limitaciones y capacidades, que no serán las mismas que las de personas de otra región geográfica. De este modo, se puede actuar teniendo en cuenta el contexto para garantizar así un desarrollo sostenible a largo plazo.

Cooperación al desarrollo no es sinónimo de imponer nuestras ideas, al contrario: por eso hablamos de cooperación, porque es una acción conjunta entre ambas partes. Se podría decir que debería ser una relación de simbiosis. El acercamiento hacia otras comunidades se debe hacer siempre desde el respeto y la tolerancia, promoviendo la escucha activa de las necesidades de las personas, niños y niñas, más desfavorecidas.

(*) Sofía Arroyo es estudiante de último curso del grado en Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Madrid. Actualmente está acabando sus últimas asignaturas de Trabajo de Fin de Grado (TFG) y prácticas curriculares.

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