Ciudades

Hoteles inconformistas

Una idea muy simple empujó a Kike Sarasola a fundar Room Mate en 2005: crear la habitación en la que a él le gustaría alojarse. Hoy es una de las cadenas hoteleras más exitosas de nuestro país.

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Iñaki Ortega
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26
enero
2017

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Iñaki Ortega

Un axioma tan manido como no importa la cantidad, sino la calidad, adquiere nuevos bríos en un caso de éxito como Room Mate. La idea se le ocurrió hace poco más de 10 años a Kike Sarasola (Madrid, 1963), consumado experto en hoteles por el mero hecho de que se pasaba media vida en ellos. «Me daba cuenta de que, además de la habitación, había muchos extras como restaurantes, bares, tiendas, gimnasios, etc., que no utilizaba pero me los cobraban cuando me quedaba ahí por el hecho de tenerlos. Yo quería un hotel tan bueno como uno de cinco estrellas pero sin tener que pagar por tantas cosas, a menos que yo quisiera».

En 2005 fundó, junto a su actual marido Carlos Marrero y su amigo Gorka Atorrasagasti, una cadena hotelera que partía de este concepto: habitaciones de diseño y cuidadas hasta el mínimo detalle, a precios asumibles. «Me baso en la teoría de las tres des: dormir, ducharse y desayunar. Eso es lo que realmente se hace en un hotel, el resto del tiempo es para disfrutar de la ciudad», cuenta Sarasola, y aclara: «Por eso elegimos siempre lugares céntricos y ofrecemos las mejores habitaciones y desayunos. Si los clientes quieren además un buen restaurante o un gimnasio, nosotros se los recomendamos, y en ocasiones los tenemos en nuestras instalaciones, pero subarrendados».

Desde el primer Room Mate Mario en el transitado barrio madrileño de Ópera, hasta hoy, ha llovido mucho: concretamente, más de 25 hoteles repartidos por el mundo en ciudades tan dispares como Nueva York, Florencia o Estambul, con una facturación anual de más de 30 millones de euros. Son cifras provisionales en un negocio que sigue en plena expansión: «Tenemos planeados varios hoteles más, uno de ellos en París, que ya es inminente, y con el que cumpliré uno de mis sueños», cuenta Sarasola, un emprendedor polifacético que fue también campeón de España de hípica en cuatro ocasiones y participó en tres olimpiadas, además de actor ocasional con apariciones en películas y series de televisión. «Me considero un emprendedor creativo. Cuando alguien dice que un sector está maduro, es señal de que aún hay algo que mejorar».

Room Mate es, además, un negocio a prueba de crisis. «Nuestro proyecto partía de suprimir lo superfluo, centrarse en lo importante y ajustar los costes y por tanto los precios, por eso la mala situación de España en los últimos años nos ha afectado poco. Son unos valores globales para una empresa con vocación global que aplicamos en cada hotel que abrimos, de manera que en países a los que les ha ido mejor han funcionado muy bien». Un carro al que se han sumado proyectos posteriores de terceros, algo que a Sarasola no parece importarle mucho, más bien al contrario: «Han surgido muchas cadenas con un concepto similar al nuestro, pero la competencia, si es sana, siempre es buena, por eso yo apoyo esos proyectos. Además, si te imitan es un buen síntoma: significa que estás haciendo las cosas muy bien».

Un emprendedor disruptivo

Lejos de amilanarse ante el auge de los apartamentos turísticos de particulares gestionados por plataformas digitales como Airbnb, Sarasola ha nadado contracorriente y ha sabido sacarles partido. «El sector hotelero en general se ha puesto en contra, yo he ido en el sentido contrario. Hace 10 meses lancé Be Mate, que añade a estos alojamientos los servicios propios de un hotel. Escojo los apartamentos y les invito a formar parte de mi plataforma». Ya son más de 2.500 en 10 ciudades, y creciendo. «No tiene sentido enfrentarse a los modelos de negocio colaborativos, porque han venido para quedarse. Además, fomentan el turismo, lo cual nos favorece a todos. Lo que hace falta para llegar a una convivencia sana es darles una regulación inteligente, y suprimir la excesiva normativa de los hoteles», aclara el empresario, que no duda en apoyar a otros emprendedores en unos tiempos poco favorables. «La situación no es fácil para montar un proyecto, aunque es cierto que ha mejorado un poco: ahora se apoya más al emprendedor, parece que la Administración por fin se está dando cuenta de que son los que van a dar trabajo en España, pero hay cosas que mejorar. Estoy invirtiendo en startups y doy conferencias por todo el país para incentivar a los emprendedores, porque es nuestra obligación».

Sarasola no se limita a las palabras, también apoya con hechos: escribió un libro hace dos años, Más ideas y menos másters (Ed. Temas de Hoy), y dedicó las ganancias a organizar un concurso y financiar el proyecto ganador, además de poner a su disposición los recursos de su cadena Room Mate, incluidos los jurídicos. Y es que este emprendedor de éxito es consciente, por propia experiencia, de que llegar a buen puerto no es tarea fácil. «Antes de montar Room Mate tuve muchas experiencias en el ámbito empresarial: monté una empresa de internet que tuve que cerrar con el estallido de la burbuja a principios de siglo, por ejemplo, y también he sido representante de una fábrica de telas italianas, a la vez que era deportista olímpico. He tenido muchos fracasos de los que he aprendido para que al fin uno me vaya bien», remata.

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