Profesionalización, sensibilización y cooperación

«Profesionalización, sensibilización y cooperación». Éstos son los ejes fundamentales sobre los que debe pivotar la relación entre administración pública, empresa y tercer sector para impulsar la relación entre estos agentes y trazar nuevas vías de transformación social a través de estrategias de valor compartido.

Ésta es una de las principales conclusiones de la jornada La relación entre el tercer sector, las empresas y la administración en el siglo XXI. Claves para el diálogo y la acción organizada por Ethic y la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad de Comillas-Icade con la colaboración de RedySer.

En su discurso inaugural, el director general de RSE del Ministerio de Empleo  y Seguridad Social, Miguel Ángel García Martín, explicó que el Gobierno, a través del Plan Nacional de RSE, llevará a cabo una primera propuesta para dar solución a preguntas como cuáles son los principios que van a regir la responsabilidad social y cuál es el marco de actuación y de referencia para salvaguardar la unidad de mercado.

En este sentido, defendió que las administraciones públicas tienen que «actuar con ejemplaridad y empezar a construir con el tercer sector». «Se debe aprovechar lo que cada uno sabe hacer y trabajar conjuntamente», añadió.

Con el telón de fondo de la crisis económica, Chus de La Fuente, directora de Relaciones Institucionales de la ONG Entreculturas, subrayó que la responsabilidad social adquiere mayor sentido que nunca, «dado que las necesidades sociales son más acuciantes que antes».

El encuentro celebrado en la Universidad de Comillas se enmarca dentro del proyecto Sostenibilidad a Debate, puesto en marcha por la revista Ethic e Icade con el objetivo de analizar los desafíos de la Agenda 21.

Por este motivo, según De la Fuente, es necesario provocar un cambio en la relación empresa-ONG y eliminar los prejuicios que crean un círculo vicioso e impiden mejorar la colaboración entre ambos actores. «Las empresas deben dejar de mirar a las ONG como a unos  perroflautas que no saben de nada y las ONG abandonar ese prejuicio contra  «la empresa de gran capital que solo piensa en su imagen». «Toda empresa que quiera colaborar debe acercarse con otros ojos a la ONG, y viceversa», concluía De La Fuente tras defender que dicha relación «ha mejorado a lo largo de los años».

Por su parte, Clara Bazán, directora de Responsabilidad Social de Mapfre, explicó que  «las empresas cometieron un grave error porque empezaron a hacer acción social sin antes saber a quiénes tenían que dirigirse, sin hacer estudio de mercado, lo que supuso una falta de respeto profesional a aquellos que son expertos en la materia».

Bazán trazó la cuadratura del círculo: «Debemos empezar a trabajar de forma coordinada y colaborativa con el tercer sector, aprender a analizarlo desde la empresa y la ONG profesionalizarse en su gestión y mejorar su transparecia. Hay que sumar recursos, y para ello, la administración es básica en establecer esos canales».

Lucio Fernández, director de RSC de RedySer, defendió «la responsabilidad social como un elemento de diferenciación cuando ni el precio ni la calidad marcan ahora la diferencia entre una pyme y otra». Fernández describió cuatro premisas para una buena relación entre empresas y ONG: confianza mutua, equilibrio entre aportaciones y resultados, capacidad profesional de los actores y compromiso y flexibilidad entre ambos.