Medio Ambiente

Los cuarenta años ¿bien llevados? de la educación ambiental en España

«Una cosa es introducir la educación ambiental en los planes de educación reglada y otra muy diferente conseguir que sea una presencia constante en todos los ámbitos de la vida», cuenta la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, al reflexionar sobre la importancia de saber comunicar y sensibilizar en materia de educación ambiental.

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09
abril
2019

Sitges, 1983. Segovia, 1987. Madrid, 1999. Aunque, a priori, esas citas podrían recordarnos más al título de una película de Almodóvar o de Álex de la Iglesia que a un hecho histórico relevante, su trascendencia es mucho mayor de lo que parece: todas ellas esconden grandes hitos en la educación ambiental en España. La primera fecha se refiere a las primeras jornadas sobre la materia que tuvieron lugar en nuestro país; la segunda, a la creación del Centro Nacional de Educación Ambiental de Valsaín; y la última nos recuerda que, hace ya veinte años, un recién estrenado Ministerio de Medio Ambiente impulsaba la elaboración del Libro blanco de la educación ambiental en España. Los tres eventos fueron catalizadores de una revolución ecológica que se vio interrumpida de forma abrupta por la crisis que azotó al mundo en 2008.

A pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo por diferentes instituciones y por los profesionales del sector medioambiental, la recesión económica precipitó que en cuestión de pocos años se perdieran programas de educación e innovación ambiental, puestos de trabajo y cientos de actividades relacionadas con la concienciación ecológica. «La crisis provocó el 70% del desempleo en el ámbito de la educación ambiental y el 50% en el sector medioambiental en general», explica Javier Benayas, catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid. Sin embargo, el colapso financiero no provocó que la degradación del planeta frenase. «Vivimos en un planeta que está enfermo y, aunque la educación ambiental es su cura, la medicina va mucho más lenta que el mal. Es esencial que seamos capaces de comunicar cómo cambiar la sociedad y nuestros hábitos de consumo, pero también tenemos que ser los actores de la propia transformación», resume Benayas.

Teresa Ribera: «Es imprescindible que ganemos espacio en cuestiones relativas a la educación para la sostenibilidad que están aún fuera del debate público»

Para ponerse manos a la obra en esa labor de comunicación y sensibilización, Benayas contactó con 26 investigadores de la materia y, junto a la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS) y a la Universidad Autónoma de Madrid, les encomendó la ardua tarea de reflexionar sobre la hoja de ruta que, hasta ahora, la educación ambiental ha tomado en España. El objetivo principal era elaborar propuestas de actuación concretas en el ámbito educativo, social y administrativo para un futuro cercano. Este análisis de la trayectoria de la educación ambiental española en los últimos 40 años queda reflejada en el informe Hacia una educación para la sostenibilidad: 20 años después del Libro blanco de la educación ambiental en España. Con el respaldo del ministerio de Transición Ecológica y Ecoembes, este informe recontextualiza la educación ambiental para que esté en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y nos da las claves de cómo debería ser la educación para la sostenibilidad enfocada al cambio y a la transformación social. Además, según palabras de Benayas, el informe «integra a todos los actores del Libro blanco e intenta hacer un diagnóstico profundo y reposado de la educación ambiental durante la democracia».

Para la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, este informe supone tan solo el primer paso dentro de una discusión mucho más amplia, la de la Agenda 2030 que, según la propia ministra, merece mucha más atención en términos de visibilidad y de debate. «Es imprescindible que ganemos espacio en cuestiones que, aunque hoy en día se entienden intuitivamente mejor que hace 20 años, están aún fuera del debate público: una cosa es introducir la educación ambiental en los planes de educación reglada y otra muy diferente conseguir que sea una presencia constante en todos los ámbitos de la vida», explica Ribera. A pesar de los retos que esto supone y de que no haya dado tiempo a plantear esta reflexión en la breve legislatura que está a punto de acabar, la ministra se muestra optimista con el futuro y asegura que este informe puede ayudar a ello.educación ambiental Teresa Ribera

Para comunicar de manera eficaz e iniciar un debate social, Óscar Martín, CEO de Ecoembes, apuesta por la educación ambiental, ya que «juega un papel fundamental para hacer de este mundo un lugar mejor en el que vivir y, además, si la enfocamos dentro de la economía circular nos damos cuenta de que es imperativo dejar atrás ese modelo de usar y tirar: en España generamos 111 millones de toneladas de residuos que podrían ser recursos y a través de la educación ambiental podemos abordar el cambio sistémico que nos lleve a cambiar de modelo, a una economía circular, es decir, producir menos, consumir de forma responsable, desplazarnos de otra manera… tenemos recursos suficientes como para concienciar y sensibilizar a la sociedad y ahora es el momento perfecto para hacerlo».

