Reciclar el móvil: una asignatura pendiente y urgente

De cada 100.000 móviles tirados a la basura se puede extraer una cantidad de oro y plata por valor de entre 40.000 y 50.000 euros. En nuestro continente, a día de hoy, solo se recicla el 1%. Un dato llamativo si tenemos en cuenta que solo en España hay más líneas de teléfono que habitantes y, según anuncian varias ONG, un porcentaje muy elevado de la población guarda entre dos y tres móviles ya inutilizados en algún cajón de su casa.

Una encuesta realizada el año pasado por la patronal Ametic y Accenture nos sitúa como unos voraces consumidores de dispositivos electrónicos: nuestros hogares cuentan con una media de seis pantallas y la tercera parte de los usuarios de un Smartphone admiten que tienen la intención de renovarlo en menos de un año.

El reciclaje de estos dispositivos, que integran elementos contaminantes como el litio de las baterías o el coltán, es por tanto una necesidad urgente, no solo en nuestro país, también a nivel mundial.

Según un informe de Sheffield Hall University, de los más de 1.800 millones de teléfonos que compramos cada año, el 44% acaba, al cabo de un tiempo, guardado en un cajón. Un porcentaje similar de dispositivos se pone a la venta como teléfono de segunda mano, y el 4% acaba en un vertedero. Parece un porcentaje pequeño, pero hablamos de 72 millones que serán quemados en un solo año con el consiguiente perjuicio a la atmósfera. Según este mismo estudio, la mayoría de esos desechos terminan, además, en países del tercer mundo.

«La responsabilidad es global. Pasa por el usuario, por supuesto, pero también por los fabricantes, que deben ofrecer menos obsolescentes, y por nosotras, las operadoras de telefonía», dice Benedicte Pluquin, del área de RSC de Orange y una de las impulsoras de Somos Responsables.

«No nos limitamos a facilitar puntos de recogida. También llevamos a cabo campañas de concienciación en colegios, porque la educación es vital y la solución también a largo plazo», explica Benedicte a Ethic. «Desde febrero hemos estado en más de 250 centros educativos y han participado más de 100.000 niños».

Se da la paradoja de que son los ‘peques’ los que educan a sus padres. «Abarcamos niños de 8 a 12 años, normalmente no suelen tener móvil. Pero son ellos los que, en su casa, repiten lo que les hemos contado en el aula, y los adultos de la casa cooperan rescatando sus aparatos viejos para que nos los entreguen y nos ocupemos de reciclarlos, revenderlos o darles una nueva vida en países en vía de desarrollo».

Desde Orange hacen hincapié en que la responsabilidad también recae en los fabricantes, pero no se quedan en una mera reclamación: «Una serie de testadores puntúan los móviles que ofrecemos de 0 a 5 en función de su impacto en el medio ambiente. Valoran los componentes nocivos, la reciclabilidad, el CO2 emitido en su transporte, etc. De esta manera, nuestros clientes pueden decidir qué modelo adquirir con el medio ambiente como argumento de venta», dice la responsable de la iniciativa.

Orange quiere liderar el compromiso con el reciclaje de móviles y sus expectativas son ambiciosas. El año pasado lograron que 300.000 dispositivos no acabaran en la basura, pero esperan llegar mucho más allá. «Nos hemos marcado el objetivo de llegar en poco tiempo a reciclar el 30% de los modelos que comercializamos». Eso supondría, qué duda cabe, un descenso notable de la presencia de móviles en nuestros vertederos.