Derechos Humanos
Europa, impasible ante la crisis del Mediterráneo
«No queremos que los europeos se cansen de nosotros, pero no tenemos otra opción. Arriesgamos nuestras vidas para ayudar a nuestras familias».
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COLABORA2015
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«No queremos que los europeos se cansen de nosotros, no queremos abrumarlos, pero no tenemos otra opción. Arriesgamos nuestras vidas para ayudar a nuestras familias o vecinos, a nuestros amigos, nuestros padres y nuestros hermanos. Por eso nos embarcamos en este viaje». Abdul tiene 34 años y es de Gambia. Dejó su país porque necesitaba dinero para mantener a su familia. Franqueó Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger y Argelia antes de llegar a Libia, desde donde tenía previsto dar el salto a Europa. Fue rescatado el 14 de mayo por el MY Phoenix en un pesquero con 561 personas a bordo.
Abdul es uno de los de 100.000 inmigrantes que han cruzado el Mediterráneo desde el inicio del año, según calcula el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur. Los anhelos de otros 1.800 quedaron sumidos en el mar. «Esta es una crisis humanitaria orquestada, creada por el fracaso de la Unión Europea a la hora de poner en marcha políticas y prácticas adecuadas y humanas para hacerla frente», denuncia Aurelie Ponthieu, especialista de Médicos Sin Fronteras en migraciones. La mayoría de inmigrantes son sirios, eritreos, afganos, somalíes y nigerianos que huyen de contextos de violencia y persecución.
Entretanto, los Estados miembros emplean su tiempo en discutir sobre el cierre de fronteras: Francia y Austria han reforzado los controles fronterizos, Italia amenaza con impedir que barcos extranjeros desembarquen migrantes y Hungría anuncia la construcción de un muro en su frontera con Serbia. Pero las cifras evidencian que construir muros obstaculiza la entrada efectiva de inmigrantes, y no su salida. Recordemos, además, que en octubre de 2014 se canceló la Operación Mare Nostrum que llevaba a cabo Italia en el Mediterráneo, y que tenía como misión fundamental el rescate marítimo. Fue sustituida por la Operación Tritón, dirigida por la Agencia Europea de control fronterizo (Frontex), con menos presupuesto y limitada a la vigilancia y la protección de fronteras.
Las políticas defensivas sólo consiguen «socavar cualquier esfuerzo de colaboración para ayudar a las personas que lo requieren», asegura Ponthieu: «El deterioro de la situación no se debe a un número inmanejable de migrantes y refugiados sino al resultado directo de las deficiencias crónicas en las políticas de la UE en la gestión de las personas recién llegadas».
En este sentido, Amnistía Internacional presentó un informe el año pasado donde denunciaba que «las prioridades se han focalizado en sellar las fronteras más que en las obligaciones humanitarias». Del estudio se desprende que Europa dedicó, entre 2007 y 2013, cerca de 1.820 millones de euros al control de sus fronteras en equipamiento e infraestructura tecnológica. Pero sólo fueron 700 millones los invertidos en apoyo a procesos de asilo, servicios de acogida e integración de refugiados.
Italia y Grecia
Los datos médicos de los proyectos de MSF de ayuda a refugiados y migrantes en Italia y Grecia muestran que la mayoría de los problemas sanitarios se deben a las malas condiciones de recepción, así como a las heridas y traumatismos sufridos en viajes largos y peligrosos. Sin olvidar que los servicios que ofrece esta organización pretenden cubrir las necesidades sanitarias que las autoridades están desatendiendo y a las que los inmigrantes tienen derecho según las directivas comunitarias.
«Es evidente que el sistema actual, que incluye el Reglamento de Dublín II, no está funcionando. Las devoluciones de las personas vulnerables a Italia en el marco de Dublín II deben suspenderse inmediatamente», solicita Loris de Filippi, presidente de MSF Italia. Y es que en su país el sistema de recepción podría colapsarse en las próximas semanas si no se toman medidas. Desde la organización alertan de que centenares de refugiados en tránsito se concentran en asentamientos informales en las principales ciudades italianas y en Ventimiglia, en la frontera francesa.
Grecia está haciendo frente a la llegada de un importante aumento de refugiados, «pero el sistema de recepción es casi inexistente y las condiciones son cada vez más preocupantes». En la isla de Kos, MSF brinda atención médica en el campamento del Hotel Capitán Elías, un edificio en ruinas que constituye el único lugar puesto a disposición por parte de las autoridades para que los refugiados y los migrantes permanezcan mientras esperan la autorización de la policía para salir de la isla, un trámite que puede llevar varias semanas.
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