Casi cuatro años después de que la comunidad internacional firmase los compromisos de la Agenda 2030, la transición ecológica se hace más necesaria que nunca. Poner freno al cambio climático es más acuciante que nunca y, aunque una parte de la sociedad está concienciada –a nadie se le escapa el aumento de movilizaciones, sobre todo de jóvenes que reclaman demandan medidas realistas y eficaces para luchar contra el calentamiento global–, aún queda mucho trabajo para cambiar la percepción colectiva sobre la necesidad de una transición sostenible y ecológica. Tal y como apuntan los autores del informe, esta no podrá llevarse a cabo «si no se consigue sensibilizar a amplios sectores de la sociedad española sobre el poder de transformación que sus comportamientos tienen». Cada decisión que tomamos en nuestra vida cotidiana es un granito de arena que contribuye a realizar una tarea en la que la educación ambiental sigue siendo necesaria.

El investigador Pablo Mieira asegura que «la población menos sensibilizada es en su mayoría población adulta»

Pero, ¿cómo sensibilizar a la sociedad en general? Los jóvenes son el problema menor según los autores y autoras del informe, aunque no podemos olvidar la importancia de la formación ambiental de maestros y profesores en todos los niveles educativos tanto formales como informales, aprovechando el impulso de los movimientos de jóvenes por el clima. La exministra de Sanidad y presidenta de REDS, Leire Pajín, se muestra optimista con las nuevas generaciones porque «nos están dando esperanza y tenemos un buen diagnóstico: conocemos lo que tenemos que hacer y los más jóvenes nos están exigiendo medidas, su grado de concienciación es mayor que el de otras generaciones». Uno de los autores e investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, Pablo Mieira tiene claro que «la población menos sensibilizada es en su mayoría población adulta», que está fuera del sistema educativo formal y, por ello, es más complicado llegar a ellos. Sin embargo, las empresas podrían jugar (y juegan) un papel fundamental en este aspecto si colaboran de manera transversal y cooperativa en materia de educación ambiental. La politóloga Cristina Monge Lasierra asegura que «hoy en día ya hay muchas empresas, en especial grandes y medianas, que están llevando a cabo iniciativas muy diversas y muy diferentes entre sí relativas a la educación ambiental» y que es necesario animar a las compañías más pequeñas a hacer lo propio. Para poder cumplir con la Agenda 2030, «sería necesario que las empresas, aunque partan de acciones sobre aspectos específicos de problemas ambientales, fueran capaces trascender ese aspecto en concreto para conseguir articular un discurso global e integrado de la sostenibilidad», añade.

Cristina Monge asegura que las empresas juegan un papel fundamental cuando colaboran de manera transversal y cooperativa en materia de educación ambiental

A pesar de que España se sitúa como uno de los primeros países en el ranking mundial de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) –organismo que evalúa a todos los países en relación con  su grado de cumplimiento de los ODS–, aún no aprobamos ninguno de los objetivos. Nuestro país muestra sus mayores carencias en los objetivos 9 (innovación), 12 (consumo y producción), 13 (cambio climático) y 14 (ecosistemas marinos). «Este informe podría acelerar todos los procesos necesarios para cumplir con la Agenda, sobre todo en esas áreas en las que España se queda coja y que están estrechamente relacionadas con la educación ambiental», insiste Leire Pajín. Aunque a España le queda mucho camino que recorrer antes de 2030, ante este contexto, Pajín urge a los responsables gubernamentales a adoptar «políticas educativas transformadoras y eficaces que lleven a alcanzar los ODS, para comprometer en este cometido a todas las administraciones, empresas, medios de comunicación, agentes sociales y ciudadanía».

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