TENDENCIAS
Opinión

Cómo la religión católica es, quizás, el nuevo fenómeno de masas

Rezaré por ti

No hay crisis sin transformación, y una de ellas, quizás la más evidente, es el regreso a las distintas formas de religiosidad o espiritualidad. Ya no solo a una religiosidad, llamémosla «reglada» de jóvenes volviendo a iglesias, mezquitas o sinagogas; también a una religiosidad más alternativa, más «progre»: astrología, rituales, mindfulness, tarot, abrazarse a un árbol… Diferentes formas de creer que hay algo más allá que nos compensará el desastre que estamos viviendo en el más acá.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
11
noviembre
2025

La frase que arranca este titular, «Rezaré por ti», no es mía. La dice Ainara, la protagonista de Los domingos, la estupenda película de Alauda Ruiz. Película que, creedme, seguirá dando que hablar, así como su directora, durante un buen tiempo. Si no la habéis visto, vedla.

No la he elegido al azar, la frase, digo, sino que para mí es una más de las que últimamente se prodigan, ya sean salidas de la boca, la pluma, o las partituras de un buen número de creadores de las distintas artes. Seguramente también se repita en más disciplinas: pienso ahora en la «reconversión» de Dani Alves en predicador evangélico; o en Tamara Falcó y su app de oración. Dios está de moda.

Salir de ver la película me dio por pensar acerca de esta «reevangelización» que estamos viviendo, que a mi juicio es una muestra de esa «protección espiritual reciente» frente a lo que se nos viene, o mejor, a lo que ya ha venido. Al fin y al cabo, en tiempos de crisis las sociedades reaccionan de diversas maneras «defendiéndose», y esta vuelta a la religión es una reacción como otra cualquiera.

Tras la crisis del 29, a la gente le dio por volver a lo doméstico y lo austero. Normal, mucho gasto para acabar en bancarrota. La crisis no les hizo olvidar –y protegerse– de los excesos de los años 20. Se impuso entonces una moral de ahorro y supervivencia. Vestidos sencillos, colores sobrios, poco maquillaje, redes vecinales, comedores populares… Lo aprovechó Hollywood –las crisis también son una oportunidad para dar dinero– y a la Meca del cine le dio por la evasión: musicales, comedias, historias de éxito…

No fue la misma reacción la que vivió Occidente tras la Segunda Guerra mundial. El optimismo fue, entonces, la defensa tras esa crisis: el baby boom, el progreso tecnológico… Aunque sí, acabada la guerra, vueltos los hombres, las mujeres dejaron de trabajar y regresaron a los hogares aunque, por suerte, fue entonces cuando empezó a calar la importancia de nuestra autonomía. Lo que ahora llamaríamos adolescentes, ya conceptuados como grupo, empezaron a saborear un deseo de libertad posbélica. En ese renacer, también el cine, la radio y, poco después, la televisión, aprovecharon para consolidar nuevos modelos de vida y belleza. Ya saben, no hay crisis que por bien no venga.

Dos reacciones, austeridad y colectividad. Frente a reconstrucción y bienestar.

Nos creímos como sociedad, a veces la ingenuidad adolescente se alarga demasiado, que no se repetirían las crisis: teníamos controlado el sistema. Y resulta que no, que en pleno siglo XXI no solo estamos inmersos de pleno en una inmensa crisis, sino que esta, mal que nos pese, incluye múltiples factores: no solo el económico –no voy a repetir los mantras de que los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres–, sino también en lo social, lo emocional, lo político, lo simbólico, los valores… O sea, vivimos una superposición de crisis: climática, tecnológica, de confianza, laboral, de sentido, de identidad… Seguro que hay más que se me escapan. Y parece que de ellas solo Dios puede sacarnos. Si no tenemos pan, al menos podemos acudir a la iglesia a rezar. Si el Estado no nos resuelve las necesidades básicas, podemos acudir al párroco. Socialdemocracia y neoliberalismo implosionando a la vez. Mostrando ambos que no están a la altura de las necesidades de la gente.

