Opinión

Cooperación internacional: los ‘sures’ que hay en el norte

Con los años han surgido nuevas formas para combatir la marcada lógica vertical con la que fue concebida la cooperación tradicional. Una de estas vertientes es la cooperación ‘Sur-Sur’: una manifestación de solidaridad entre pueblos.

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10
septiembre
2021

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En las últimas décadas, la cooperación internacional para el desarrollo ha experimentado una relevancia sustancial dentro de las relaciones internacionales. Tanto, que hoy ya se han acuñado conceptos propios en la materia como soft power, ‘glocalización’ u ‘ONG-nización’. Asimismo, con los años, han surgido nuevas formas para combatir la marcada lógica vertical con la que fue concebida la cooperación tradicional; es decir, un país rico que ayuda a uno pobre. Una de estas vertientes la conocemos hoy como cooperación ‘Sur-Sur’.

Pero, ¿qué entendemos hoy por cooperación ‘Sur-Sur’? De acuerdo con la ONU, es una manifestación de solidaridad entre pueblos y países del sur que contribuye al bienestar de las poblaciones, su independencia colectiva y el logro de los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, tales como los consagrados por la Agenda 2030. El mundo la conmemora cada 12 de septiembre y es, en definitiva, una forma de cooperación donde participan dos o más países en desarrollo, lo cual se puede manifestar sobre una base bilateral, regional, dentro de las regiones o entre las regiones.

El concepto de cooperación ‘Sur-Sur’ deriva del Plan de Acción de Buenos Aires para Promover y Realizar la Cooperación Técnica entre los Países en Desarrollo (PABA), firmado por 138 países en septiembre de 1978. Es así como nació una corriente que se salía de las lógicas de la cooperación tradicional para impulsar el intercambio de experiencias entre países del sur global con aspectos históricos comunes y con retos y perspectivas similares. Su auge se puede entender a raíz de la caída en picado de la cooperación internacional clásica, sufrida a partir de la década de 1990. Hoy en día todavía no logra reponerse del todo, en parte por las crisis económicas surgidas a finales del siglo pasado, la pandemia de la covid-19, la falta de nuevas –y mejores– líneas de investigación en la materia y una profunda apatía por parte de cierto grueso de la población, la cual la consideraba politizada, inútil o, peor aún, innecesaria.

La cooperación ‘Sur-Sur’ es una manifestación de solidaridad entre países del sur que contribuye al bienestar y la independencia

Ahora bien, es preciso apuntar que esta idea de sur con el que nació el concepto, hoy ya no viene a indicar una acepción literalmente geográfica, sino más bien figurativa y, si se quiere, hasta poética, porque me atrevo a decir que existen muchos nortes en el sur y muchos sures en el norte. Esta relatividad en cuanto a lo que deben ser el sur y el norte nos lleva a hablar, por ejemplo, de cuarto y quinto mundo para referirnos a las desigualdades presentes en un mismo lugar, desafiando las lógicas de lo que es «desarrollo» o «subdesarrollo»; es decir, ricos y pobres que conviven en un mismo espacio, algo que vemos en nuestra región iberoamericana, por ejemplo, cuando encontramos un enclave chabolista en una ciudad europea como Sevilla –conocido como El Vacie, el más antiguo del continente– o la zona de Jardins, en São Paulo, con una renta per cápita más alta que la de toda la capital andaluza.

No obstante, el apellido ‘Sur-Sur’ nos gusta, y es pertinente porque justamente nos recuerda que es posible ayudarnos entre pares, a pesar de encontrarnos en un mundo tan convulso y desigual. Esta idea se hace aún más necesaria en tiempos en los que las crisis sociales, económicas y medioambientales parecen no dar tregua; tiempos, estos, donde este tipo de colaboraciones entre países son más importantes que nunca, precisamente en regiones como Iberoamérica.

Con la llegada de la pandemia de la covid-19, la idea de lo que entendemos como problemas endémicos del sur han surgido también en el norte de la región. Países como España o Portugal se han visto enfrentados a problemas como una creciente desigualdad social, tasas altísimas de desempleo juvenil y un marcado aumento de la pobreza, situaciones que generalmente suelen achacarse más al sur. Según cifras de Oxfam, en España, por ejemplo, la pandemia ha dejado más de 790.000 personas en el umbral de la pobreza en 2020, aumentando la cifra a un total de 5,1 millones de personas, lo que ya supone más del 10 % de la población española (o 1,5 veces la población de Uruguay).

La pandemia ha dejado más de 790.000 españoles en el umbral de la pobreza, lo que supone un total de 5,1 millones de personas

Con esto, y ante el descalabro económico que espera a esta región, anunciado por organizaciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) o la OCDE, los desafíos para la cooperación internacional al desarrollo de cara al periodo pospandemia en ámbitos como la educación, la ciencia, la superación de la pobreza o el cambio climático se vislumbran inagotables. La determinación de los gobiernos para impulsar una cooperación en clave regional y entre pares es fundamental.

Los principios que defiende la cooperación Sur-Sur cobran una relevancia especial en esta región. En ellos podremos encontrar soluciones más horizontales, menos asistencialistas y con una visión real de comunidad frente a esos problemas que cargamos a cuestas desde hace décadas, sobre todo a partir de una gran fortuna: compartimos aspectos culturales y lingüísticos que nos ayudan a cerrar brechas y a fortalecer auténticos lazos de colaboración, sin importar el lado de la línea del ecuador en el que estemos.

Así, el trabajo de los organismos internacionales del sistema iberoamericano, como la OEI en áreas como la educación, la ciencia y la cultura o la OISS en materia sociolaboral, resulta fundamental para potenciar una verdadera cooperación en la región y, con ello, alcanzar verdaderamente los objetivos de la Agenda 2030. También destaca el impulso integracionista que están liderando organizaciones como el SICA en Centroamérica o la Alianza del Pacífico.

Con este importante ecosistema iberoamericano de cooperación tenemos por delante una oportunidad valiosa para hacer historia y salir adelante como región, una meta que solo será posible en la medida en que los países y sus gobiernos entiendan que tienen que aunar esfuerzos para salir de las crisis en bloque, cooperando codo a codo y apostando por el multilateralismo que haga realidad una cooperación Sur-Sur.


Jair Esquiaqui es Experto en Comunicación para la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

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