«El mundo es una especie de mala noticia todo el rato»
La singular voz del que durante trece años fue el cantante y líder del mítico grupo Los Piratas, Ivan Ferreiro, llega a Madrid. Una de sus tres paradas para dar un directo y, de paso, charlar con Ethic.
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Cinco álbumes de estudio grabó siendo la voz inconfundible de ‘Los Piratas’, además de dos directos, tres recopilaciones y cuatro de rarezas. La banda se fundó en 1991, y se disolvió en 2004. Después, Iván Ferreiro (Nigrán, 1970) se asoció con su hermano Amaro, echándose la manta sobre el hombro y la carrera bajo los pies. Ahora presenta en la capital su sexto trabajo, ‘Valmiñor- Madrid: historia y cronología del mundo’, en el festival Madgarden, este sábado, un disco más festivo y luminoso.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de tu último trabajo, ‘Val Miñor- Madrid’?
Que me salgan conciertos es la máxima satisfacción; cuando haces un disco disfrutas mucho de la grabación, de escuchar cómo va tomando cuerpo, pero el sentido último es salir a tocar, a cantarlo, y estoy contento porque funciona muy bien, la gente lo está recibiendo muy bien.
En ese trayecto, dígame tres paradas imprescindibles…
Qué difícil… me encantan todos los sitios, con los años, a base de tocar por toda España, disfruto de cualquier lugar al que voy. Me gusta tocar en Madrid, pero también cuando toco en un pueblo que no conocía… me gusta Barcelona, Asturias, País Vasco… todo… si tuviera que mencionar tres sitios en los que me gustaría que mi carrera estuviera marcada serían Valmiñor, Madrid y México DF.
¿Qué tiene México para convertirse en un potente imán para los artistas españoles, que se sienten tan bien acogidos?
Es un país maravilloso, tan diferente a España… cuando aterrizas allí notas que hay una energía especial en el aire, estás a muchos metros de altura, esa comida increíble… y, la verdad, es un país que devoras, tiene mucho sentimiento y un público nuevo para mí, que te grita cosas bonitas todo el rato, que te hace reír… estoy enamorado de Méjico. He de decir que conocí Méjico gracias a Enrique Bunbury; la primera vez que estuve allí fue con ‘Piratas’, en 2001, fuimos de teloneros a Enrique, y él me mostró la maravilla que es América. Es muy generoso conmigo siempre.
Las ganas de comerse el mundo (como canta en ‘Cómo conocía a vuestra madre’) ¿son más frecuentes en este oficio que las de tirar la toalla?
Sí, sin duda… no soy de los que sienten ganas de tirar la toalla, aunque hay veces, cuando tienes algo que se hunde, por más esfuerzos que hagas por sacarlo a flote, que conviene tirar la toalla. Si no lo haces, te llevará al fondo. Pero mientras las cosas sean salvables prefiero comérmelas…
¿Qué tiene que comer uno mientras escucha este disco?
Uno tiene que comer de todo, como en la vida, de todo, comer rico, y sano y disfrutar de la vida… personalmente, si tuviera que elegir un menú, sería un buen pescado con un buen Albariño.
¿Añadimos postre?
¿Una filloas gallegas rellenas de crema o chocolate?
¿De dónde surgen las canciones, de una idea, de una imagen, de una obsesión?
Surgen de muchos sitios; en mi caso, estoy siempre a la búsqueda de la canción, creo que, de alguna forma, con los años, a medida que mi trabajo se ha ido normalizando, disfruto más. Hubo una época en la que pensaba que me iban a echar cada vez que sacaba un disco, uno no puede evitar pensar que está con un tiempo prestado en este negocio, pero ahora, que empiezo a darme cuente de que es posible que siga en este negocio unos cuantos años más, lo que hago es no encerrarme tanto a escribir, sino que dejo que las cosas surjan. Además, tengo la enorme suerte de trabajar con mi hermano Amaro, que es una fábrica de hacer canciones y de tener ideas para ellas; últimamente me preocupo más por los textos, y ver de qué quiero hablar… Me gusta más hablar de la felicidad y de las cosas intangibles que ésta produce que de otros temas.
“Mi libertad se esconde en la música”. Ya el verbo (esconder) implica una zona de penumbra. ¿Nos cuesta ser libres?
A veces, ciertas emociones positivas las tenemos escondidas en nosotros y tenemos que buscarlas dentro de ciertas cosas; de alguna forma, el mundo es una especie de mala noticia todo el rato, o por lo menos lo parece, pero soy un optimista suicida, y creo que hay que buscar la felicidad en todos los lados, es nuestra obligación, buscarla. Me cabrea la gente que no la busca, hay quien sólo busca tener problemas y, cuando soluciona uno, se busca otro. Antes lo comprendía, ahora no. La felicidad no es algo complicado. Podemos cambiar si quieres la palabra feliz por la palabra disfrutón. Ser disfrutón es una felicidad voluntaria. Disfrutón al caminar, al comer, al charlar con la gente…
¿Ese ser disfrutón depende totalmente de uno mismo?
Sí, no quiero ofender a nadie que tenga graves problemas en este momento; salvando esas situaciones en las que hay problemas graves, de salud, económicos o de lo que sea, hay que disfrutar; es más fácil ser un disfrutón que ser un quejica y, además, cuando alguien devora la vida, es mejor compañía para los demás y es más fácil atraer las cosas buenas de la vida.
Canta en Twin Peaks “soldado de una idea y defensor de todo aquello en lo que me convertí”. Un principio irrenunciable para Iván Ferreiro…
Percibir la música y las canciones, tratar de hacer cada vez una canción nueva que sea distinta a la anterior, y mejor que la anterior, y aceptar que haces canciones que no conectan con los demás. Me he ido convirtiendo en lo que soy a base de empeño y cabezonería, he creído siempre en esa búsqueda de la libertad a partir de la música, las canciones son las que me han llevado a conocer el mundo, gente… Mi idea irreductible es disfrutar de lo que tengo y buscar por medio de la música una vida completa.
Hay multitud de referencias cinematográficas en este disco. ¿Qué tiene el cine que no encuentra en la música?
Las dos nos enseñan, en realidad, todas las artes nos enseñan cosas; el cine tiene algo mágico, es interpretable, y tiene un poco de todo en él, música, pintura, acción, silencio, quietud… ¡Y títulos muy bonitos que le robo para cambiar su sentido!
Si tuviera que definirse con una película, ¿cuál sería?
Qué difícil… Me gustaría sentirme como Han Solo, que tiene a la princesa Leia, una migo peludo, la nave más moderna y está alejado de la religión (que es la fuerza).
Cuando escucha sus discos, ¿cambiaría muchas cosas?
Nunca cambiaría nada de los discos, son una fotografía de lo que has hecho en un momento determinado; siempre tengo ganas de hacer un disco nuevo, no de cambiar el que ya hice. Hubo una época en la que le daba más vueltas a los arreglos, a las palabras, pero ya me he relajado. Además, a veces es más puro el oído del oyente que el del músico.
Al disco lo acompaña un tablero de juego. ¿Cuánto de lúdico tiene la música?
De alguna manera, metí el tablero para dejar una constancia simbólica de que es un disco para divertirse, la música es una gran tablero para jugar con ella, para no tomarte en serio, para ensalzar y dignificar un sentimiento, para descargar mala leche… pero hay gente que se lo tomo tan en serio que no sabe ni perder…
A veces, ni jugar…
Efectivamente, pero quien no sabe perder no suele saber jugar. O juega mal.
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