Parece que solo Dios puede sacarnos de las múltiples crisis que vivimos

Y, ya lo hemos visto, no hay crisis sin transformación, y una de ellas, quizás la más evidente, es el regreso a las distintas formas de religiosidad o espiritualidad. Ya no solo a una religiosidad, llamémosla «reglada» de jóvenes volviendo a iglesias, mezquitas o sinagogas; también a una religiosidad más alternativa, más «progre»: astrología, rituales, mindfulness, tarot, abrazarse a un árbol… Diferentes formas de creer que hay algo más allá que nos compensará el desastre que estamos viviendo en el más acá.

La deriva es peligrosa, o al menos a mí me lo parece. Y lo es no tanto porque yo crea que pensar en un más allá, creer que hay un ser que designa o señala culpas o redenciones, o confiar en unas cartas para entender lo que nos pasa roce un poco lo ingenuo –que también–, sino porque eso puede, en realidad, alejarnos del mundo real, o sea de las necesidades y preocupaciones materiales, aumentando así el descrédito hacia lo racional e ilustrado: las instituciones, la política… que en el fondo es lo único que puede y debe ayudarnos a superar esta crisis.

Este descrédito –tanto de la socialdemocracia como del neoliberalismo– ha provocado esa búsqueda de pertenencia a algo, así como a una moral que no vemos reflejada en nuestros representantes. Si nos fallan los que están en la tierra, algo o alguien más allá hará algo por ayudarnos.

El descrédito de la socialdemocracia y del neoliberalismo ha provocado esa búsqueda de pertenencia algo

No corren buenos tiempos para los materialistas, me decía un amigo el otro día, y es cierto: no solo no corren, sino que «caemos» mal, tanto que la polarización reinante donde entra lo espiritual, incluyendo por supuesto todas las «religiones» asociadas al género, etnias y territorios, ni siquiera nos contempla.

Y ha sido en este cambio de perspectivas donde, las casualidades no existen, han hecho su aparición películas como Los domingos o Lux, el último álbum de Rosalía. La directora, de momento, no ha hecho declaraciones personales acerca de su postura religiosa, pero Rosalía sí ha reconocido que «con todo lo que tiene» seguía insatisfecha. Dicho de otro modo, a la intérprete tener muchísimo dinero no le satisface, normal, y nota un vacío que, en lugar de llenar, pongo por caso, financiando un conservatorio a coste cero para los alumnos que no puedan pagarse esos estudios, lo llena pensando en Dios.

Sorprende y mucho esta, permitidme que la llame así, puesta en escena. Dudo mucho que sea real, sobre todo porque hasta ahora presumir de creencias religiosas –sobre todo católicas– era recibido con rechazo y ahora ya no solo no penaliza, sino que, parece, acaba siendo un producto de marketing.

Alec Ryrie, el conocido historiador del cristianismo, hace poco explicaba este cambio en una entrevista. A su juicio, el consenso moral de la Segunda Guerra Mundial, laico y establecido alrededor de la idea de que Hitler fue el Anticristo, está desapareciendo. Y lo hace no solo ayudado del auge de la extrema derecha, sino también de los recientes crímenes del Estado de Israel. Ese «mal» frente al «bien» nos sitúa en «la idea de dios», que será quien nos dé un supuesto «buen ejemplo». Añádase a ese «mal» el auge del Islam que, desde Occidente no está considerado precisamente en el lado de los «buenos».

Y quizás en este caso las encuestas no mientan, y el número de católicos en general no esté creciendo mucho, pero por primera vez sí lo hace, según el CIS, en los jóvenes. Lo que quizás sí nos debería hacer pensar: ante el fracaso del neoliberalismo y las alternativas socialdemócratas de izquierda, nuestros jóvenes abandonan los principios de la razón y la ilustración y abrazan todo tipo de mantras religiosos. Y mientras, los boomers materialistas seguimos preocupados, porque creemos que lo que deberíamos hacer es pensar en las condiciones y derechos de la vida terrenal. Del más allá ya nos enteraremos, o no, a su debido momento.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});
SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME