Derechos Humanos

Especulación y hambre en el Cuerno y Este de África

En un contexto en el que «los mercados se han vuelto cada vez más imprevisibles», Lourdes Benavides, de Intermón Oxfam, investiga cómo ciertos productos financieros socavan la lucha contra el hambre.

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23
diciembre
2011

Los mercados de derivados de materias primas agrícolas, desregulados y herméticos, han atraído ingentes sumas de dinero especulativo y un número cada vez mayor de operadores alejados de los fundamentos del mercado: fondos de pensiones, fondos de cobertura, fondos soberanos que invierten sin mayor interés en las materias primas agrícolas. Estos productos financieros, que se crearon originalmente para cubrir los riesgos ligados al negocio de cultivar, se han vuelto cada vez más imprevisibles. Como resultado de esta explosión especulativa, ya no trabajan para ayudar a productores, procesadores y consumidores a protegerse de los caprichos de los mercados físicos. Peor aún, muchos observadores sostienen que la especulación excesiva en los mercados de futuros de materias primas amplificó los movimientos de precios de los alimentos y pudo haber jugado un papel en la escalada de los precios internacionales.

Así, los mercados agrícolas internacionales se han vuelto cada vez más imprevisibles. La volatilidad y el encarecimiento de los precios de los alimentos han causado dos crisis mundiales en tres años. Ambas han tenido consecuencias drásticas en los países pobres, aumentando el número de personas en situación de pobreza, los conflictos y la inestabilidad. Para el Relator Especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, los países más afectados son los llamados «países de bajos ingresos y déficit alimentario», que importan grandes cantidades de cereales, o los países menos avanzados. En estos países, los pobres urbanos y rurales que dedican al menos 80% de sus ingresos en alimentos son los que más sufren el impacto de los precios.

¿Qué impacto tuvieron los precios globales de los alimentos en la grave crisis en Somalia, Kenia o Etiopía? Decenas de miles de personas han fallecido en Somalia como consecuencia del hambre, cuatro millones están aún en situación de riesgo y necesidad de asistencia a lo largo y ancho de toda la región.

¿Qué impacto tuvieron los precios globales de los alimentos en la grave crisis en Somalia, Kenia o Etiopía? Decenas de miles de personas han fallecido en Somalia como consecuencia del hambre, cuatro millones están aún en situación de riesgo y necesidad de asistencia a lo largo y ancho de toda la región.

Los estudios sobre el primer pico de los precios alimentarios en 2007-08 muestran que para la mayoría de los países en desarrollo, las fuertes variaciones en los precios globales se transmitieron a los precios domésticos del maíz, trigo o arroz. Fue el caso de muchos países del Sudeste Asiático o de América Latina, que se abastecen con compras en los mercados globales. En el caso del continente africano, se dieron fuertes incrementos del precio del maíz, incluso superiores a los del mercado global, pero la evidencia no muestra una correlación con los precios internacionales. Prevalecen los factores internos, como las dinámicas propias de los mercados regionales y la disponibilidad local de cereal, las políticas nacionales o regionales (cierre de fronteras, niveles de integración regional), el elevado precio del petróleo y sus consecuencias en la economía, el transporte y los insumos agrícolas. Aunque en algunos casos, como factor secundario, la anticipación en las expectativas de subida de precios pudo jugar un papel en el comportamiento de los operadores comerciales.

De ahí que surja la pregunta: ¿Qué impacto tuvieron los precios globales de los alimentos en la grave crisis en Somalia, Kenia o Etiopía? Decenas de miles de personas han fallecido en Somalia como consecuencia del hambre, cuatro millones están aún en situación de riesgo y necesidad de asistencia a lo largo y ancho de toda la región. Esta es la dramática fotografía de una de las peores crisis de las últimas décadas, que ha llegado a afectar gravemente a 13 millones de personas en el peor momento de la crisis.

En el Cuerno de África, a lo largo de 2010 y 2011, la producción insuficiente de cereales, resultado de una sequía extrema y prolongada, junto con unas reservas alimentarias bajas llevaron a una fuerte subida de los precios locales. El pasado mes de julio, algunos de los cereales más consumidos en la zona, como el sorgo en Somalia o el maíz en Etiopía y Kenia aumentaron en un 393%, 191% y 161% respectivamente, relativamente a los precios medios de los cinco años anteriores. Precios que, a pesar de haber disminuido, siguen siendo excepcionalmente altos a día de hoy. Se trata de una región poco integrada en el mercado alimentario global. El comercio intrarregional, que habitualmente cubre las necesidades en alimentos de base, se encontró frente a limitaciones (cierres de fronteras, insuficiencia o retención de reservas, competición en las importaciones) que pudieron suplirse con importaciones desde otras regiones de África, Oriente Medio o Asia oriental.

Por todo ello, para Intermón Oxfam, la hambruna en el Cuerno y Este de África es ante todo de una crisis de acceso a alimentos, más que de disponibilidad, que tiene una vinculación limitada con los precios internacionales de materias primas, con la clara excepción del petróleo. Tiene su origen en la combinación de una multiplicidad de factores, entre los que se encuentran los precios alimentarios en la región, el elevado coste del combustible, el conflicto, la insuficiencia de infraestructuras (puertos congestionados, red de transporte en mal estado) y una grave sequía. Sin olvidar el papel de los gobiernos, del Norte y del Sur, las débiles políticas públicas, y la falta de presupuestos para el desarrollo rural.

Es alarmante que, además de la transmisión del precio del petróleo a las economías locales, los precios internacionales de los alimentos también menoscabaran la capacidad de respuesta humanitaria a una crisis de esa magnitud. La confluencia de un periodo de precios récord en el mercado internacional con la necesidad de un actor clave como el Programa Mundial de Alimentos de comprar fuera de la región llevó a una disminución de la capacidad de respuesta en los peores momentos. Presupuestos insuficientes, dificultades en el aprovisionamiento de alimentos: un reto permanente para la organización que el G20 abordó en Cannes hace pocas semanas, aunque con propuestas muy limitadas.

El alza en los precios de los alimentos empujó a 100 millones de personas más a la pobreza en 2008, a otros 44 millones en 2011: familias que se ven obligadas a reducir sus dietas o gastos en educación, que venden activos productivos o tienen que migrar, mujeres sin atención sanitaria. Mientras, unos pocos se enriquecen especulando en los mercados de derivados. La máxima prioridad de los gobiernos debe ser enfrentar el hambre y reducir la vulnerabilidad, plantear una reforma inmediata de los mercados financieros, invertir en agricultura y ponerlos medios para responder con una ayuda inmediata, desligada y adecuada en casos como el del Cuerno de África.

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